La enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD) es un término general para una variedad de afecciones hepáticas que pueden afectar a las personas que beben poco o nada de alcohol en absoluto. Tal y como su nombre lo indica, las características principales de la NAFLD es el exceso de grasa que se pueden almacenar en las células hepáticas. Esta es cada vez más común, especialmente en países occidentales.
En Estados Unidos, es la forma más común de enfermedad hepática crónica, pues afecta aproximadamente a una cuarta parte de la población. Algunos de los individuos con NAFLD pueden incluso desarrollar esteatohepatitis no alcohólica, una forma agresiva de enfermedad del hígado graso. Esta se caracteriza por la inflamación del hígado y puede progresar a una cicatrización avanzada, mejor conocida como cirrosis e insuficiencia hepática. Este es un daño similar al daño causado por el exceso de alcohol.
La NAFLD, en muchos de los casos, no causa signos, ni síntomas. No obstante, cuando lo hace, estos pueden incluir fatiga y dolor o molestia en la parte superior derecha del abdomen. Además de eso, entre los signos y síntomas posibles de NASH y cirrosis se incluyen los siguientes:
- Hinchazón abdominal (ascitis)
- Vasos sanguíneos agrandados justo debajo de la superficie de la piel
- Bazo agrandado
- Palmas rojas
- Color amarillento en la piel y en los ojos (ictericia)
Causas
Los expertos no saben por qué las personas acumulan grasa en el hígado mientras que otras no. De manera similar, todavía no se puede lograr terminar de entender por qué algunos hígados grasos desarrollan la inflamación que avanza hasta la cirrosis. La enfermedad en el hígado graso no alcohólico y la esteatohepatitis no alcohólica están relacionadas con lo siguiente:
- Sobrepeso u obesidad
- Resistencia a la insulina, en la cual las células no absorben azúcar en respuesta a la hormona insulina
- Azúcar alta en la sangre (hiperglucemia), lo que indica prediabetes o diabetes tipo 2
- Niveles altos de grasas, particularmente triglicéridos, en la sangre
Estos problemas de salud que están combinados favorecen al depósito de grasa en el hígado. Para algunas de las personas, este exceso de grasa actúa como una toxina para las células hepáticas, lo que puede causar inflamación del hígado y esteatohepatitis no alcohólica. Es por eso que esto puede llevar a una acumulación de tejido cicatricial en el hígado.
¿Cuáles son los factores de riesgo?
Dentro de la amplia gama de enfermedades y afecciones pueden incrementar el riesgo de padecer NAFLD, como las siguientes:
- Colesterol alto
- Niveles altos de triglicéridos en la sangre
- Síndrome metabólico
- Obesidad, particularmente cuando la grasa se concentra en el abdomen
- Síndrome del ovario poliquístico
- Apnea del sueño
- Diabetes tipo 2
- Baja actividad de la tiroides (hipotiroidismo)
- Baja actividad de la glándula pituitaria (hipopituitarismo)
La NASH es más probable en estos grupos:
- Personas mayores
- Personas con diabetes
- Personas con grasa corporal concentrada en el abdomen
Es difícil distinguir entre NAFLD y NASH sin más pruebas.
Una de las principales complicaciones de la enfermedad del hígado graso no alcohólico y la esteatohepatitis no alcohólica (NASH) es la cirrosis, el cuál es una cicatrización tardía en el hígado. La cirrosis ocurre en respuesta a una lesión hepática, como la inflamación en la esteatohepatitis no alcohólica. A medida de que el hígado trata de detener la inflamación, esta produce áreas de cicatrización (fibrosis). Con la inflamación continúa, la fibrosis se propaga y afecta a cada vez más tejido hepático.
Si el proceso no se interrumpe, la cirrosis puede provocar lo siguiente:
- Acumulación de líquido en el abdomen (ascitis)
- Hinchazón de las venas del esófago (várices esofágicas), que pueden romperse y sangrar
- Confusión, somnolencia y dificultad en el habla (encefalopatía hepática)
- Cáncer de hígado
- Insuficiencia hepática terminal, lo cual significa que el hígado ha dejado de funcionar
- Entre el 5 % y el 12 % de las personas con esteatohepatitis no alcohólica desarrollarán cirrosis.
Prevención
- Opta por una dieta saludable. Elige una dieta saludable basada en plantas que sea rica en frutas, verduras, cereales integrales y grasas saludables.
- Mantén un peso saludable. Si tienes sobrepeso o eres obeso, reduce el número de calorías que consumes cada día y haz más ejercicio. Si tienes un peso saludable, trata de mantenerlo eligiendo una dieta saludable y haciendo ejercicio.
- Haz ejercicio. Haz ejercicio la mayoría de los días de la semana. Obtén la aprobación del médico primero si no has estado haciendo ejercicio regularmente.