Las rupturas amorosas pueden generar mucha tristeza en algunas personas, la cual se puede extender por días e incluso meses. Sin embargo, estudios recientes revelaron que esto se debe en gran parte a una actividad cerebral.
Para probar esta hipótesis, unos científicos de la Universidad de Colorado Boulder analizaron la actividad cerebral de topillos de praderas, las cuales sostienen relaciones monógamas.
Producto del estudio se encontró que estos segregan una gran cantidad de dopamina (hormona asociada con la felicidad) a la hora de estar con sus parejas, pero, una vez separados, estos disminuyeron considerablemente.
Sin embargo, el experimentó permitió que los topillos pudieran presionar un interruptor para reunirse con su pareja y otro para encontrarse con otro topillo desconocido. El resultado fue que cuando optaban por reunirse con su pareja los niveles de dopamina aumentaban y a la vez se acurrucaban.
No obstante, una vez pasaron 4 semanas, en el momento en el que los topillos accionaron el interruptor para reunirse con sus parejas se encontraron que ya no había mucha diferencia en los niveles de dopamina, además de que no se acurrucaban de la misma forma.
De acuerdo con los expertos, estos resultados no querían decir que necesariamente se hayan olvidado, sino que el vínculo entre ellos ya había presentado una devaluación.
“Si esa señal de dopamina es realmente crucial para ayudar a cimentar y mantener los vínculos humanos, significa que hacer cosas que ayuden a mantener esa señal fuerte tiene implicaciones importantes para la satisfacción de la relación”, dijo Doctora Zoe Donaldson, neurocientífico del comportamiento y una de las principales autoras de la investigación.
En ese sentido, la mujer manifestó que se está buscando la manera de relacionar este tipo de resultados con el comportamiento del cerebro humano, para así poder descubrir la forma de ayudar a las personas que poseen problemas para superar una ruptura amorosa.