En 2022, cerca de 59.000 vehículos eléctricos nuevos fueron vendidos en Japón, el triple que el año anterior, pero una cifra que representa solamente un 1,7% del mercado nacional.

En comparación, esta cifra alcanzó un 20% en China, cerca de un 15% en Europa Occidental y un 5,3% en Estados Unidos, según un estudio de la consultora PwC.

Este retraso de Japón puede parecer sorprendente dada la importancia de su industria automotora, que llegó a ser pionera de los coches eléctricos en 2009 y 2010.

Lea más: Audi abre las puertas de su renovada vitrina en Bucaramanga

Sin embargo, se vendieron pocos modelos eléctricos “debido a los costos de las baterías en ese momento y que los precios eran elevados”, explicó a la AFP Kenichiro Wada, exresponsable de desarrollo del modelo i-MiEV de Mitsubishi, quien ahora es consultor del sector.

Durante mucho tiempo, los vehículos eléctricos tuvieron dificultades para entrar con fuerza en el mercado japonés por varias razones: eran caros, eran percibidos como poco adaptados a un archipiélago que carece de energías renovables y poco prácticos y su uso implicaba la creación de una costosa red de recarga.

Además, Japón se decantó en un principio por los vehículos a hidrógeno, pero actualmente este segmento se desarrolla con menos fuerza que el eléctrico.

Limitados puestos de recarga

En Japón el mercado automotor está dominado en un 90% por los fabricantes locales, por lo que el avance del sistema eléctrico en el extranjero fue un comienzo percibido como un fenómeno distante.

“La mayoría de la gente en Japón quiere comprar vehículos japoneses porque están acostumbrados”, estimó Atsushi Ikeda, fundador y vicepresidente de un club japonés de coches Tesla, la empresa estadounidense líder mundial de los autos eléctricos.

Pese a que hay ayudas del Estado para incitar la compra de vehículos eléctricos, “las infraestructuras de recarga son muy limitadas” debido a la falta de inversiones suficientes y a la reglamentación, señaló Ikeda, quien maneja un Tesla desde 2016.

Viento de cambio

Varios factores han contribuido a un cambio en Japón, uno de ellos es la obligación de adaptarse a reglamentaciones ambientales cada vez más exigentes en el extranjero.

Esto llevó a los fabricantes japoneses a anunciar gigantescos planes inversión en los últimos dos años.

Por otra parte, el gobierno japonés ha reforzado las medidas de ayuda al sector. Con un refuerzo de las subvenciones, hay un plan para aumentar a 150.000 los puestos de recarga para 2030, frente a los 30.000 que hay actualmente.

Para Wada, es necesario desarrollar una versión japonesa de la reglamentación de cero emisiones para “generar un verdadero cambio hacia el sector eléctrico” ya que el analista afirma que en realidad, la mayoría de los fabricantes japoneses espera que la era de los vehículos eléctricos llegue lo más tarde posible.