Mientras observa las gráficas en su computador, el doctor Jorge Quiñones, considerado una autoridad en materia de toxicología en Colombia, confirma que la pandemia del nuevo coronavirus empeoró la salud mental de los habitantes de Cali.
— En 2019, año regular, sin pandemia, las intoxicaciones cuyo motivo era el suicidio representaron el 47.4% de los casos. A junio de 2021, en cambio, después de un año y cuatro meses de pandemia, las intoxicaciones por suicidio subieron al 54%. Bastante. Eso es un indicador muy evidente de que la salud mental está comprometida. La gente, por temor a contagiarse del virus que causa el covid, y las cuarentenas, dejó de ir a los hospitales a consultar.
El doctor Quiñones lo vive en carne propia: sus vecinos van hasta su casa para, con el debido distanciamiento, a hacerle consultas así no sean de su especialidad, pues le aseguran tener miedo de contagiarse yendo a los consultorios de sus médicos. Eso le indica que los pacientes están en busca de sus propias soluciones a los problemas de salud mental, lo que también explica en parte lo que ha ocurrido en Cali en el último año: el aumento tanto del consumo de drogas psicoactivas, como de fármacos de uso psiquiátrico, sin supervisión médica o para un uso “no médico”.
— Casi la mitad de las intoxicaciones reportadas en los últimos meses con motivo de intentos de suicidio fueron con fármacos de uso psiquiátrico. ¿Qué significa eso? Que hay una asociación entre la enfermedad mental, intentos de tratamiento, e intentos de suicidio con estos medicamentos. Las personas toman drogas psiquiátricas y en un momento dado las utilizan para matarse, aumentando las dosis. Es una asociación bastante vieja. Cuando empeora la enfermedad mental, aumenta el suicidio. Es muy raro que alguien se intoxique por accidente con medicamentos psiquiátricos como antidepresivos, ansiolíticos o estabilizadores del ánimo. Por eso, en la medida en que la gente no accede a la consulta especializada debido a la pandemia, se agudizan esos problemas de salud mental y por consiguiente, aumentan los intentos de suicidio.
Según Medicina Legal, en los primeros cinco meses de 2021, 1.051 personas se quitaron la vida, un incremento del 14,6 % con respecto al mismo periodo de 2020, cuando se reportaron 917 suicidios.
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Según el Instituto de Medicina Legal, en los primeros cinco meses de 2021 1.051 personas se quitaron la vida en Colombia, un incremento del 14,6% con respecto al mismo periodo de 2020, cuando se reportaron 917 suicidios.
En un informe del Observatorio Mental de Cali sobre el consumo de sustancias psicoactivas durante 2020, el año del inicio de la pandemia, se lee lo siguiente:
“Se ha evidenciado la presencia de ansiedad, depresión, estrés y uso de sustancias psicoactivas legales e ilegales en la población general”; “los sistemas de información del sector salud, respecto a los eventos de salud mental, se han visto afectados, reflejando una reducción en la notificación de casos, situación atribuida a las restricciones para acceder a los servicios de salud a razón de las medidas de confinamiento y de la percepción de riesgo de la ciudadanía”; “el año 2020 presentó una disminución en las consultas del 52,4%, en comparación con lo reportado en 2019)”.
Los hombres entre los 29 y 59 años reportan mayor número de suicidios en Colombia este año: 373 casos, frente a 66 de mujeres. Le siguen los hombres jóvenes, entre los 18 y 28 años, con 250 reportes, frente a 63 de mujeres.
Stephanie Manrique Sterling es psicóloga. Hasta hace unos días trabajaba en una IPS que se dedica a sanar consumidores de sustancias psicoactivas: la Fundación Vive la Vida. Allí fue testigo de lo que le pasó no solo en Cali, sino en el resto del mundo: la pandemia, el confinamiento, elevó los niveles de ansiedad, incertidumbre y depresión entre la población.
Miles perdieron sus empresas a raíz de las consecuencias a la economía que trajo consigo el virus. Otros quedaron desempleados; las cifras de los que se quedaron sin trabajo triplican, de hecho, a quienes se contagiaron de SARS-CoV-2; otros se divorciaron: la Superintendencia de Notariado dice que entre enero y marzo de 2021 hubo 67 divorcios por día; 105 mil personas pasaron por el duelo de perder un ser querido a causa del covid y ni siquiera pudieron despedirse; vivíamos encerrados, conectados a través de pantallas. Lo uno o lo otro llevaron a algunos a optar por el consumo de sustancias psicoactivas como un intento de escape, así las consecuencias a la larga sean funestas.
En el informe del Observatorio de Salud Mental de Cali se lee que llama la atención el consumo accidental de sustancias psicoactivas en niñas de primera infancia, “asociado principalmente a sedantes, disolventes volátiles y alucinógenos”; “los trastornos por uso de sedantes o hipnóticos se presentaron principalmente en mujeres y aquellos relacionados con uso de cannabinoides, alcohol, cocaína, opiáceos y tabaco, en hombres”.
— Como especialista en el área de prevención y tratamiento del consumo de drogas, he identificado ese aumento del consumo de sedantes. Eso se debe al insomnio colectivo que generó la pandemia, y la reciente situación social de Colombia que desató movilizaciones masivas. No podíamos dormir a causa de esa presión social, lo que genera una sensación permanente de agotamiento, falta de concentración, irritabilidad, una inestabilidad general a nivel de salud mental. Eso generó un aumento en el consumo de sedantes para tratar de regular el sueño. El problema es que a la larga ese comportamiento sin un seguimiento médico acentúa la depresión. Los sedantes son depresores del sistema nervioso central. Tengo pacientes dependientes de estas sustancias – dice Stephanie.
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No solo sucede en Cali, por supuesto. El Informe sobre las Drogas 2021, de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, Unodc, asegura que 275 millones de personas en todo el mundo utilizaron drogas durante el último año, un incremento del 22% en relación a 2010. También se estima que medio millón de personas murieron en 2019 por causas relacionadas con el consumo de drogas. En Cali, según el Observatorio de Salud Mental, fueron reportadas 22 muertes en 2020; 13 mujeres, 9 hombres. “Se observa un incremento del porcentaje de consultas por urgencias, en comparación con lo observado para el año 2019”.
Volviendo al informe de la ONU, la mayoría de los países que participaron del estudio sobre el uso de drogas en el mundo informó un aumento del consumo de cannabis durante la pandemia. En las encuestas realizadas al personal de salud de 77 países, 42% afirmó que el consumo de cannabis había incrementado. También se ha observado un aumento del uso no médico de medicamentos durante el mismo periodo.
Parte del problema es que entre los jóvenes tienen la percepción que drogas como la marihuana no son peligrosas. “La menor percepción de los riesgos del consumo de drogas tiene una relación directa con las mayores tasas de consumo, y las conclusiones del informe enfatizan la necesidad de cerrar la brecha entre la percepción y la realidad para educar a los jóvenes y salvaguardar la salud pública", dijo Ghada Waly, directora ejecutiva de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito.
La Secretaria de Salud de Cali, Miyerlandi Torres, reconoce que una de las debilidades de la ciudad es que no existe un sistema de información que permita cuantificar con precisión cuántas personas consumen droga, pero hay pistas que permiten dimensionar la magnitud del fenómeno. Solo en 2019 se registraron 14.658 consultas médicas relacionadas con el consumo de sustancias psicoactivas.
— Sí hay un consumo de drogas psicoactivas problemático en Cali, por lo tanto es necesario establecer un programa de atención y prevención. A mediados del 15 de julio de 2021 presentaremos la Política de Salud Mental– anuncia la Secretaria.
Entre otras iniciativas, el borrador de esa política incluye fortalecer la Línea de Atención 106, atendida por psicólogos. En el Valle del Cauca, la Línea recibe alrededor de 3 mil llamadas al mes desde que se decretó la emergencia sanitaria por la pandemia. La política implementará además la ruta de atención integral de sustancias psicoactivas - que ya existe a nivel nacional - y la construcción de un Centro de Prevención del Consumo.
— Lo que queremos es hacer valer los derechos de las personas con problemas de salud mental, y cumplir la normatividad que ya existe en el país. Hemos diseñado un modelo de intervención que incluye iniciativas culturales, deportivas, espirituales, de diseño de proyecto de vida. Iniciaremos con un piloto – continúa Miyerlandi Torres.
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El consumo de drogas también aumentó en Cali por la falta de presencia policial en algunos de los puntos donde por más de dos meses hubo bloqueos internos en los días del Paro Nacional. Sucedió en Puerto Rellena, ahora conocido como Puerto Resistencia.
Allí los muchachos que hacían parte de la primera línea de manifestantes denunciaron amenazas por parte de bandas de sicarios para que no levantaran el bloqueo, pues de esa manera, sin la presencia de la Policía ni de ninguna entidad del Estado, las bandas podrían consolidar su dominio territorial y el negocio del microtráfico de drogas. El bloqueo del Paso del Comercio, al norte, fue escenario en cambio de una disputa entre bandas para dominar esa frontera convertida en lugar de expendio de alucinógenos. Algo similar ocurrió en Siloé.
— El consumo de droga en el barrio está elevadísimo. Hay mucho perico circulando en las calles. El punto donde estaba el bloqueo perdió el sentido de la protesta que inicialmente tuvo, y se convirtió en una zona de expendio de drogas. Justamente por eso se llegó a un acuerdo con diferentes actores para levantar el bloqueo. El caso es muy complejo porque la presencia de la Policía es nula en algunos sectores de Siloé. Desde que comenzó el Paro Nacional en abril, no hay presencia permanente en la comuna, y hay sitios donde los policías no entran. Eso ha permitido que el microtráfico de drogas se mueva libremente. Los expendios proliferaron – dice Yonny Rojas, líder social del barrio y director de la Fundación Créalo.
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El escritor Gustavo Andrés Gutiérrez, fundador de Biblioghetto, una biblioteca ambulante con la que pretende prevenir la violencia y el consumo de drogas en el barrio Petecuy y otros barrios del oriente, cuenta que ante la falta de presencia policial desde los días del Paro Nacional, conseguir droga es mucho más sencillo.
— El consumo está disparado. Y eso también se debe a la falta de programas sociales, culturales y deportivos por parte de la actual Alcaldía. Las ciclorutas y los programas deportivos fueron suspendidos, lo que influye en la salud mental. No hay lugares de esparcimiento. Los comedores comunitarios no funcionaron durante varios días, y el daño social que eso causó fue enorme en una ciudad donde, por la pandemia, hay familias que no tienen para comer. Igualmente los programas de prevención de la violencia y el consumo hacen falta. No hay, en los territorios, esa presencia del Estado con iniciativas donde los jóvenes que consumen drogas vean una oportunidad de rehabilitarse, estudiar, conseguir un empleo, como lo hubo en alcaldías anteriores. Hoy, las fundaciones particulares estamos haciendo lo que podemos – dice Gustavo.
La psicóloga Mara Tamayo trabaja con jóvenes de colegios y universidades de todos los estratos. Desde su consultorio advierte que la salud mental de la población está desentendida. Es un problema evidente en años anteriores, agudizado por la pandemia. En días en los que el desempleo en Cali llegó al 24.3% según el Dane, no son pocas las familias que no tienen cómo pagar una consulta psicológica particular. Las citas que otorgan las EPS son tardías y siempre con un especialista diferente, lo que no permite tratamiento alguno.
— Las personas que requieren atención por problemas de salud mental son tantas, que en mi caso he atendido pacientes gratis. Todavía no se ha entendido que la salud mental es tan importante como la salud física. Mira lo que ha pasado: el vandalismo tiene muchas explicaciones, entre ellas gente que está saturada y explota y sale a acabar con todo. Y no precisamente son delincuentes. Lo que he visto entre mis pacientes jóvenes es una indignación generalizada. Porque los gobernantes les dicen mentiras. Les hablan de matricula cero y después no aprueban esas leyes. Se dan cuenta de esa burla de los gobernantes hacia la juventud, y protestan. Manifiestan un desapego a la vida, la actitud de quien no tiene nada que perder. La salida está en asegurar, desde la primera infancia, una atención a la salud mental y priorizar la prevención del consumo. Que los colegios cuenten con psicólogos que les brinden las herramientas a los niños para que en el momento en el que les ofrezcan droga, sepan qué decidir. El problema es que en el caso de las entidades oficiales, esos cargos, en ocasiones, son ocupados por funcionarios que no tiene la capacidad para abordar estos temas, sino que llegan allí por favores políticos. En una ocasión, hace unos años, la ‘psicóloga’ de un colegio era una señora que leía las cartas de los ángeles... Insisto: en Cali la salud mental de la mayoría de la población está desatendida, y eso se traduce en lo que ocurre hoy con el aumento del consumo de sustancias psicoactivas.
En cifras
6.980
consultas relacionadas con consumo de Sustancias Psicoactivas se registraron en Cali en 2020, mientras que en 2019, año sin pandemia, las consultas ascendieron a 14.658.
3.826
casos de quienes consultaron fueron considerados como “consumo problemáticos”, mientras que en 2019 fueron 8.029, según los reportes del Observatorio de Salud Mental.
50 %
de los casos presenta edades inferiores a los 25 años y 75 % no supera los 35 años. La vigencia 2020, reporta un ascenso leve de la mediana de edad, en comparación con 2019.
70 %
de los casos corresponde a hombres y 30 % a mujeres; los rangos de edad entre 20 a 24 años, 15 a 19 años y 25 a 29 años presentaron el mayor número de eventos.
47 %
de los casos reportados en e 2020 pertenece al régimen subsidiado y 30 % al régimen contributivo; 4 % corresponde a población pobre no asegurada.
¿En qué va la construcción del Centro de Prevención al Consumo?
A finales de 2020 la alcaldía de Cali anunció la construcción de un Centro de Prevención y Atención Integral al Consumo de Sustancias Psicoactivas.
“Una política de psicoactivos, este será otro de los macro proyectos importantes durante nuestro gobierno. Una lucha frontal frente al consumo de drogas que está de la mano de entender que la farmacodependencia es un problema de salud pública y que demanda una acción integral de todas las instituciones del Estado. Por eso vamos a constituir el sistema distrital de atención a quien está en adicción”, dijo el alcalde Jorge Iván Ospina.
En teoría, para la construcción de este Centro se iba a destinar uno de los terrenos que le entregó a la ciudad la Sociedad de Activos Especiales, SAE. Sin embargo, pese a los anuncios mediáticos, la entrega de esos lotes no se ha finiquitado debido a dificultades técnicas y objeciones en el proceso de entrega de los terrenos. Por ello, de momento, el Centro de Prevención al Consumo aún no tiene un terreno definido para construirse.
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Según lo explicó la Alcaldía, entonces, se están haciendo gestiones con Cisa, Central de Inversiones, una entidad vinculada al Ministerio de Hacienda y Crédito Público, que tiene por objetivo comprar, comercializar y administrar todo tipo de inmuebles y cartera, para conseguir en donación el lote.
Debido a que aún no se cuenta con el terreno, el proyecto del Centro de Prevención tampoco tiene los diseños finales listos, que dependerán del espacio en el que se construirá.
“Lo que se ha establecido por ahora es que el Centro tendrá 22 consultorios para psicología, psiquiatría, trabajo social, salones de terapia ocupacional, auditorio para reuniones, farmacia, biblioteca, gimnasio, huertas, canchas de fútbol y otros deportes, área de internación, entre otros espacios que permitan una atención integral”, explica la médica cirujana María Piedad Echeverry, gerente de la red de salud ladera de Cali, la entidad encargada de construir el Centro, y quien lo ha venido advirtiendo: es evidente que la ciudad atraviesa por una “emergencia psicológica”.
“Hoy hay un enfoque de la salud hacia la pandemia, la vacunación contra el covid, que por supuesto debe ser una prioridad, pero como médica siento que hay factores que están afectando de manera evidente el bienestar mental de los ciudadanos y se deben atender. Lo que hemos evidenciado es una sensación de ansiedad en la población que está llevando al aumento del consumo de drogas. La convivencia en las familias cambió por la virtualidad y la comunicación no siempre es asertiva. Desde las EPS no hay estrategias de prevención claras. Por eso es urgente aumentar la capacidad de respuesta a estos problemas de la salud mental de los caleños y el Centro de Prevención del Consumo hace parte de esa respuesta. Es una prioridad de la alcaldía”.
La Secretaria de Salud de la ciudad, Miyerlandi Torres, agrega que pese a los inconvenientes para la consecución del lote donde se construirá el Centro de Prevención al Consumo, “tenemos plan a, b, c y d. Es un proyecto que deberá empezar a hacerse realidad este año”.
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Efectos de la pandemia en el consumo
de drogas se sentirán “por años”: ONU
La pandemia de covid-19 aumentó el consumo de drogas, al tiempo que influyó en las dinámicas del mercado de estupefacientes, advirtió la ONU.
“Los mercados de drogas se reanudaron rápidamente tras las perturbaciones iniciales al comienzo de la pandemia, y al mismo tiempo el coronavirus acentuó las desigualdades, la pobreza y los problemas de salud mental en todo el mundo, todos ellos factores conocidos para incitar al consumo de drogas”, aseguró la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, en su informe anual.
La pandemia también tuvo un impacto en los circuitos de distribución, que se volvieron más “innovadores”. “El tráfico callejero” cedió paso a “métodos sin contacto como la compra en línea y las entregas vía el servicio de correos, o incluso por dron”.
Entre los pocos avances positivos observados por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, la superficie de las plantaciones de coca se redujo 5% en 2019 gracias a los esfuerzos de países como Colombia.
Pese a ello, gracias a un mejor rendimiento, la producción mundial siguió registrando récords, ascendiendo a 1.784 toneladas en 2019, el doble de 2014, en un contexto de “diversificación de las cadenas de suministro en Europa”, fenómeno que “hace bajar los precios y aumenta la calidad”.
El informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito se basa en la información reunida por la Oficina sobre la base de las respuestas recibidas de los Estados miembros, sus propias dependencias y el análisis de fuentes abiertas, medios de comunicación e informes institucionales.
Crece consumo en personas de edad
De otro lado, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, Jife, advirtió sobre el consumo de drogas entre las ‘personas mayores’.
Según un estudio de la Jife, a medida que la población mundial envejece, “también ha aumentado el número de personas mayores con trastornos por consumo de drogas. Los datos han demostrado un aumento del uso de analgésicos, tranquilizantes, benzodiazepinas y sedantes por parte de las personas de edad durante la última década”.
Cornelis de Joncheere, presidente de la Jife, aseguró que la pandemia ha tenido un efecto desproporcionado en el bienestar de las personas de edad. “También existe una epidemia de consumo de drogas que afecta a este grupo de población. El consumo de drogas y las muertes relacionadas han ido en aumento entre las personas de edad, como también se ha ido incrementando el número de personas de edad que reciben tratamiento por problemas de consumo de drogas”.