Las pastillas para dormir, también conocidas como hipnóticos o sedantes, son medicamentos diseñados para ayudar a las personas a conciliar el sueño o mejorar la calidad del mismo. Sin embargo, como con cualquier medicamento, hay riesgos asociados con su uso.
Además de lo anterior, algunas personas pueden experimentar somnolencia residual o sentirse aturdidas al día siguiente, lo que también puede afectar la capacidad para realizar actividades diarias, como conducir.
Ahora bien, en una época mucho más dada a usar estas pastillas, ya sean el suvorexant (Belsomra) y el ramelteon (Rozerem), aprobadas específicamente para dormir, son muchos los pacientes que se encuentran con tener que tomar varios medicamentos diferentes, esto si se está en algún tratamiento médico, por lo que estas pastillas pueden interactuar con otros medicamentos, lo que podría aumentar el riesgo de efectos secundarios o reducir la eficacia de uno de los medicamentos. Estos efectos secundarios podrían ser mareos, sequedad en la boca, problemas gastrointestinales y cambios en el apetito, entre otros.
Incluso, se ha observado que el uso prolongado de ciertos medicamentos para dormir está asociado con problemas de memoria y cognitivos, especialmente en personas mayores. Y, por si fuera poco, también podrían afectar la respiración, especialmente en personas con enfermedades respiratorias preexistentes.
Así las cosas, es fundamental que cualquier persona que esté considerando el uso de pastillas para dormir hable con su médico, pues este debe abordar la causa subyacente del problema del sueño para evitar que un paciente dependa exclusivamente de estos medicamentos a largo plazo.
De hecho, según un experto en medicina del sueño en el Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York, el uso ideal para estos medicamentos es tan solo el necesario, “así que yo diría que unas dos o tres veces a la semana, limitados a un corto periodo”, destacó el especialista.