Por L. C. Bermeo Gamboa, reportero de El País
El año nuevo del 2024 dejó para la historia una imagen que evidencia el poder de las redes sociales, y de la “infomanía” denunciada por el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, alcanzado en la sociedad actual. Miles de personas, entre turistas y franceses, como es tradición, se reunieron en el paseo de los Campos Elíseos de París, para presenciar la llegada del año nuevo en el Arco del Triunfo, donde marcadas las 12:00 a.m. se realiza un espectáculo de fuegos artificiales.
Pero, cuando llegó la hora, en vez de celebrar con expresiones de alegría, o compartir un saludo con sus acompañantes, como sería ‘normal’ en esta ocasión, lo que hicieron las personas fue levantar sus celulares y dispositivos móviles para grabar o transmitir en redes sociales el acontecimiento. Nadie se movía o decía algo a su vecino entre la multitud, todos —o la gran mayoría— solo miraban las pantallas frente a sus rostros, absorbidos por la imagen digital, ignorando el grandioso panorama real que tenían por fuera.
El mismo comportamiento se puede observar en diferentes circunstancias y eventos, conciertos, fiestas, o incluso en momentos trágicos, catástrofes, accidentes y funerales, donde pareciera que la prioridad de las personas es validar el acontecimiento mostrándolo en las redes sociales, sin considerar que el acto de grabar el momento para “no perderse de nada”, está limitando su propia experiencia de la realidad.
Por el otro extremo, se encuentran aquellas personas que así como comparten todos sus “momentos especiales” o no en las redes sociales, también tienen la necesidad compulsiva de enterarse de todo lo que sucede en la red: la publicación más reciente y la última noticia, para compartirla o comentarla, con la misma intención de “no perderse de nada”, demostrando a su comunidad de contactos y seguidores, que están actualizadas.
En nuestros días, debido a la digitalización de la vida y la cultura capitalista, cuando las personas habitan una “infoesfera”, donde “producimos y consumimos más información que cosas”, según afirma Byung-Chul Han en su libro ‘No cosas’ (2021), es común que todos —o la gran mayoría— manifiesten en distintos grados estos comportamientos, pero cuando llega a convertirse en obsesión, puede degenerar en problemas psicológicos.
De hecho, desde hace algunos años, este comportamiento es denominado como FOMO, por las siglas en inglés de “fear of missing out” (en español: “miedo a perderse de algo”), un concepto que, de acuerdo con la definición del Diccionario Cambridge se refiere a “un sentimiento de preocupación por la posibilidad de perderse eventos interesantes a los que asistirán otras personas, especialmente motivado por lo que se encuentra en las redes sociales”.
También se conoce como Síndrome FOMO, aunque no está reconocido por el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, empleado por psicólogos y psiquiatras. No obstante, el FOMO se manifiesta con señales de comportamiento muy claras, asociadas con la adicción a las redes sociales.
Para la psicóloga clínica, Mara Tamayo, el “miedo a no perderse de algo”, “puede ser causado por diversas condiciones, como cuando la persona no quiere pasar desapercibida, ni perderse ninguna noticia y tiene las redes sociales como fuente de información, así vive enterada de lo que hacen los demás. Obviamente, esto es una adicción negativa, más si es inmanejable para la persona, que no puede estar sin su celular sin sentir ansiedad”.
“Se manifiesta como una necesidad de figurar, de no perderse nada, no solo siguen a personajes famosos, siguen a las personas que conocen, familiares y amigos, para saber dónde están, qué compraron, y compararse con ellos. Por lo menos ahí, encontramos un estado depresivo”, agrega la psicóloga.
En este sentido, la socióloga Shoshana Zuboff en su libro ‘El capitalismo de vigilancia’ (2020), demuestra el impacto del FOMO, con los testimonios de un grupo de 1000 de estudiantes, de cinco países, a quienes pidieron que dejaran de usar cualquier medio digital... por un día.
“Me sentía tan sola [...] que no podía dormir bien sin compartir o conectar con otros”, “La sensación de vacío me supera”, “Yo me siento como si hubiera un problema conmigo”, “Yo entré en pánico absoluto”, son algunos de los testimonios.
Para la socióloga, este fenómeno representa “una especie de crónica del medio ambiente mental y emocional de la vida en una sociedad instrumentalizada, con sus arquitecturas de control emocional, presión social y poder asimétrico”, establecido por las grandes compañías tecnológicas como Meta, dueña de WhatsApp, Facebook e Instagram.
Asegura que las redes sociales han “aprendido a aguijonear las necesidades psicológicas de la gente joven (principalmente), con lo que crea nuevos problemas para los procesos de desarrollo en los que se forman la identidad individual y la autonomía personal”.
Pero, volviendo a la explicación de la psicóloga, cuando las personas con FOMO, por algún motivo, deben abandonar las redes sociales, en diferentes periodos de tiempo, “desarrollan depresión, pueden volverse amargadas, mostrar baja autoestima, o en casos de adicción, incluso ser agresivas”.
Al respecto, aclara que “así como cuando una persona deja el cigarrillo, el alcohol, o las drogas, o la comida en exceso, los adictos a las redes sociales desarrollan un síndrome de abstinencia, que puede relacionarse con el ‘miedo a perderse de algo’”.
Por lo tanto, concluye Mara Tamayo, al no tratarse de forma efectiva, estas personas permanecerán inmersas cada más tiempo en la red, interactuando menos con su entorno real, socavando sus relaciones a nivel familiar y laboral, así como en lo sentimental con su pareja y amistades.
Señales ante un posible caso de FOMO
De acuerdo con el psiquiatra español Manuel Castello, estas son las características más visibles:
- Uso desmesurado de los dispositivos electrónicos.
- Presencia excesiva en redes sociales, muchos perfiles.
- Tendencia a compararse con los demás y sentirse juzgado.
- Estrés por la necesidad de destacar.
- Ansiedad por tener que contestar un mensaje de inmediato.
- Sensación de insatisfacción con lo que se comparte en redes sociales.
- Ansiedad por no tener cerca el celular o dispositivo móvil.
Consejos
Equilibrio: Para la psicóloga Mara Tamayo, “este comportamiento tiene de base problemas más profundos, como abandono emocional en la infancia, por eso la necesidad de saberlo todo y llamar la atención”.
“Una persona con estabilidad emocional difícilmente caería en estos comportamientos”.
Terapia: “Si la persona es consciente de este comportamiento, que puede ser una adicción, lo más importante es que busque ayuda profesional, que acuda a un psicólogo y reciba terapia, de tal forma que pueda volver a concentrarse en su propia vida”.
“En estos casos, se encuentra que las personas tienen problemas de baja autoestima, por lo que el acompañamiento profesional es fundamental”.