Con los bolsillos agujereados y bien pelados anda un gran porcentaje de los más de doce millones de muchachos que hay en Colombia por la falta de ‘camello’, lo que los hace sentir preocupados, frustrados, deprimidos e incluso, con rabia en el corazón.

El desempleo juvenil se ubica entre los principales detonantes del malestar social que se vive en nuestro país y una de las razones por las que los jóvenes justificaron las protestas del pasado Paro Nacional.

Mientras en enero del 2020 los jóvenes consideraban entre los cinco principales problemas del país el desempleo (con un 20 %) en un segundo lugar, después de la corrupción; en mayo de 2021 la falta de empleo ocupó el primer puesto, con un 74 %, seguido de la pobreza (53 %), los hechos de corrupción (48 %) y la demora en la atención en salud (45 %) (Ver gráfico).

Estos resultados obtenidos en la Gran Encuesta sobre Jóvenes realizada a 2556 muchachos a nivel nacional, por la Universidad del Rosario, la firma Cifras y Conceptos y el periódico El Tiempo, hacen parte del informe Empleabilidad Juvenil en la Reactivación Económica de Colombia, elaborado por el mencionado centro universitario. En el estudio se hace un análisis de la situación de los jóvenes del país y la especial vulnerabilidad de este grupo poblacional en materia de empleo en la crisis económica y sanitaria que deriva del Covid-19.

De acuerdo con Iván Daniel Jaramillo, director del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario y uno de los investigadores de este estudio, desde antes de la pandemia, el desempleo juvenil siempre ha estado por encima del desempleo nacional, pero la crisis sanitaria lo agudizó. “Actualmente estamos en 14,4 % de desempleo nacional y el juvenil está en 23,4 %, eso genera especial preocupación sobre la problemática del sistema laboral, porque si un joven no encuentra su primera oportunidad de trabajo va a ir transitando a espacios de pobreza estructural, pues no va a ir acumulando los años y los caminos de experiencia que le permitan ir accediendo al ascenso natural de cualquier carrera profesional, estudio técnico o tecnológico”.

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Barreras para acceder al empleo

Danna de la Cruz Espitia tiene 20 años. Desde que está en tercer semestre de Comunicación Social ha buscado emplearse. Ya está en octavo semestre y aún no lo logra. Dice que ha enviado hojas de vida para ser tenida en cuenta en el campo que estudia e incluso, en otros oficios como mesera o auxiliar de administración, y no le ha resultado posible encontrar ‘camello’.

“No me aceptan porque no tengo experiencia”, comenta. “Había un trabajo para community manager, yo puedo hacer ya esa labor, pero me pedían un año de experiencia. Y yo, a veeer: ¿cómo voy a tener un año de experiencia si ni siquiera he salido de la universidad? Es que las empresas están pidiendo mucha experiencia y, para tenerla, uno tiene que haber comenzado como desde los 12 años”, manifiesta con ironía, entre risas.

Efectivamente, la falta de experiencia, como la que le exigieron a Danna, y la ausencia de pertinencia y calidad de los sistemas de formación y su desconexión con el mundo laboral, son algunas de las barreras que ponen de manifiesto los investigadores de la Universidad del Rosario en su informe sobre empleabilidad juvenil.

Se necesitan esquemas de formación permanente para el trabajo, advierte Jaramillo, porque, como explica, antiguamente nuestros abuelos y padres tenían un sistema de cualificación que los habilitaba, unos pilares básicos que les podían servir 15, 20 años. Sin embargo, hoy la preparación de un muchacho en un instituto tecnológico o técnico o en la universidad tienen ocasión de permanencia de solo cinco años porque el mundo actual tiene cambios permanentes y todo este desarrollo de las tecnologías de la información y de las comunicaciones ha ido reposicionando las habilidades en el mercado para las colocaciones.

"En muchos lugares piden experiencia laboral y uno que hace poco terminó los estudios, sabe que lo pueden rechazar por eso", dice el fisioterapeuta David Julián Otero Vélez, de 25 años.

Entonces, agrega Jaramillo, los empleadores no piden solo contenido sino otro tipo de habilidades. Se tenía previsto que esto llegara en 2025 o 2030, pero con la pandemia se aceleró: pensamiento crítico, pensamiento analítico, resolución de casos complejos, habilidades digitales, resiliencia, trabajo en equipo, actitud para el cambio. Hay unas nuevas habilidades que están en el foco de la demanda y muchas veces los jóvenes no tienen esa pertinencia y esa calidad, lo que frustra el acceso a ese primer empleo.

Alejandro Vásquez, presidente de la Asociación de Establecimientos Nocturnos de la ciudad Cali, Asonod, considera que en el país hay que preparar a los jóvenes en artes y oficios desde antes de ingresar a una universidad o a un instituto superior, con una capacitación que los habilite para ser económicamente activos.

Como están las cosas, dice Vásquez, Colombia debe replantear su pénsum, darles mucha fortaleza a instituciones como la Antonio José Camacho o el Sena, que son muy buenas, pero que deben ser aún mejores. Hay que replantear, en el caso de Cali, la vocación de esta ciudad. “Yo no sé hasta cuándo vamos a seguir, año tras año, sacando economistas, abogados, periodistas, un gran número de profesionales en cantidades. Tiene que haber un acuerdo con la academia, con el Estado, con los formadores, con el empresariado, para determinar cuáles son las nuevas vocaciones de Cali y del Valle en términos de agroindustria. Cali se tercerizó. Aquí la industria se nos fue, Cali se volvió una ciudad de servicios. Necesitamos sacar gente bilingüe, capacitar a los jóvenes en otros tipos de oficios que los haga productivos y económicamente activos en el corto plazo. No esperar a que tengan la oportunidad de una universidad y que salgan como abogados. Eso hay que replantearlo urgentemente, porque las decisiones que se tomen hoy, seguramente tendrán un impacto en algunos años”.

Para el director de la carrera de Economía de la Universidad Javeriana Cali, Jaime Ahcar, el tema de la desconexión entre la formación y el mercado laboral explica apenas parcialmente el problema del desempleo juvenil, pues la educación superior no reemplaza ni pretende reemplazar los programas de formación de las empresas.

Con apenas un centenar de profesiones o carreras técnicas no se puede pretender que se prepare a los estudiantes exactamente para lo que van a realizar en las miles de empresas que producen cientos de decenas de miles de productos y servicios con múltiples estilos, métodos y técnicas, explica Jaime Ahcar, doctor en Economía. La educación superior debe formar jóvenes capaces de analizar y entender el mundo en el que viven, el campo de estudio que han abordado, a trabajar en equipo y a encontrar soluciones funcionales y eficientes a los problemas que estudian, todo dentro de unos valores éticos y morales que faciliten la cohesión social.

“Lamentablemente, solo una fracción de los jóvenes accede a la educación superior. En nuestro país hay cerca de dos millones de jóvenes que no estudian ni trabajan, según el Laboratorio de Economía de la Universida Javeriana. Evidentemente, estos jóvenes no encajan en las necesidades que tienen las empresas. El problema aquí no es de calidad sino de falta de acceso a la educación. Pero, peor aún, solo el 61 % de los que sí tienen acceso a la educación superior lo hacen en universidades acreditadas, dejando a dos quintas partes de quienes tienen acceso a la educación superior, muy probablemente, con estándares de calidad débiles, que no son suficientemente valorados por el mercado laboral”.

Por lo pronto, asegura el economista, estamos en un momento en el que no es posible que el Estado se quede de brazos cruzados, debe inducir la contratación de jóvenes en sus entidades, en el corto plazo, y mejorar el acceso a la calidad de la educación, así como de las infraestructuras físicas que requieren las empresas, para que a futuro, la empleabilidad de los jóvenes sea mucho mejor.

Entre tanto, jóvenes desempleados como Daniel Alberto Cruz, de 20 años y residente en Candelaria, Valle y estudiante de Comunicación Social, piden a los empresarios que “den oportunidad a los jóvenes que tenemos ideas emprendedoras”. Pues muchos, como él, quieren trabajar para pagar sus estudios y otros compromisos.

​Este joven que se ha desempeñado antes como fotógrafo y diseñador gráfico, hace dos años que no halla trabajo. Él expresa que a los empresarios les falta creer en el talento, conocimiento e ideas de los jóvenes de hoy.

Daniel asegura que sin haber terminado la universidad, ya se siente preparado para ser community manager de alguna empresa. “Les puedo sugerir cómo tener más contactos con los clientes, más fidelidad de ellos, porque si los escuchan, sabrán lo que realmente quieren y sabrán sobre los productos que les quieren vender. Hay que hacer este tipo de innovación. Y los jóvenes de hoy en día tienen mentes muy brillantes para salir adelante”.

"Cuando me sacaron del trabajo fue muy fuerte emocionalmente, uno se siente angustiado... Estar desempleado afecta mucho", dice David Botero, de 25 años.

Buscando soluciones

Para generar empleo joven y formal en el país, el Gobierno Nacional ha implementado una serie de estrategias como el subsidio a la nómina, aportando el 25 % de un salario mensual a la empresa que contrate jóvenes entre los 18 y 28 años de edad.

En este sentido, se explica en el estudio de la Universidad del Rosario, el apoyo está condicionado en su temporalidad a contrataciones correspondientes al 2021 y hasta por un máximo de doce meses, sin exceder el 31 de diciembre de 2022.

De ahí que en este informe se señale que “resulta conveniente incorporar estrategia de continuidad de los incentivos a la contratación juvenil como política activa de Estado”.

Además, agrega el estudio, resulta deseable incluir condicionantes sociales (garantías de estabilidad respecto de las vinculaciones, porcentajes por contratación de poblaciones jóvenes vulnerables, mujeres, personas con discapacidad, etc.) para la rentabilización del esfuerzo fiscal.

Se unen a esta estrategia otras, como reconocer las prácticas empresariales, monitorías y trabajos como asistentes de investigación en grupos de investigación como tiempo de experiencia para acceder a puestos públicos; el derecho a deducir el 120 % de los pagos que se realicen por concepto de salario, en relación con los empleados que sean menores de 28 años (siempre que se trate del primer empleo de la persona) y la no exigencia de la presentación de la libreta militar para que los varones accedan a un trabajo (eso sí, tienen hasta 18 meses para acreditar su situación militar).

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Estas son iniciativas que van en buena dirección y no deben ser vistas como paliativos, en opinión de Jaime Ahcar, director de la carrera de Economía de la Javeriana Cali, pues estos requisitos constituyen muchas veces obstáculos reales que frenan el acceso de los jóvenes al empleo y al removerlos se facilita la contratación. Evidentemente, asegura, “no son suficientes para solucionar un problema de tan grandes magnitudes”.

La empresaria Carmen Elisa Ordóñez, gerente de Proyectos Industriales Ltda (empresa que elabora piezas plásticas, como envases, para productos de diferentes tipos) es una de las que desea acogerse al subsidio del 25 % que está otorgando el Gobierno y ahora trata de conseguir tres jóvenes entre los 18 a 28 años para que trabajen en la compañía de la cual es dueña junto a su esposo. Aunque, la verdad, no comparta del todo esta iniciativa, pues dice que le encuentra fallas.

A ella no le parece justo que en su empresa no pueda reemplazar a un trabajador que murió por covid por un joven. “Solo cubren el 25 % del salario si uno incrementa la nómina. Eso no está bien. Si yo voy a despedir a una persona de 30 o 50 por un joven para ganarme el subsidio, perfecto, no estoy de acuerdo con eso. Pero si hay razones de fuerza mayor, como el caso del que se muere, se jubila o se retira porque le resultó una mejor oferta, pues hombre, permitan contratar a una persona joven y que el empresario acceda al beneficio. Eso me parece una falla de esa oportunidad que ha brindado el Gobierno Nacional”.

Por eso, asegura esta abogada que las empresas medianas, pequeñas y micro lo que necesitan es una verdadera política para que se apalanquen y, como resultado de su apalancamiento y crecimiento, puedan contratar toda la mano de obra que necesiten, “sin necesidad de que nos den plata. Lo que necesitamos son políticas diferenciales, que le digan a uno: ‘aquí hay unos créditos blandos para capital de trabajo, incentivos, usted estuvo parado mucho tiempo, sus ventas han caído, acójase a esto’”.

Acciones que emprender

Acogiendo las reflexiones que se hacen en la investigación de la Universidad del Rosario y los consejos dados por expertos consultados, estas son algunas de las recomendaciones para reactivar el trabajo juvenil:

1. Tener presente que las garantías del primer empleo se han mostrado ineficaces por propender vinculaciones temporales y centrar la estrategia en el impulso de políticas de promoción del emprendimiento para deslaborizar la vinculación y trasladar la responsabilidad ocupacional al conjunto de trabajadores.

2. Desde la Administración local y Departamental, en materia de empleo en Cali y el Valle, lo principal es recuperar el clima de los negocios, muy afectado por los bloqueos en mayo. Se debe promover el acceso a la educación superior de calidad y actuar de forma proactiva, creando directamente empleos, para resolver problemas reales, no para crear burocracia, al tiempo que se apoya a las empresas con las infraestructuras y la reducción de los trámites y reglas que dificultan la actividad comercial.

3. Los empresarios deben darles su voto de confianza a los jóvenes que, junto a las mujeres cabezas de hogar y desplazados, deberían recibir una mirada más benévola de parte de muchos de ellos.

4. La academia debe estar dispuesta a innovar, a acercarse más al sector productivo y reforzar la calidad de la educación para que los jóvenes que acceden al mercado laboral muestren unos niveles de competencia suficientemente atractivos para el incremento de la capacidad productiva del sector privado y para que el sector público mejore la calidad de la administración pública con funcionarios mejor capacitados y mejor adaptados a las tecnologías del momento.

"Todo lo que ofrece el Gobierno es para los de estratos 1,2,3. Se olvida de jóvenes como yo, de estrato 4, que también queremos trabajar", dice Danna de la Cruz.

Tenga en cuenta

Según el Ministerio del Trabajo, las cinco ciudades con mayor desempleo juvenil en el trimestre abril junio 2021 fueron en su orden:

Sincelejo: 31,5; Cali: 31,5; Ibagué 31, 4; Florencia 31, 3 y Valledupar 29,7

”Ahora mismo y mientras se mantienen altos niveles de desempleo, ocasionados por las medidas restrictivas a la movilidad para atender la situación de emergencia generada por la pandemia, es necesario mantener medidas de subsidio a la nómina y protección a la empleabilidad. En ese sentido se ha propendido por incluir la extensión del programa PAEF, así como el subsidio a la nómina del 25% por la contratación de jóvenes, en el proyecto de ley de inversión social para que estos programas puedan ser financiados y ampliar su tiempo de operación”, aseguró a El País el Ministerio de Trabajo.

Desde la función de Inspección, Vigilancia y Control que ejerce el Ministerio de Trabajo “se ha instado a la vinculación formal y en condiciones de trabajo decente por parte de las empresas a nuestros jóvenes”.