Todos los alimentos que se ingieren contienen cierta cantidad de vitaminas, que son sustancias orgánicas importantes para el buen desarrollo del cuerpo humano y su metabolismo. Por ello, es importante reconocer que estas propiedades juegan un papel fundamentar en el estado de salud de la piel y por ende, reconocerlas es una forma de contribuir al bienestar físico.
Así entonces, en este artículo, le mostraremos un repaso de las mejores vitaminas para la piel, qué efectos tienen y cómo obtenerlas para aprovechar todo su potencial en el cuerpo.
¿Las mejores vitaminas para la piel?
Aunque actúan de manera diferente en el organismo, todos los seres humanos necesitan 13 tipos de vitaminas, que contribuyen rotundamente al buen desarrollo de la piel y distintos órganos más. Aquí las más beneficiosas.
Vitamina A: un regenerador natural de la piel, entre sus componentes se destaca el retinol, que evita las arrugas en la piel, ya que la regenera formando colágeno. Es útil para las manchas y el acné y además, deja la piel más turgente y elástica.
Vitamina C: considerada como una fuente de luz y vitalidad, tiene el poder de aclarar la piel y es uno de los mejores antioxidantes, lo que ayuda a cicatrizar mejor y protege plenamente de los efectos dañinos del sol. Por si fuera poco, combate las futuras manchas de la piel.
Vitamina E: Expertos aseguran que este secreto para retrasar el envejecimiento, pues esta sustancia funciona como antioxidante y protege la piel del sol y la contaminación. Asimismo, activa la circulación sanguínea, lo que genera que la vejez llegue tarde.
Vitamina K: para mejorar la circulación, reducir las ojeras oscuras, disimular las venas y combatir problemas de la piel como la dermatitis atópica.
La vitamina esencial para los huesos
Los nutrientes que ingerimos a través de los alimentos juegan un papel crucial en el mantenimiento de la salud del cuerpo. Dos de los nutrientes más importantes para mantener huesos fuertes son el calcio y la vitamina D.
El calcio, un mineral esencial, es el más abundante en el cuerpo y tiene una función clave en la fortaleza de los huesos. Parte de los huesos está compuesta por sales de calcio, especialmente el fosfato de calcio, que contribuye a su dureza y resistencia.
Nuestros cuerpos no producen calcio por sí mismos, por lo que es necesario obtenerlo a través de la alimentación y, si es necesario, mediante suplementos. Así, garantizamos huesos y dientes robustos y saludables, lo que reduce el riesgo de fracturas en caso de caídas.
Cuando el organismo carece de suficiente calcio en la dieta, recurre a extraerlo de los huesos, debilitándolos gradualmente y aumentando el riesgo de osteoporosis, una condición que los hace frágiles y susceptibles a fracturas.
Las fuentes más ricas en calcio son los productos lácteos, como la leche, el queso y el yogur. Además, otros alimentos como el salmón, el atún, las verduras de hojas verdes, el tofu y los pescados pequeños con espinas comestibles también aportan este mineral. Existen alimentos enriquecidos con calcio, como ciertas marcas de jugo, leche de soya, avena y cereales para el desayuno.
La vitamina D, por su parte, desempeña un papel importante en la salud ósea al facilitar la absorción del calcio de los alimentos. También protege a los adultos mayores de desarrollar osteoporosis y contribuye al funcionamiento adecuado de los músculos y el sistema inmunológico, reduciendo el riesgo de caídas y fracturas.
Cuando los niños no obtienen suficiente vitamina D, pueden desarrollar raquitismo, que provoca debilidad, dolor y deformidades en los huesos. En los adultos, la falta de vitamina D puede ocasionar osteomalacia, una afección dolorosa que debilita los huesos y los hace más susceptibles a doblarse y romperse, y aumenta el riesgo de osteoporosis.