Carlos Castaño Giraldo no toma café, así que solicita un jugo de maracuyá. Lucía Cedeño prefiere un tinto pequeño. El pedido, lo sabremos después, debió ser más generoso. Nadie sospechó que para contar la historia de ‘Irma’, la película caleña que se presenta en la XI versión del Festival Internacional de Cine de la ciudad, se requerirían más de tres horas que transcurrieron sin que nos diéramos cuenta.
La película hace parte de la última curaduría que realizó Luis Ospina, el director del Festival, justo antes de fallecer el 27 de septiembre de 2019.
– Somos herederos, como muchos otros, del Grupo de Cali que lideró Luis Ospina, de esas ganas de hacer cine. De esa teta hemos mamado las nuevas generaciones de cineastas caleños, desde Antonio Dorado, que hizo ‘El Rey’ cuando en Cali no se hacían películas hacía dos décadas, hasta nosotros – dice Carlos, ya sentado en un café del barrio Granada, en una fresca mañana de martes.
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Carlos destapa su jugo y comienza a contar su vida. Durante diez años fue montajista en la Universidad del Valle, en la productora UV.TV, la misma del programa Rostros y Rastros. Luego, con los productores Harold Romo y Lucía Cedeño, fundó su propia productora: Osshun. Es la empresa de cine y televisión que produjo ‘Irma’.
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En el estreno de la película el 10 de octubre de 2019, en las salas de Izi Movie en el Centro Comercial Aquarela, al sur de Cali, se explicó el significado del nombre. Osshun, en la cultura yoruba, es la reina de las aguas dulces, los arroyos, los manantiales, los ríos. Personifica el amor y la fertilidad, la fiesta y la abundancia.
– Sentíamos que Cali iba por ahí, y también nos identificábamos con esos valores. Queríamos un nombre que nos asociara a la cultura de la ciudad – comenta Carlos.
Con la productora hicieron tres series documentales, una de ellas Letra Urbana, sobre escritores colombianos, trabajaron con Discovery un documental sobre la salsa en Cali, con Señal Colombia hicieron otro documental sobre el proceso de paz con las Farc, ganaron premios, y en esas un amigo les pidió una idea de ficción para un largometraje.
Con la solicitud no resultó nada en concreto, pero aquel guion fue el inicio de ‘Irma, la gran pelea contra el pasado’, protagonizada por actores de teatro de la ciudad, junto a actores naturales.
La historia de Irma
A Carlos, que nació en Tuluá pero se crió en Palmira, siempre le han interesado las historias de mujeres, por un lado, y el boxeo, por el otro.
– Me parecen fascinantes los deportes en los que los seres humanos se ponen de acuerdo para combatir.
Ese fue el punto de partida de ‘Irma’. También unos documentales previos que había hecho junto con Lucía Cedeño sobre el boxeo en Cali. La película cuenta la historia de una adolescente afro que anhela ser pegadora. Pero detrás de ese viaje de un estado a otro hay mucho más.
– La película tiene una cosa muy interesante y son sus múltiples capas de lectura. Es curioso lo que pasa con los públicos. Cuando veo la película en salas comerciales, como me pasó en Bogotá, las mamás salen ‘choqueadas’. Las señoras tienen un ideal de que “yo soy una mamá perfecta” y la película les mete un cimbronazo. Porque la historia de Irma es la historia de una relación de una hija con su madre.
Los públicos más especializados, en cambio, dicen que ‘Irma’ es una película a medio camino entre el cine arte y lo narrativo. Una historia que se cuenta en dos partes. La primera donde el personaje principal es pasivo y la segunda, activo. Hay dos tiempos, dos ritmos.
Este lunes festivo, a las 2:00 p.m., en Unicali, se presentará ‘Irma’ en el Festival de Cine de la ciudad. La función contará con la presencia del director, Carlos Castaño.
El primero es más contemplativo, allí Irma construye su cotidianidad, descubre sus conflictos. El segundo es cuando se transforma, ese momento de todos en la adolescencia donde decidimos qué hacer de adultos y cogemos el destino por los cuernos, nos asumimos como lo que somos: o directores de cine, o periodistas, o abogados, o arquitectos, o lo que sea. En el caso de Irma, boxeadora. Carlos deja la botella de jugo sobre la mesa y continúa.
– Uno de los grandes retos de la película es que no se habla mucho. La actuación es contenida. Y es contenida por una razón: los latinoamericanos estamos acostumbrados al melodrama televisivo, donde todo el mundo se dice todo: “te amo”, “te extraño, “te quiero”, “te odio”. Y no somos así. Uno está piedro y es aquí callado, come callado, piensa “a este man lo llevo en la mala pero no le voy a decir”, entonces el tema central de la película también es la incomunicación. Los personajes están en conflicto porque no se comunican.
La violencia es otra capa de la película, aunque contada desde una perspectiva muy particular. En Palmira, Carlos vivió en un barrio popular. Y era casi normal que a dos o tres cuadras de su casa apareciera alguien que había sido asesinado sin que nadie supiera por qué. Que tenía moza, decían, o que estaba en una pandilla. Carlos se iba en shock para el colegio después de haber visto el cadáver, y sin embargo, en el recreo, se ponía a jugar fútbol.
– Yo me dije: vamos a retratar ese contexto en la película. Lo primero que dice un extranjero es “vamos a Colombia, pero deben estar en guerra”. Y llegan y se aterran de que pese a esa violencia inexplicable, porque casi nunca sabemos por qué matan a alguien, hacemos una vida normal. Seguramente tenemos problemas de salud mental, pero pese a la violencia no nos queda otra que seguir. Ayer mataron a varias personas en el Cauca, anoche hubo homicidios en Cali, y acá estamos hablando de cine. Yo quería mostrar eso en ‘Irma’.
La película es en el fondo un relato que se ha contado toda la vida, desde los griegos: la lucha por la identidad. El Ulises, Caperucita, la historia de Jesús, su muerte y su resurrección, una estructura mitológica que se repite una y otra vez.
– Hay un teórico del cine que asegura que todas las películas buscan responder una pregunta: quién soy. ¿El Rey León de qué trata? De un león que tiene que asumirse como el heredero; ‘Spiderman’ es un chico que debe asumirse como héroe. O ‘Cuento de Verano’, de Éric Rohmer, donde Gaspard, un adolescente, vive unas vacaciones que lo transforman y que ha sido una de mis mayores influencias a la hora de hacer ‘Irma’. El cine es un relato sobre la identidad. Esta película tampoco está por fuera de eso. Solo que la contamos de una manera distinta. Siempre vamos a ver la misma historia una y otra vez, en diferentes empaques.
Después del estreno de ‘Irma’, un espectador se puso de pie y le preguntó a Carlos la razón por la cuál la película no terminó como esperaba: en una gran pelea internacional, derrotando a una contrincante poderosa. La historia de ‘Rocky’.
Eso le confirmó una tarea pendiente que tiene el país en materia de cultura. Tenemos un consumo comercial muy limitado. Los muchachos o escuchan reguetón o música popular. Todo lo demás se ignora. Lo mismo pasa en el cine.
– Solo vemos cine norteamericano, y en el mundo puede haber 200 países produciendo diez mil películas de muy diverso tipo. Pero estamos encasillados. Cualquier cosa distinta a eso se nos hace extraño. El espectador colombiano en buena parte va a cine para encontrarse con lo mismo que ve en la televisión. Cuando está frente a una propuesta distinta le cuesta. Eso responde a sociedades muy conservadoras desde el punto de vista religioso y político. Cuando una sociedad es así se siente agredida ante los cambios. Y esto es como la comida. Mejor tener la mente abierta. Siempre le digo a los espectadores: “vayan a ver las películas colombianas, no para apoyar el cine colombiano, no apoyen a nadie, vayan a emocionarse con otras formas de contar”.
Vea a continuación el tráiler de la película de Carlos Castaño Giraldo, 'Irma'.
La carpintería
Lucía Cedeño dice que una tía le predijo el destino desde niña. “Vas a ser periodista”, la sentenció, “porque sos muy preguntona”. Cuando llegó el momento se matriculó a la carrera de Comunicación Social en la Universidad Santiago de Cali. Allí sin embargo supo que lo suyo no era el periodismo cuando se paró frente a una cámara y sudó de nervios. Se sentía más cómoda escribiendo guiones o realizando producción audiovisual. Lucía es la productora de ‘Irma’.
Ya a esta hora, casi el mediodía, ha despachado su café, sobre todo después de esa pregunta tan complicada: ¿quién es uno? Ahora cuenta cómo ‘Irma’ pasó de ser un proyecto de papel y saltó a la pantalla.
Como ya tenían experiencia en hacer televisión, donde los contenidos se hacen en un periodo de tiempo determinado, unos plazos sagrados, los fundadores de Osshun se propusieron hacer la película en un límite de tiempo. No querían convertirse en el ‘loco del pueblo’ que lleva diez años diciendo que está haciendo una película y nunca la hace.
El paso siguiente fue determinar cómo financiarla. ‘Irma’ es un filme de bajo presupuesto, es cierto, pero el bajo presupuesto en el cine es un montón de plata: 300 mil dólares.
Aplicaron a la convocatoria del Fondo para el Fomento de la Industria Audiovisual de la Antv, y entre 60 proyectos a nivel nacional, ganaron cuatro. Entre ellos ‘Irma’. Era 2017.
Con los $350 millones que recibieron, tanto Carlos como Lucía dejaron sus trabajos alternos para dedicarse a la productora y a la película. Ese fue el impulso para independizarse. Después llegaron otros socios y apoyos para ‘Irma’: Telepacífico, la Universidad Autónoma, la Alcaldía de Cali, Proimágenes Colombia. Y arrancaron.
Mientras se reescribía el guion, Lucía y el equipo de producción se encargaban de reclutar a los actores. Como habían hecho documentales sobre el boxeo en Cali, a Carlos se le ocurrió que el personaje que hacía de entrenador de boxeo en la película fuera un entrenador de la vida real: el cubano Yoanis Escobar. Yoanis entrena boxeadores en el coliseo María Isabel Urrutia.
– Es el personaje que hace de Antonio. En el guion era un viejito. Pero cuando hablé con Yoanis sobre boxeo, me di cuenta de que además era un cinéfilo y sentí que él debía ser el personaje, así fuera más joven. Fue lo único que cambió entre el guion definitivo y la película.
Otro de los personajes es una boxeadora profesional. Carlos determinó igualmente que fuera una actriz natural por un argumento poderoso: Yoanis le advirtió que aprenderse a mover en un ring, y tener el físico de una boxeadora, le tomaría años a una actriz profesional.
Cuando vieron a Nathalia Betancourt en una nota del programa de televisión Tiempo Real, supieron que era la indicada para el papel. Nathalia en ese momento estudiaba filosofía en la Universidad del Valle y además era boxeadora. También practicaba artes marciales mixtas. Ahora vive en Estados Unidos, donde busca una oportunidad. Entrena todos los días y en los ratos libres trabaja en una procesadora de alimentos vegetarianos.
El entrenador cubano Yoanis Escobar y Douglas Bonilla, también forman parte del elenco de la película ‘Irma’.
En la película está además el personaje de ‘Panita’, un rapero que se gana la vida presentándose en el MÍO y en los buses urbanos. Carlos también le solicitó a la producción que el papel lo hiciera un actor natural.
El equipo de producción recorrió Cali en el MÍO en su búsqueda. Fueron a Siloé, al Distrito de Aguablanca, donde los muchachos se reúnen a rapear, hicieron castings, hasta que, de vuelta de una de esas jornadas, se montaron al MÍO - cable y vieron a Andrés Vanegas con su parlante. Conversaron con él, le notaron una chispa especial, lo grabaron rapeando, y el video le gustó tanto a Carlos como al coach de actores de la película, Felipe Cortés, quien colaboró en el casting de ‘La tierra y la Sombra’.
Los dos personajes principales, Irma y su madre, sí debían ser actrices profesionales. Entre otras cosas porque iban a aparecer en casi todas las escenas y además debían transmitirle a los espectadores emociones profundas, una personalidad fuerte.
La actriz que representó el papel de Irma es Karen Escobar. En el momento del rodaje, estudiaba una licenciatura en artes escénicas en Bellas Artes. El instituto la ayudó con los permisos para que faltara a clases mientras hacía la película. Karen, además de entrenarse con el preparador de actores, debía ir al coliseo María Isabel Urrutia para aprender de boxeo.
El otro personaje principal, la madre de Irma, lo hizo Adriana Gonzalías, actriz de planta del teatro Esquina Latina.
Las locaciones, el epílogo
Lucía dice que hacer una película es como jugar Tetris. Hay que lograr que todas las piezas encajen. Y eso siempre es una angustia. Uno de los obstáculos de ‘Irma’ fue encontrar las locaciones. Necesitaban una casa de un barrio popular en un entorno con grafitis, música urbana, y un gimnasio de boxeo comunitario.
En Siloé encontraron una calle ideal para rodar, pero unos muchachos en moto le advirtieron al equipo de producción que debían pagarles para prestarles seguridad. A Carlos eso le pareció una extorsión y no aceptó.
Gracias al apoyo de Víctor Palacios, el director del Colectivo Mejoda, quien conoce el oriente de Cali de palmo a palmo, encontraron el set en una calle del barrio Antonio Nariño. Y sucedió esas casualidades que indican que todo va a salir bien. La casa y la calle donde se grabó la película eran las mismas donde pasó su infancia Karen Escobar, la protagonista. Cuando Karen llegó a grabar el primer día, no lo podía creer. El colegio a donde se dirige en la película es el mismo donde estudió la primaria, el Policarpa Salavarrieta. Es cierto que siempre se vuelve a los lugares donde se amó la vida.
Conseguir el gimnasio fue otro obstáculo. En ese entonces el Coliseo María Isabel Urrutia era además del sitio de entreno de los boxeadores, una especie de cárcel transitoria los fines de semana. Allí llevaban a los que infringían el Código de Policía.
El equipo de producción consiguió un gimnasio de Kick Boxing con todas las de la ley, pero Carlos dijo que no servía.
– Era un gimnasio nuevo, elitista, no lo que estaba buscando. No solo por la representación de la realidad en ‘Irma’ sino por la imagen. Yo vengo de una ciudad industrial como Palmira, un territorio de obreros a medio camino entre pueblo y ciudad, y me ha interesado el metal, las texturas, el asfalto. La película apela a todo eso: el hierro saliendo de las paredes, antenas de tv caídas, los cables de la energía. Por arte no iba a concordar un gimnasio impecable.
Faltando pocos días para el rodaje, Lucía logró una cita con el Secretario del Deporte, quien gestionó el permiso para grabar los fines de semana en el coliseo María Isabel Urrutia. Las jornadas de rodaje eran de 12 horas. Lucía suspiró. Había vencido el Tetris.
Ahora el reto es distribuir la película. Hasta el momento 1200 personas han asistido a las siete salas del país en las que se estrenó. En el Festival Internacional de Cine de Cali esperan que esos números crezcan. No hay mejor manera de honrar la memoria de Luis Ospina, dice Carlos, que haciendo cine y que la ciudad lo disfrute.
– Luis decía que él era ante todo un creador de mitos. Y él mismo se convirtió en un mito para Cali. Nos hubiera gustado compartir con él en el Festival, pero nos tocó así: celebrar su legado siguiendo su ejemplo.
Ruta de festivales
La película ya se exhibió con éxito en el Festival de Cine de Lima – PUCP en agosto pasado.
En el Festival de Cine de Cali hace parte de la muestra ‘Cine sin Límites’;
el pasado jueves 7 de noviembre se proyectó en la Biblioteca del barrio El Retiro, y este sábado 9 en el Colegio José Holguín Garcés, del barrio Terrón Colorado.
Este lunes la función será en Unicali, a las 2:00 p.m.
En palabras del 'coach', Felipe Cortés
El trabajo de preparación de actores para Irma consistió en un entrenamiento objetivo, ya que había actores profesionales y naturales, todos llegados por medio de un proceso de casting que dirigí junto con Carlos Castaño.
Luego, las necesidades de cada uno de los actores eran diversas, dada su experiencia en la interpretación en cámara y el manejo de texto, para lo cual diseñamos un proceso que permitiera unificar un código interpretativo al que pudieran llegar todos, con estrategia concretas según la persona con que se trabajará y su función en la trama, además de un trabajo de comprensión textual y conciencia frente al trabajo en el set.
Pero creo que lo más importante fueron precisamente esos procesos individuales que llevaron a cada intérprete, sin importar el lugar del que venían a integrarse en una intención de trabajo, ya fuera una boxeadora, un profesional del deporte, un cantante urbano u una actriz profesional, lo que importaba era encontrar esa parte humana que aportaba a la construcción de la trama y fue allí donde se puso mayor esfuerzo.