La denuncia la publicó Amnistía Internacional, en un informe titulado ‘La copa de la vergüenza’. Según esta organización de defensa de los derechos humanos, en Qatar, donde se jugará el Mundial de Fútbol 2022 a partir del próximo 20 de noviembre, los migrantes que construyeron los estadios y ampliaron los aeropuertos fueron explotados de múltiples maneras.

“Migrantes procedentes de Bangladesh, India y Nepal, que trabajan en la reforma del emblemático estadio Jalifa y el ajardinado de las instalaciones deportivas y zonas verdes circundantes, la denominada ‘Aspire Zone’, son objeto de trabajo forzado. No pueden cambiar de trabajo, no pueden salir del país y suelen tener que esperar meses para cobrar sus salarios. Mientras, la FIFA —organismo internacional de gobierno del fútbol—, sus patrocinadores y las empresas de construcción implicadas se preparan para obtener ingentes beneficios económicos de la celebración del torneo”, dice el informe.

Una de las formas de explotación a los migrantes identificadas por Amnistía Internacional es el pago de comisiones para encontrar un trabajo relacionado con el Mundial. “Los trabajadores con los que hablamos habían tenido que pagar sumas que iban desde 500 a 4.300 dólares a contratistas sin escrúpulos en sus países de origen. Muchos están endeudados, por lo que temen dejar su empleo cuando llegan a Qatar”.

Sakib, un jardinero de Bangladesh, denunció que pidió un crédito para pagar 4.000 dólares a un agente de contratación. Y no fueron pocos los migrantes que llegaron en busca de una oportunidad en Qatar, un país ubicado al oeste de Asia, junto a las aguas del Golfo Pérsico. Se calcula que hay dos millones de migrantes, a quienes el sueldo por su trabajo en las obras relacionadas con la Copa del Mundo no siempre llega puntual (en teoría el salario mínimo que les deben pagar es de 2200 dólares).

“A veces no se pagan los sueldos durante varios meses. Esto puede tener consecuencias desastrosas, ya que los trabajadores no pueden pagarse la comida, enviar dinero a sus familias ni hacer pagos sobre préstamos asociados a la contratación. Una situación que a muchos los lleva al borde de la desesperación”, advierte Amnistía Internacional.

Los empleadores, además, retienen los pasaportes de los migrantes, “hasta que termine el contrato”. Son los que deciden si se pueden ir o no de un trabajo. Quien reclame, es amenazado con ser denunciado ante la Policía para su posterior deportación.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) reveló además que 50 trabajadores murieron durante las obras para el Mundial; 500 sufrieron heridas graves y 37.600, lesiones leves. “Debemos movernos con urgencia para prevenir este tipo de situaciones, ya que detrás de cada estadística hay un trabajador y su familia”, dijo Max Tuñón, Jefe de la Oficina de Proyectos de la OIT en Qatar. La entidad desmintió los rumores que aseguraban que los muertos por las obras para el torneo pasaban los 6.000, aunque denunció que existen trabas para acceder a la información de lo sucedido con los trabajadores fallecidos.

De hecho, tanto Amnistía Internacional como un grupo de organizaciones de defensa de los derechos humanos lanzaron una campaña para exigirle a Qatar y a la FIFA crear un programa de indemnización para los trabajadores que sufrieron abusos en las obras.

“En medio de este clamor creciente, la voz más crucial de todas ha guardado un silencio notable: la de Gianni Infantino, presidente de la FIFA”, escribió en el periódico Le Monde de Francia la secretaria general de Amnistía Internacional, Agnès Callamard.

“A pesar de las garantías privadas y públicas de la FIFA, que afirmó estudiar la propuesta para indemnizar a los trabajadores, Gianni Infantino, excepto algunas banalidades, ha eludido constantemente la cuestión. Aún no ha respondido a nuestra carta conjunta”, agregó.

La precaria situación de los migrantes versus los montones de dinero que giran en torno al Mundial– se calcula que los ingresos de la FIFA superarán los 2000 millones de dólares – es apenas uno de los lados oscuros que están saliendo a flote sobre lo que hay detrás del torneo más importante del mundo y su sede en 2022.

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El documental está disponible en HBO. Se llama ‘Los hombres que vendieron la copa del mundo’. Allí se denuncia la enorme corrupción que permitió que Qatar, una nación de veranos inclementes, no aptos para la práctica del fútbol, fuera designada como sede del mundial, por encima de Estados Unidos.

El documental narra la historia de los reporteros Heidi Blake y Jonathan Calvert, del periódico británico Sunday Times, quienes, en 2015, en un reportaje que se publicó en 11 páginas, demostraron que funcionarios de la FIFA recibieron sobornos a cambio de votar a favor de la elección de Rusia y Qatar como sedes de los mundiales de 2018 y 2022.

Apelando al periodismo de infiltración, los reporteros se hicieron pasar por empresarios que buscaban hacer lo que fuera necesario para que un país obtuviera la sede del mundial y hablaron con funcionarios de la FIFA, a quienes grabaron. Los sobornos que se deben pagar para garantizar los votos van desde los diez mil hasta los 200 mil dólares.

Pero no solo eso. Detrás de un voto positivo para una nación que pretenda ser sede de un mundial hay también intereses políticos y comerciales. Y en tiempos de crisis energética, Qatar es un aliado imprescindible.

El país, donde existe una monarquía absoluta (ha sido gobernado por la familia Al Thani) tiene la tercera mayor reserva mundial de gas natural. Es decir que además de dinero, cuenta con poder sobre otras naciones para incidir en decisiones como votar la sede de un mundial. Y ser sede del torneo de fútbol más importante del mundo garantiza sobre todo eso: prestigio político, la posibilidad de consolidarse en cualquier gobierno. Los funcionarios que se encargaron de mover las fichas necesarias para que Qatar fuera sede de la Copa del Mundo por encima de Estados Unidos son vistos en el país como héroes nacionales.

La historia descubierta por los reporteros del Sunday Times demostró lo que se comentaba desde hace años: la corrupción en la FIFA está naturalizada, normalizada. Para tomar una decisión, se pide algo a cambio.

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Las polémicas que genera la sede del Mundial también abarcan prácticas como el espionaje. Qatar acaba de ser acusado de ser “el origen del espionaje” a cincuenta personalidades por piratas cibernéticos. La denuncia, de nuevo, la hizo el diario británico The Sunday Times, que aseguró en una investigación que periodistas, abogados, legisladores e incluso el expresidente de la UEFA, Michel Platini, “han sido el blanco de piratas digitales contratados para proteger la reputación de Qatar”.

Todos fueron espiados debido a sus posiciones críticas sobre el país, después de cuestionar el trato hacia los trabajadores migrantes en las obras relacionadas con el torneo, como la ampliación de los aeropuertos, o las violaciones de los derechos de mujeres y personas LGBTIQ+.

En Qatar, las leyes contemplan cárcel durante al menos un año para las personas homosexuales que muestren su orientación sexual en público.

De hecho, el embajador del Mundial y exfutbolista de Qatar, Khalid Salman, aseguró en una entrevista en televisión que la homosexualidad “es un daño mental”. Y advirtió: “Durante el Mundial pasarán muchas cosas en el país. Hablemos de los homosexuales. Todo el mundo aceptará que vengan. Pero tendrán que someterse a nuestras reglas”.

Human Rights Watch denunció en un extenso informe que “las fuerzas del Departamento de Seguridad Preventiva de Qatar han arrestado arbitrariamente a personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales y las han sometido a malos tratos durante su detención”.

La organización defensora de los derechos humanos documentó “seis casos de palizas graves y repetidas y cinco casos de acoso sexual bajo custodia policial entre 2019 y 2022”.

“El gobierno qatarí debería poner fin inmediatamente a estos abusos y la FIFA debería presionar al gobierno qatarí para que garantice una reforma a largo plazo que proteja a las personas LGBT de la discriminación y la violencia”, agregó la entidad.

En otro informe, Human Rights Watch explicó que en Qatar hay todo un “sistema discriminatorio de tutela masculina”, que le niega a las mujeres el derecho a tomar decisiones importantes sobre sus vidas, como casarse, estudiar, trabajar o viajar. Es decir, las mujeres en Qatar deben ‘pedirle permiso’ a su tutor masculino para tomar alguna de esas decisiones.

“La tutela masculina refuerza el poder y el control que tienen los hombres sobre las vidas y elecciones de las mujeres y puede alentar o propiciar situaciones de violencia, lo que deja a las mujeres con menos opciones viables para escapar de abusos en la familia o por parte de sus esposos”, dijo Rothna Begum, investigadora sobre derechos de la mujer de Human Rights Watch.

El problema es que, como ya sucedió tras las denuncias que realizaron los reporteros del Sunday Times, cuando ruede el balón en la Copa del Mundo lo más probable es que todo lo anterior se olvidará.