Tras una sentencia de la Unidad de Restitución de Tierras, URT, se llevó a cabo el retorno del pueblo indígena Wounaan Nonam al resguardo Santa Rosa de Guayacán, en la cuenca del Bajo Calima, en el municipio de Buenaventura.
Son 130 personas las que pudieron regresar a su territorio, agrupadas en 31 familias, tras dos años de haber tenido que salir desplazadas de sus tierras.
La historia comenzó en febrero de 2023, cuando el Juzgado Primero Civil del Circuito Especializado en Restitución de Tierras de Cali profirió un fallo a favor del resguardo en el que ordenó, entre otras acciones, acelerar el proceso de retorno de esta comunidad indígena, tras quedar en medio de enfrentamientos entre el Ejército de Liberación Nacional, ELN, y la organización paramilitar conocida como Clan del Golfo.
El director de Asuntos Étnicos de la URT, Acxan Duque Gámez, manifestó que “este retorno se constituye en un hito, dado que avanzamos en menos de un año en el cumplimiento de las órdenes judiciales proferidas a través de fallos de restitución de tierras. La Unidad reafirma su misión en la protección de los derechos y la salvaguarda étnica y cultural del pueblo Wounaan”.
Según indicó la Dirección Territorial de Valle del Cauca, son 236 hectáreas las que se lograron recuperar para esta comunidad indígena y se agregó que el proceso continúa con el trabajo articulado con otras entidades de la región para asegurar un retorno sostenible y seguro.
“El retorno de las familias pertenecientes al pueblo Wounaan de este resguardo se constituye en un hito de esperanza. Como defensores de sus derechos étnico territoriales, en el marco del Decreto Ley 4633 de 2011, tenemos el reto de lograr a la mayor brevedad posible el cumplimiento efectivo de las órdenes y garantías contenidas en la sentencia R-001 del 13 de febrero de 2023, emitida por la Jurisdicción Civil Especializada en Restitución de Tierras”, resaltó Luis Gabriel Rodríguez de la Rosa, director territorial de la URT en el Valle del Cauca y el Eje Cafetero.
En esta jornada de retorno, las familias del resguardo fueron acompañadas por personal de la Unidad de Víctimas, la Armada Nacional, la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, la Arquidiócesis de Cali, organizaciones internacionales defensoras de Derechos Humanos, así como los integrantes de las comunidades negras que habitan el Consejo Comunitario Mayor de la cuenca del Bajo Calima, que son sus vecinos y hermanos de territorio.
Cómo fue el regreso
“Es una alegría inmensa regresar” dijo Guimer Quiro, gobernador indígena del resguardo Santa Rosa de Guayacán, condensando el sentir de las 31 familias que, tras 25 meses fuera de su territorio por causa del desplazamiento forzado, vivieron el tan anhelado retorno.
Y agregó: “Es que en el territorio están nuestros usos y costumbres, nuestra cosmovisión, la cultura, los bailes tradicionales, las rogativas, nuestra relación con la naturaleza. Todos van a estar muy felices de ese reencuentro”.
El proceso para retornar pasó por un camino en el que debieron cumplirse las tres condiciones que exigen la ley: voluntariedad (que la comunidad así lo desee), dignidad (adecuada situación de las viviendas y el entorno) y seguridad (que las condiciones para permanecer en el territorio estén dadas), se informó desde la territorial de la Unidad de Víctimas en el Valle del Cauca.
“Este es un momento de esperanza. 157 personas de 31 familias podrán ejercer su derecho a disfrutar del territorio y a reconstruir sus proyectos de vida personales y comunitarios. En este proceso venimos trabajando todo este año y ahora el reto es seguir en ese acompañamiento para que el retorno sea sostenible en el tiempo”, expresó Rosiris Angulo, titular de esa dependencia.
Juan Manuel López, coordinador de retornos y reubicaciones de la Unidad de Víctimas, explicó que en aspectos como las condiciones de dignidad se trabajó en la adecuación de las catorce viviendas del territorio y se aportó transporte y alimentación para hacer posible el retorno.
“El reencuentro es muy lindo. El espacio amplio donde los niños pueden volver a correr, el aire puro. Eso es algo que nos hace felices”, concluyó Juan David Ortiz García, representante legal de la consejería indígena Kowondev.