En la búsqueda de una mejor figura o un cuerpo más saludable, una de las tareas que más se persigue es la digestión rápida de los alimentos, pues promueve un metabolismo más eficiente y una quema de calorías más efectiva al ayudar a controlar el apetito y reducir los antojos.
Algunas experiencias así como estudios científicos sugieren que la fresa es una de las frutas que más puede aportar en la aceleración del proceso digestivo, además de que su sabor y versatilidad le permiten integrarse fácilmente a una dieta rica y saludable.
Una de sus principales características es sin duda su alto contenido de agua, lo que las convierte en una fruta hidratante, un aspecto fundamental para una buena digestión, ya que ayuda a mantener las heces blandas y facilita el paso de los alimentos a través del sistema digestivo.
Las células de las fresas contienen una cantidad significativa de agua en su estructura. Esto se debe a que el agua es esencial para el funcionamiento celular y para mantener su integridad. La presencia de agua en las células de las fresas contribuye a su textura jugosa y crujiente.
Durante el proceso de crecimiento de las fresas, el agua actúa como un vehículo para transportar los nutrientes necesarios desde las raíces hasta las hojas y los frutos. Esto ayuda a garantizar un suministro adecuado de nutrientes para el desarrollo de la fruta.
Sumado a esto, las fresas crecen en condiciones climáticas que favorecen la retención de agua en su interior. Esto les permite mantenerse hidratadas incluso en climas calurosos y secos. La alta concentración de agua en las fresas también contribuye a su capacidad de refrescar y reponer los niveles de hidratación cuando se consumen.
Cumpliendo una función similar a la del agua, está la fibra dietética, también presente altos niveles en las fresas y la cual ayuda a promover el movimiento intestinal regular y prevenir el estreñimiento.
A su vez, la fresa contiene antioxidantes y compuestos antiinflamatorios que pueden ayudar a reducir la inflamación en el sistema digestivo. Esta situación en el tracto gastrointestinal puede dificultar la digestión y provocar molestias. Consumir fresas puede ayudar a combatir la inflamación y promover una descomposición de los alimentos más suave.
Las fresas contienen enzimas naturales que pueden ayudar a descomponer los alimentos y sus nutrientes en formas más fácilmente absorbibles, lo que mejora la eficiencia del proceso digestivo. A su vez, son bajas en calorías lo que las convierte en una opción saludable para incluir en una dieta equilibrada.
Así se puede consumir la fresa
Existen diversas formas de consumir fresas para disfrutar de su sabor dulce y beneficiarse de sus nutrientes.
La forma más sencilla y nutritiva es comerlas frescas y solas, aunque en ensaladas también agregan un toque dulce y refrescante. Se pueden combinar con lechuga, espinacas, nueces y queso.
Otras de las preparaciones ideales de las fresas son los batidos y smoothies donde se pueden mezclar con otras frutas como el banano y añadir leche o yogur para crear un batido cremoso y nutritivo.
Mermeladas caseras o salsas a base de fresas pueden ser excelente acompañantes de postres u otras preparaciones. Se puede usar como elemento decorativo de tartas, pasteles, helados o yogures.
Como bocadillo las fresas congeladas pueden ser una opción saludable y refrescante en cualquier momento. Las fresas son más sabrosas y nutritivas cuando están maduras. Es importante elegir las de mejor aspecto, de color rojo brillante y evitar las que estén blandas o descoloridas.
Las fresas son buena fuente de vitaminas C, K, E y B9 las cuales desempeñan importantes funciones antioxidantes, aportan a la circulación sanguínea y a la salud de la piel.