Las pastillas de frenos son componentes cruciales del sistema de frenado de los automóviles, responsables de detener el vehículo de manera eficiente. Entender cómo funcionan puede ayudar a los conductores a mantener sus carros en óptimas condiciones y garantizar su seguridad en la carretera.
El sistema de frenos de un automóvil convierte la energía cinética de este en energía térmica, lo que permite reducir la velocidad o detener el vehículo. Este proceso involucra varios componentes: el pedal de freno, el cilindro maestro, el líquido de frenos, las pinzas, los discos de freno y, por supuesto, las pastillas de freno.
Cuando el conductor presiona el pedal de freno, el cilindro maestro empuja el líquido de frenos a través de las líneas de freno hacia las pinzas. Estas pinzas, que albergan las pastillas de freno, se activan y empujan las pastillas contra los discos de freno (o rotores) que están conectados a las ruedas.
Las pastillas de freno están hechas de materiales resistentes al calor y a la fricción, como compuestos cerámicos, orgánicos o metálicos. Al entrar en contacto con los discos, generan fricción, que es la fuerza necesaria para reducir la velocidad de rotación de los discos y, por ende, de las ruedas.
Tipos de pastillas de freno:
- Orgánicas: Fabricadas con materiales como fibras de vidrio, caucho y resinas. Son más suaves y silenciosas, pero tienden a desgastarse más rápido y generar más polvo.
- Semimetálicas: Contienen un porcentaje de metales como cobre, hierro y acero. Ofrecen un buen rendimiento y durabilidad, aunque pueden ser más ruidosas y desgastar los discos más rápidamente.
- Cerámicas: Hechas de fibras cerámicas y materiales de relleno. Son las más duraderas, producen menos polvo y operan de manera más silenciosa, aunque suelen ser más costosas.
*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de El País.