Alto consumo de pornografía, compartir fotos íntimas (sexting), tocamientos inapropiados a otros, masturbación frecuente, en público o para incomodar a alguien más, chantajear a un compañero (a) para que acceda a tener relaciones sexuales, e incluso, abuso carnal violento son algunas de las conductas sexuales perjudiciales cometidas por niñas, niños y adolescentes colombianos contra otros menores de edad, que se han incrementando en nuestro país.
Tal como lo manifiesta Carolina Piñeros, directora ejecutiva de Red Papaz, aunque esta es una situación habitual, es un tema del que no se habla, y por lo tanto no se brinda una ayuda efectiva.
De ahí que esta corporación de padres y madres decidiera, desde octubre pasado, lanzar Te Guío, una línea de ayuda a la que pueden acceder niñas, niñas y adolescentes, sus familias, cuidadores, centros educativos, y demás, para que como explica, Judy Benavides, psicóloga de Red Papaz, hagan preguntas puntuales sobre esos comportamientos sexuales anómalos que les generen inquietudes, dudas y así tengan una información certera y un acompañamiento oportuno al respecto.
¿Pero, a qué se puede considerar una conducta sexual anormal en un menor? La psicóloga Judy Benavides, también jefe de Viguía, el primer Centro de Internet Seguro para Latinoamérica, explica que son todos esos comportamientos, primero, que no corresponden a la etapa de desarrollo de ese menor de edad, es decir, no es algo esperado para nada, y segundo, generan un daño sobre sí mismo o sobre otra persona. Esas son las dos consideraciones más grandes que se deben tener en cuenta, manifiesta.
La especialista en salud mental detalla el asunto con varios ejemplos: la masturbación es algo normal en la adolescencia, pero, usualmente, es una actividad privada. Cuando esta se lleva a cabo en espacio público o se hace para dañar o incomodar a otro; o cuando el menor presiona, quiere obligar a alguien a tener interacciones de tipo sexual, lo chantajea para que participe, eso no es normal y por ese tipo de conductas, se puede acudir a la línea de ayuda.
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Entre las prácticas sexuales por las que más han acudido padres de familia o allegados a los niños a la línea Te Guío ha sido el consumo de pornografía por parte de sus hijos o de sus sobrinos, ya que les preocupa los riesgos que asumen con este tipo de hábito.
Cuando los niños se exponen a contenidos de este tipo naturalizan esa conducta y pueden llegar a tener un consumo demasiado dañino para ellos, explica la psicóloga, “porque interrumpen otras actividades de la vida cotidiana ya que priorizan esta actividad y dejan de hacer cosas saludables para ellos como estudiar, socializar o dejan, por ejemplo, de bañarse, lavarse los dientes, por tener consumos de pornografía”.
Los contenidos pornográficos son muy dañinos porque están muy relacionados con temas de violencia, prosigue Judy Benavides, no son una interacción sexual saludable, sino que son interacciones sexuales violentas, que cada vez tienen más elementos de misoginia, de daño hacia las mujeres y esto va creando ideas erróneas de cómo deben relacionarse los menores de 18 años o cómo deben relacionarse las personas en general durante la actividad sexual.
Te Guío tiene varios canales de comunicación: chat en la página web www.teguiocolombia.org. Al whatsapp: 314 821 10 435 o al tel: 0180005190690.
También pueden escribir mensajes directos en www.face
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Niños abusadores, en aumento
Entre las conductas sexuales más delicadas que cometen los menores de edad contra otros menores preocupa muchísimo el abuso sexual.
De acuerdo con información de Red Papaz, de los 19.570 exámenes médicos legales que se hicieron el año pasado por presunto delito sexual contra menores de edad, muchos de estos episodios fueron cometidos por niñas, niños y adolescentes.
A nivel mundial, hay estudios que indican que entre un cuarto y un tercio de las agresiones contra menores de 18 años son perpetrados por otros menores (Association Unevie, 2020; Hackett, 2014; Letourneau, et al., 2017), señala Red Papaz.
En Colombia, según cifras de la Fiscalía General de la Nación entregadas a El País, en 2022 hubo un incremento del 9 % de casos con respecto al 2021, pues se registraron 164 delitos sexuales más, donde las víctimas fueron menores de edad y los indiciados, 325, también menores de edad.
Fue así como en nuestro país en 2021 hubo 1831 niños, niñas y adolescentes víctimas de abuso sexual y en 2022, 1996. En lo corrido de 2023 van 103 víctimas a nivel nacional.
Por su parte, en la Fiscalía seccional Cali (que comprende la capital del Valle y diez municipios más, entre ellos, Jamundí, Palmira, Yumbo y Candelaria), en la actualidad se tienen 228 casos sobre delitos contra la libertad, integridad y formación sexuales, donde el infractor es un menor de edad y la víctima otro menor. “En lo que va corrido del año 2023 han ingresado 50 casos a la Unidad de Responsabilidad Penal para Adolescentes (Urpa) por medio de denuncias y casos urgentes”.
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Cómo se castiga al victimario
De acuerdo con información suministrada por la Fiscalía General de la Nación, teniendo presente que los niños, las niñas y los adolescentes son sujetos de especial protección legal y constitucional, la Ley 1098 de 2006 contempla un catálogo de sanciones (no penas) que son aplicables a los menores de edad. Entre esas se encuentran: la amonestación, imposición de reglas de conducta, la prestación de servicios a la comunidad, la libertad asistida, la internación en medio semicerrado y la privación de la libertad en centro de atención especializado.
La decisión sobre la sanción a imponer está en cabeza de un Juez de la República de Colombia, quien tiene bajo su cargo el análisis del caso en concreto y acorde con la situación fáctica, jurídica, las finalidades, los criterios para la elección de las sanciones y los principios rectores del Código de la Infancia y Adolescencia elige la más adecuada, aclara la Fiscalía.
Es importante destacar que la entidad a través del Grupo Nacional de Violencia y de Género y el Programa Futuro Colombia, en desarrollo e implementación de sus diferentes estrategias de prevención y mitigación de delitos sexuales y haciendo uso de diferentes herramientas pedagógicas, ha emitido una serie de recomendaciones que inciden de forma positiva en la reducción de índice de violencia sexual. Entre estas están: el abordaje temprano e integral de padres a hijos sobre temas que conciernan a la sexualidad, el autocuidado, la importancia sobre el reconocimiento del cuerpo y las partes íntimas, enseñar a los niños que decir NO es también correcto, enseñarles a identificar caricias positivas y negativas, secretos buenos y malos, y reforzar su confianza para que no guarden silencio cuando algo les desagrada o los molesta.
Pese a lo anterior, advierte la Fiscalía, en sus respuestas a El País, que tratándose de niños, niñas y adolescentes, conforme a la Política Criminal del Estado Colombiano, las entidades que tienen a cargo los programas de prevención del delito son el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, el Ministerio de Salud y Protección Social, el Ministerio de Educación Nacional y el Departamento Nacional de Planeación.
Hasta en la ruta escolar
La teniente Adriana Corrales Zapata, jefe del Grupo de Infancia y Adolescencia de la Policía Metropolitana de Cali, manifiesta que este comportamiento anómalo de menores de edad en la capital del Valle “toca a todos los estratos sociales” y que ha atendido casos que se han presentado en hogares, en baños de colegios, e incluso, en una ruta escolar.
En este último espacio, precisamente, fue abusada una menor de 13 años por un adolescente de 15, quien amenazó a la niña cuando, prácticamente, quedaban solos en la ruta escolar. “Los padres de la niña hicieron la denuncia y se determinó que sí hubo abuso, se hizo efectiva una orden de captura al joven y se le empezó un proceso judicial”.
De los casos de abuso infantil que más recuerda la teniente, por lo delicado del asunto, fue el de una niña de 12 años cometido por dos de sus compañeros de 12 y 13 años. La madre de la menor se dio cuenta de la situación porque su hija “llegó a su casa totalmente desmadejada, le vió un comportamiento súper extraño y la llevó al hospital. Allí determinan que hubo un acceso carnal violento, entonces, avisó a las autoridades”.
En la investigación se establece que la idea del encuentro íntimo fue de la niña y se la hizo saber a los compañeros a través de una carta, en la que incluso, les informa que el plan inicial era tener un encuentro con tres muchachos, pero descartó a uno de los niños por ser muy sapo.
En este caso particular, comenta la teniente Corrales Zapata, los niños, por ser menores de 14 años son inimputables. Además, no hubo culpables. La niña, lógico, comenta la uniformada, no tiene esa capacidad física y mental de estar preparada para un episodio como este. Y “no hay que culpar a los niños, porque ellos no tienen plena conciencia de esta situación”. Entonces, añade, dejamos a los tres niños a disposición del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y esta entidad es la que determinará qué es lo que está pasando en los hogares de estos niños, qué están viendo, para que tengan este tipo de comportamientos”.
La jefe del Grupo de Infancia y Adolescencia revela, además, que ha conocido casos de adolescentes de 13 y 14 años que cometen este tipo de abuso con sus hermanitas de 6 o 7 años y que le llegan muchos casos de adolescentes de 17 años que han tenido relaciones íntimas con sus novias de 13 o 14 años y que argumentan que fue un acto consentido.
“Tener relaciones sexuales con menor de 14 años es un delito, está prohibido por la ley penal. Por eso en nuestras charlas como policías de Infancia y Adolescencia siempre les dejamos claro a los adolescentes que deben tener cuidado con ese tipo de comportamientos, porque se les puede hacer un proceso judicial y librarseles una orden de captura así sean menores de edad, ya que eso es un acto sexual abusivo”.
Este tipo de conductas y las de tocamiento son los dos casos más denunciados en Cali, comenta la también comunicadora social Adriana Corrales Zapata.
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Causas de estas conductas
Son múltiples los factores que contribuyen al aumento de los comportamientos sexuales problemáticos en menores de edad (ver entrevista).
En opinión de la psicóloga Paola Rueda, asesora nacional de protección infantil en la organización Aldeas Infantiles, estas conductas se vienen presentando por el abandono emocional que experimentan en la actualidad niñas, niños y adolescentes; esa soledad que sienten porque sus padres o cuidadores no les están brindando la atención y cuidados que requieren, hace que estén muy expuestos a diversos riesgos, entre esos, uno de los principales es el abuso sexual, y además, poder acceder de manera temprana a contenidos sexuales.
Este tipo de situaciones, argumenta la psicóloga Rueda, se presenta mucho en familias en donde hay hacinamiento, una alta violencia familiar, consumo sistemático de alcohol, de sustancias psicoactivas y donde se ha presentado abuso sexual.
Además, continúa la especialista, en muchas de esas familias hay una repetición intergeneracional del abuso y cuando estas familias no reciben acompañamiento temprano el círculo vicioso sigue ahí y no se rompe con el abuso. “El niño fue víctima, su mamá y su abuela también, y nadie se ha preocupado por hacer que haya una reparación del daño para que no se siga repitiendo de generación en generación”.
Otro aspecto que se suma a las causas de estas conductas dañinas, añade Rueda, es la deficiencia a nivel de educación sexual en la familia y en los colegios. Se cree que hablar de educación sexual es hablarles a los niñas y niños de sexo, y eso ha afectado. Es un asunto que se convierte en tabú y donde hay menos educación, comenta la profesional, hay menos probabilidades de desarrollar habilidades y estrategias en los niños para reconocer el abuso y para saber qué hacer cuando están expuestos a un riesgo.
Considera también la asesora nacional de protección infantil de Aldeas Infantiles que el conflicto armado es otro asunto que contribuye a que nuestros niños tengan una exposición muy alta de manera directa al abuso y que los medios de comunicación no están regulados y fomentan el alto contenido sexual, y así son quienes apalancan una cultura del abuso, “porque, ¿a quiénes encontramos consumiendo esto? Pues a los niños, que están solos, que no son monitoreados. Ahí los medios cumplen un rol supremamente importante”.
Para la teniente Adriana Corrales, el incremento de este tipo de procederes sexuales anómalos en menores de edad se debe a elementos distractores como las redes sociales, los niños pasan mucho tiempo usándolas e imitan conductas que ven en estas.
A ellos, en las redes los invitan a juegos y retos, dice la comunicadora, “como que se quiten la camisa, el pantalón, que hagan esto y lo otro con sus hermanos, con sus amigos, y les hacen un lavado de cerebro, como digo yo, y ellos empiezan a adoptar este tipo de comportamientos”.
“No estoy queriendo decir con esto que las redes sociales son malas”, advierte la teniente, pero hace énfasis en que debe haber un control sobre su uso. Solo a partir de los 15 años se debe permitir que un adolescente tenga accesos redes sociales, pero vemos niños de 7 años que ya están en Tik Tok, en Facebook, en una cantidad de plataformas, y que los padres de familia o el cuidador no están pendientes de lo que ven en el celular, en el computador. “Yo tengo que revisar qué está viendo mi hija o mi hijo”, resalta la uniformada.
Asegura la teniente Corrales que como policías han venido evidenciando que falta más concientización sobre este tema, que los padres de familia hablen con los niños sobre este asunto, de lo que no deben hacer o permitir: que nadie tiene que venir a tocar ninguna parte de tu cuerpo, ni tú tienes que tocar alguna parte del cuerpo de otra persona, porque eso es delicado, puede ser un delito; que no tiene por qué ver a su hermano o hermana cuando se está bañando. “Porque esos casos se nos han presentado, donde los hermanos mayores ven a la hermanita bañarse y empiezan los tocamientos, a intimidarla, por eso vienen aquí a la Oficina de Infancia y Adolescencia a instaurar ese tipo de denuncias”.
Para prevenir este tipo de conductas los especialistas hacen una serie de recomendaciones, entre las que se destacan el control paterno del uso de las redes sociales por parte de los menores, supervisar el tipo de contenidos que consumen; estar muy atentos a indagar sobre las personas a las que les dejan el cuidado de sus hijos: quiénes son los hijos, sobrinos o primos de este cuidador, y especialmente, hablar sin tapujos sobre este tipo de situaciones, acorde con la edad de los niños.
Consejos
- La familia es la llamada en primera instancia a brindar la seguridad física y emocional que necesitan los menores, por eso tiene que ejercer una crianza consciente de lo que debe hacer para protegerlos frente a los muchos riesgos a los que están expuestos: hay que indagar muy bien quién es esa persona que los cuida, qué tipo de pareja, hijos, sobrinos tiene en su entorno; estar pendientes qué tipo de juegos practican; monitorear qué ven en las redes, etc.
- No cobije la sensación de que una situación de conducta anómala sexual la pueden tener otros niños y no sus propios hijos. O que un abuso sexual le puede suceder a otros menores, no a alguien de su entorno. Esté alerta. Las cifras sobre estas situaciones aumentan y muestran que son un riesgo cotidiano.
- Hay que hablar con los menores que deben evitar compartir imágenes íntimas con otra persona, aún si es su amigo (a) de confianza o su novio (a). Porque una vez subidas a la red se puede perder el control sobre esas imágenes (se comparten con un tercero, hay un hackeo o el robo del celular) y pueden terminar como un instrumento de chantaje o como material de explotación sexual.
- En los colegios debe haber una cátedra de educación sexual: hay que hablarles a los menores sobre este tema, hay que entrenarlos en habilidades para detectar los riesgos, que sepan cómo actuar, y cómo y a quién pedir ayuda.
- En el hogar hay que enseñarles a los niños respeto por sí mismo, por los miembros de sus propia familia y por otros; enseñarles disciplina y que no es posible tenerlo todo en la vida.
- Los maestros deben estar capacitados para saber detectar cuándo un niño tiene conductas dañinas hacia otros o puede ser víctima de este tipo de comportamientos. Que sepan utilizar todos los canales de los que se disponen para alertar a instituciones como la Policía de Infancia y Adolescencia, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, o la Fiscalía.
"Debe haber espacios de educación sexual en la familia"
La psicóloga caleña Laura Valderrama, docente en pregrado y posgrado de la Universidad Javeriana Cali, despeja algunas inquietudes sobre comportamientos sexuales problemáticos en menores de edad.
¿Cuáles son los factores que influyen para que los menores tengan comportamientos sexuales anómalos?
Hay factores culturales, familiares y personales. A nivel cultural conocemos que el manejo de la sexualidad en los adolescentes ha tenido cambios importantes, el inicio de relaciones sexuales es cada vez a menor edad. El acceso a la información ha tenido también una libertad que ha conllevado a que muchos puedan acceder a materiales de tipo sexual a través de redes sociales, la tecnología los ha expuesto a una mayor exploración, cuestionamientos y curiosidad frente a esa área. Esto unido a que muchos niños y adolescentes están bajo sistemas familiares disfuncionales que han llevado a que su educación se vea perjudicada pues la familia es la principal promotora de valores, de normas, de instrucciones.
Desde lo personal se ha escrito que tiene que ver con el desarrollo temprano de trastornos de la conducta: trastornos emocionales, psicológicos, pero también hay un gran interrogante sobre ¿qué hay detrás de quién es abusador?, ¿qué ha visto? Y entre eso están astpectos culturales, familiares, sociales y la ‘normalización’ que le están dando a ciertas conductas sexuales.
¿Cuál es el perfil del menor agresor?
El perfil que se ha encontrado desde la investigación ha estado relacionado con la presencia de trastornos emocionales, en este caso puede haber presencia de trastorno antisocial, de depresión o ansiedad, chicos que han estado expuestos, por ejemplo, a pornografía, a situaciones de relaciones sexuales a temprana edad en su vivienda, en donde de pronto ha observado a otros, entonces es un chico curioso, que quiere explorar, producto de lo que ha visto, pero lo hace por un medio coercitivo, a través del abuso físico o emocional y sin consentimiento a otro. Son chicos que no cuentan con un sistema familiar estable, que han presenciado violencia física, psicológica o sexual en su hogar.
¿Cómo los padres pueden percibir que su hijo ha sido víctima de abuso?
Cuando un menor de edad ha tenido un abuso sexual, lo primero es que vamos a ver cambios en todos los niveles: en lo emocional, lo conductual, lo académico, en lo social. Empiezan a tener problemas de sueño, cambia abruptamente una conducta, de ser un niño histriónico, sociable, se vuelve retraído, tiene cambios en su alimentación: puede ponerse inapetente; refiere que no quiere vivir, que no tiene esperanza, tiene comportamientos evitativos: no quiere ir al colegio, a determinada casa, donde un familiar. Muchos de estos adolescentes abusadores son cercanos a ellos: el primo, el vecino, aquel que está en su entorno.
También empezamos a ver miedos o fobias en estos menores que han sido abusados, es un síntoma también muy común y tienen conductas sexualizadas, pueden tener, por ejemplo, masturbación recurrente, quieren ver pornografía, se muestran inquietos frente al tema. Uno ve que cambian de un momento a otro y pueden tener incluso un rechazo hasta por su propio cuerpo. Esto es para darle una idea, porque cada caso es diferente.
¿Cómo prevenir estas situaciones?
Con espacios de comunicación familiar, de educación sexual en la familia, porque a veces ha quedado mucho a cargo del colegio, pero los papás tienen que ser fundamentales en la educación sexual y de prevención del abuso.
El tema hay que hablarlo en familia sin tapujos, es necesario que los papás o quienes cuidan a los niños asuman un rol activo en el proceso: que los menores reconozcan su cuerpo, sus partes íntimas, haya reconocimiento del respeto, porque todo esto tiende una mirada desde los derechos y es importante decirle al hijo, ‘bueno, nadie tiene derecho a tocarte, a mirarte inapropiadamente’, porque a veces nos quedamos con la visión del abuso solo como la penetración, el acceso carnal, pero también están los tocamientos, el voyerismo, todo lo que implica que pasen por encima de sus límites, hay que reforzar mucho eso en familia y esa habilidad para decir ‘no’: no me gusta esto, no me siento cómodo con esto, no pases este límite y esa es una habilidad que se les puede empezar a entrenar desde pequeños. Que tengan autoestima, muchos de estos chicos a veces no se sienten en ese rol de poder decir no o de respetar su cuerpo, sino que caen en estas situaciones que son bastante traumáticas para su futuro.
Usted ha tratado casos de este tipo. ¿Cómo ha sido el proceso para tratar a los menores víctimas?
Siempre el abuso debe ser mirado integralmente. ¿Qué quiere decir eso? Que no es solamente el impacto psicológico que tiene, por eso la remisión a psicología o a psiquiatría, sino también la integridad física de ese menor. Lo más importante es poder tener esa mirada bio-psicosocial en donde, si ha habido una agresión, por ejemplo, es importante recurrir a Urgencias prontamente, porque tenemos 72 horas para poder prevenir cualquier tipo de enfermedades de transmisión sexual, VIH, síflis, etc, y también para poder hacer control de cualquier sintomatología física que se pueda presentar, como desgarros u otra lesión física, si hay una penetración.
Esto debe ir acompañado de una terapia psicológica para el menor, pero para la familia también es vital, este es un tema familiar, pues los integrantes de la familia se vuelven el apoyo para todo el proceso e incluso, muchas veces también el colegio, no para comentar el caso, sino para que ellos también estén alertas a los procesos.
También hay que hacer un trabajo con el chico agresor, a veces con ellos también hay que tener un proceso terapéutico de reintegración social, de poder hacer todo lo que implica tanto a nivel legal como psicológicamente.