No cayeron bien entre muchos ciudadanos las palabras del Papa Francisco durante la primera audiencia general del año celebrada en el Vaticano, el 5 de enero, mientras hablaba sobre San José, el padre terrenal de Jesucristo. El Sumo Pontífice criticó el hecho de que muchas parejas decidan no tener hijos o solamente tener uno, pero en cambio, prefieran tener perros y gatos.

“Muchas parejas no tienen hijos porque no quieren o tienen solamente uno porque no quieren otros, pero tienen dos perros, dos gatos... sí, perros y gatos ocupan el lugar de los hijos... este hecho de renegar de la paternidad y la maternidad nos rebaja, nos quita humanidad”, precisó el máximo líder de la Iglesia Católica.

Para caleños como la fundadora de la Fundación Paz Animal, Liliana Ossa, las palabras del Papa son “desafortunadas” y argumenta que se debe respetar el hecho de que haya gente que considera, “que no es viable traer más hijos a este planeta donde ya ni cabemos y es preferible volcar amor a otras especies, que necesitan de todo el amor posible, por la crueldad con la que son tratados en el mundo”.

La reconocida defensora de los animales y ex profesora de filosofía añade que, sobre todo, la gente menor de 50 años consideró las frases del Pontífice como atrevidas, porque “la familia de hoy es interespecie, ya no es padre, madre e hijo. Uno conforma su familia como quiere”.

Se esté o no de acuerdo con el Papa Francisco, lo cierto es que la presencia de las mascotas en los hogares colombianos cada día es más fuerte y ha crecido a raíz de la pandemia. Lo demuestran las cifras. De acuerdo con una encuesta de Kantar Ibope Media, el 45 % de los entrevistados son dueños de una mascota. De ese total, 73 % tiene perros, 52 %, gatos; 17 %, pájaros (aunque son considerados animales silvestres) y 14 %, otros animales.

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Y para la gran mayoría de los dueños de este tipo de animales (85%), la mascota que vive con ellos es considerada parte de la familia.

“Es que un animal de compañía para un individuo, una pareja o la familia en general, trae muchos beneficios”, como lo señala el psicólogo y docente de Areandina Pablo Monsalve: fortalecen el sentido de responsabilidad haciendo que sus dueños establezcan prioridades, identifiquen las necesidades de las mascotas y puedan suplirlas; evitan las sensaciones de soledad y alivian la depresión; pueden estimular el contacto físico y reducir la percepción de inutilidad; favorecen la actividad física, pues fomenta en los tenedores de los animales conductas como salir al parque, correr con sus animales o por lo menos, caminar con ellos.

Además, favorecen la relaciones sociales: los dueños aprenden a relacionarse con otras personas como los veterinarios, vendedores de productos para su mascota, pero también fomenta la interacción con otros tenedores de animales o bien, con las personas que se acercan a acariciar al animal.

La psicóloga Carolina Rojas añade que la influencia positiva de una mascota comprende varios aspectos a nivel psicológico, biológico, social y personal. “Cada vez más se descubren diferentes aspectos, tales como que se potencializa el sentido de responsabilidad, de motivación; ayudan a la prevención del estrés y enfermedades cardiovasculares, entre otras, ya que el sentimiento de poder cuidar, de ser protector de otro ser vivo genera ganas de continuar viviendo y encontrar soportes o herramientas para afrontar la soledad; generan felicidad proporcionando una serie de aspectos muy importantes para la calidad de vida de cada ser humano, como por ejemplo, la reducción de sentimientos como la soledad, la minusvalía, los dolores crónicos, vacío o angustia y permite una mejor interacción de la persona con su entorno”.

Son tantos los beneficios de contar con una mascota que médicos y psiquiatras las recomiendan dentro de las terapias de soporte emocional, agrega la especialista Carolina Rojas.

Una delgada línea

De acuerdo con Ricardo Loaiza, médico veterinario del Grupo Bios para las marcas Ringo y Mirringo, animales de compañía como nuestros perros y gatos cada vez están más cerca de nuestros corazones y escalan importantes posiciones en nuestros hogares, pasando de ser una mascota apreciada a convertirse en hijos y hermanos de cuatro patas, ganándose un trato que antes era solo para nuestros congéneres humanos.

Sin embargo, por ese vínculo afectivo tan fuerte se llega en muchos casos a la humanización de la mascota, que como explica el veterinario, “es querer que nuestros animales adopten comportamientos, posiciones o tendencias propias e inherentes a los seres humanos, limitando actividades propias de su especie como olfatear y socializar con otros de su especie o cambiar sus dietas nutricionales por las que consume la familia, con alto riesgo de mal nutrición, intoxicaciones y falencias alimentarias”.

Dentro de estos actos de humanización y sus lamentables consecuencias para las mascotas, destaca Ricardo Loaiza, al igual que sus colegas María del Mar Martínez, del Hospital Veterinario San Bernardo, de Cali, y María Angélica Forero, docente de la Universidad San Martín, están:
-Ponerles de forma frecuente prendas de vestir, disfraces, que, utilizados de mala manera, los hacen sentir incómodos y pueden afectar su pelaje y su salud. Hay animales que llegan a tener un clóset de ropa más grande que el de sus propios dueños.

Cuenta la médica veterinaria María del Mar Martínez que a su consultorio llegó una señora en busca de ayuda porque su perrito de un momento a otro se puso muy agitado y estaba deshidratado. Le tomaron la temperatura y estaba elevada. Le retiraron el saco que traía, lo canalizaron y le hicieron hidratación intravenosa. A la media hora el perrito estaba bien. “Sufrió un golpe de calor por su manto tupido y el saco grueso que tenía”, recuerda la doctora. “A veces no nos damos cuenta de que las cosas que hacemos pueden afectarlos”, señala.

-Hacerles moños, trenzas, peinados, utilizando silicona u otros productos que afectan su piel y su pelaje.

- Compartirles nuestras dietas y viandas (darles de comer arepa, pan, chocoles, postres), es decir, alimentación humana, para demostrarles ese mal entendido amor, sin recordar que sus requerimientos nutricionales son diferentes y que muchos de nuestros condimentos y especias pueden llegar a intoxicarlos o ser letales para ellos.

- Darles de comer sin medir porciones, calorías ni calidad de los alimentos, lo que les puede causar problemas cardiacos y endocrinos, como la diabetes. “A consulta nos llegan tenedores de mascotas con problemas de obesidad y su mascota presenta también obesidad; tenedores diabéticos, con mascota diabética”, precisa la médica veterinaria María del Mar Martínez.

-Llevarlos de un lado para otro sin dejarlos tener sus pausas de sueño y descanso normal. Los animales duermen tres veces más que los humanos, por ende, se dan desórdenes de sueño que pueden generar conductas agresivas o de ansiedad en el animal.

-Cargarlos y mecerlos como si fueran bebés, lanzarlos al aire, pueden provocarles daños en su columna vertebral.

-Tinturarles el pelo con tintes elaborados para humanos pueden ocasionarles dermatitis y quemaduras, al igual que el uso excesivo del secador caliente que les produce quemaduras, incluso en los ojos. “Se han visto problemas de ceguera en perros por esta causa”, advierte la doctora Forero.

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-Cuando se les obliga a dormir en camas diseñadas ergonómicamente para los humanos y se les hace adoptar posiciones que alteran su biometría. “La posición natural en que nuestros perros y gatos duermen son el resultado de su conformación esquelética y muscular, además de tener mucho que ver con proteger zonas delicadas y de alto riesgo en el momento de ser atacados por otros depredadores. Estas acciones de conservación y protección son naturales en ellos y prevalecen como información genética en sus comportamientos”, explica Loaiza.

-Mantenerlos por mucho tiempo en nuestras piernas, pues, al igual que los niños, no se quieren bajar. Ese hiperapego, comenta María Angélica Forero, hace que no generen conductas normales de socialización.

-Cepillarles los dientes con crema dental para humanos. “Ellos necesitan una crema especial, específica para animales, porque el fluor es tóxico para ellos. Cepillarles los dientes está bien, los veterinarios lo recomendamos, pero tiene que ser con productos especiales para ellos”, aclara Forero.

-Aplicarles perfumes y lociones de humanos. A algunos les hace alergia y empiezan a estornudar y rascarse. Hay que buscar un perfume especial para ellos que no les cause reacciones o alergias.

- Levantarlos del piso si hay presencia de otros animales. Esto hace que se fortalezca su agresividad, señala Loaiza, “y viendo a los demás desde los brazos de sus dueños, hace que se crean poderosos y con la misión de ladrar y alejarlos con la complacencia de sus tenedores”.

- Ponerlos en coches de bebés o mantenerlos cargados a toda hora. Esto les evita caminar y empiezan a tener problemas en sus almohadillas plantarias ( localizadas en sus paticas).

Esto y otros muchos actos de humanización a nuestros animales de compañía, advierte Rizo, hacen que su crecimiento y madurez emocional no sea el adecuado, incrementando en ellos inseguridades, miedos e incapacidad para leer el comportamiento natural de sus congéneres, que hace, que inclusive, su relación con el medio circundante no sea el más apropiado.

Mantener a los animales encerrados, sin que tengan la oportunidad de ir a un parque, a relacionarse con sus congéneres, correr, ensuciarse, es maltrato animal.

De acuerdo con la docente de la Universidad San Martín María Angélica Forero, el hiperapego genera en ellos dependencia emocional y estrés. “Puede estar rodeado de mucha gente. Pero si esa persona a la que está súper apegado se ausenta, la mascota puede tener ansiedad por separación y eso le genera muchas consecuencias de estrés y hacen daños cuando se quedan solos en el hogar: destruyen puertas, muebles, cortinas. Supe de uno que destruyó unas tubería en una casa por estar solo, todo porque su tenedor había salido un rato”, ilustra la médica veterinaria y profesora.

Humanizar a una mascota no solo trae consecuencias negativas para el animal sino también para su dueño a nivel personal y social.

Son muchas las confrontaciones que deben tener los tenedores de mascota con sus propios familiares, parejas, amigos y vecinos por ese apego tan desmedido que tienen con el animal.

Cuenta Celina Durán* que hace poco tuvo un roce con una de sus primas que quería llevar al paseo familiar de este fin de año a su mascota, un perro de gran tamaño con el que acostumbra dormir en su propia cama.

Comenta esta docente que en la cabaña donde se hospedarían debería compartir habitación con su prima y otras parientes, pero al pedirle a ella que no llevara a su perro, pues incomodaría a sus demás familiares si su mascota dormía en el mismo cuarto con ellos, esta se molestó, se resintió y prefirió no ir al paseo con la familia e irse con su perro para otro hotel.

Por situaciones como estas, comenta el médico veterinario Ricardo Loiza, hay que recordar que nuestras mascotas son nuestra responsabilidad, incluyendo su felicidad, es por eso que el amor debe estar unido a la responsabilidad.

Ellos tienen necesidades y requerimientos diferentes a los nuestros para desarrollarse física y mentalmente. Son parte indispensables de nuestras vidas y nuestros hogares, pero deben seguir comportándose como corresponde a su especie.

*Nombre cambiado por petición de la fuente.

Consecuencias negativas del apego para el tenedor

Con varios los factores que han contribuido a que aumenten los casos de individuos, parejas o familias que conciben a sus mascotas como seres fundamentales de sus vidas y tiendan a humanizarlas. Como bien lo explica el psicólogo Pablo Monsalve, les atribuyen características y cualidades humanas, las tratan y se relacionan con ellas como si fuesen una persona y las obligan a comportarse como tal, colocándoles ropa o disfraces que les son incómodos, haciéndoles regalos que se darían a una persona querida (joyas, dulces, globos, serpentinas), alimentándolas con las mismas cosas que se preparan para la dieta del dueño o los llevan en coches de bebés.

Entre estas razones, indica la psicóloga Carolina Rojas, están las complejas relaciones con otros seres humanos en las que no hay confianza, los vacíos afectivos en los entornos familiares, personales y de pareja y la capacidad económica de algunas clases sociales que les permite asumir gastos que antes tal vez no se consideraban importantes.

Para Monsalve, entre las consecuencias que trae para una persona humanizar a su mascota está el del incremento de la sensación de apego mutua, lo cual puede llegar a aumentar la probabilidad de desarrollar fobia social, llevando al individuo a aislarse cada vez más, encontrando como único refugio la compañía de su mascota.

“Quienes llevan la humanización de su mascota al extremo podrían estar revelando algún tipo de trastorno psicológico. Usualmente estas personas tratan a sus perros como si fueran sus hijos. Detrás de esta alteración se pueden encontrar sentimientos de soledad, inseguridad, desamparo, vacíos emocionales o algún tipo de duelo o pérdida que aún no se ha resuelto”, expresa.

El psicólogo aclara que no todos los procesos de humanización implican la existencia de un trastorno psicológico. Muchas veces, sostiene, esta práctica se lleva a cabo por desconocimiento y por no saber con certeza lo que la mascota necesita. Por eso les manifiesta a personas que tienden a humanizar a su mascota que esto no tiene nada que ver con el amor y los cuidados que les deben brindar. “No se deben confundir las cosas. Se puede amar a la mascota de manera especial, pero sin tratarla como si fuera la hija menor de la casa”.

Otra de las consecuencias de este hiperapego hacia los animales de compañía, señala Rojas, es no lograr avanzar en los procesos de duelo por pérdida o por desaparición de la mascota, situación que puede ocasionar eventos más dolorosos.

“Los apegos no son positivos para la calidad de vida de ningún ser humano. Es importante trabajar de entrada y entender que si se va a tener una mascota, existe la posibilidad en que en cualquier momento falte esta y se debe tener la madurez emocional y psicológica para aceptarlo. Por lo tanto, el hiperapego debe ser un tema importante a trabajar en cada ser humano que decida contar con una mascota, entendiendo en este sentido que nunca se puede colocar todas las expectativas y motivaciones de la vida en otro, en este caso, la mascota”, sostiene la psicóloga Carolina Rojas.

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Consejos

Respete la autonomía y necesidades de sus mascotas. Los animales, de acuerdo con su especie, tienen sus propias necesidades alimenticias y conductuales.

Permítales salir, correr, olfatear, ensuciarse. Muchas personas actúan con buenas intenciones, pero con mucho desconocimiento.

Colocarles un traje o un disfraz no corresponde con su naturaleza y puede llegar a incomodarles enormemente. Atribuirles necesidades humanas estresa sobremanera al animal.

Evite sobreproteger a su mascota. Los animales necesitan interactuar con su ambiente, pero al evitarlo, estos se vuelven tímidos y absolutamente dependientes de sus tenedores.

Además, estos animales pueden desarrollar problemas de sobrepeso o volverse desobedientes.

Es maltrato animal cuando modificamos su comportamiento natural y propio y los tratamos como humanos.