Vivieron como uno más entre nosotros. Muchos de ellos eran personas amables, que intentaban llamar la atención y ser admirados, que aunque padecían un trastorno antisocial de la personalidad pasaron desapercibidos; pero cuando el país supo quiénes realmente eran, ya fue demasiado tarde.
Solo los ocho asesinos seriales cuyas imágenes aparecen en esta página, todos colombianos, ya habían matado alrededor de 700 personas en Colombia, Ecuador, Venezuela y Perú cuando fueron descubiertos por las autoridades policiales y la Fiscalía.
Aunque el Código Penal colombiano no contempla a los asesinos en serie y el delito lo refiere al homicidio, quienes trabajan en perfilación criminal consideran que son las personas que asesinan de manera periódica, con periodos de enfriamiento (tiempo en que preparan un nuevo ataque) entre una víctima y otra, y que en su accionar matan a más de tres personas.
De acuerdo con expertos del Grupo Ciencias del Comportamiento y Perfilación Criminal de la Dijín (Gupec), las motivaciones criminales de estas personas están guiadas por las necesidades emocionales, sicológicas y materiales que impulsan y satisfacen el comportamiento del victimario y pueden ser influenciados por condiciones internas o por factores externos como su entorno y experiencias de vida.
Pedro Alfonso López, (El Monstruo de los Andes) y Luis Alfredo Garavito (La Bestia) son considerados los mayores asesinos seriales de jóvenes y niños en la historia de la humanidad.
Por eso las obsesiones de los asesinos en serie son distintas. Luis Alfredo Garavito se ensañó con niños varones; ‘El Asesino de Tenerife’ centró su maldad en jóvenes mototaxistas, mientras ‘El Sádico del Charquito’ destiló su odio sobre mujeres jóvenes para vengar la infidelidad de su esposa.
Esta última es una de las cinco razones, según el Grupo de Perfilación Criminal de la Dijín, que mueve a estos asesinos: la conducta de ira vengativa.
Tratar de identificar esas señales comunes que emiten de manera imperceptible los asesinos seriales es también una obsesión de las autoridades en el mundo, pero no existe consenso entre los expertos sobre qué rasgos identifican a un agresor serial.
No obstante, hay factores comunes como una personalidad narcisista, la obsesión con el poder, padecen alguna psicopatía, son manipuladores y son apáticos al sufrimiento de otros, de acuerdo con el documento entregado por el grupo de perfiladores de la Dijín e Interpol de la Policía.
Lo que cruza por la mente
En el mundo enfermizo de un asesino en serie existe la percepción de que su víctima le ha causado daño o representa una amenaza a su integridad o sus planes.
Comúnmente, aseguran los expertos, buscan personas cuyo entorno es cercano o con quienes han tenido un acercamiento circunstancial, lo que les permite apartarse emocionalmente de la víctima al momento de asesinarla.
Igualmente, se inclinan por personas que consideran más débiles o indefensas, lo que les permite saciar sus instintos con cierta superioridad y poder sobre sus víctimas.
También es característico que cada asesino serial deje una impronta en la víctima y se quede con algunas pertenencias que luego exhibirá como trofeo de una batalla ganada.
Garavito coleccionaba dedos y recortes de prensa en los que se hablaba de los crímenes cometidos; Luis Gregorio Ramírez se quedaba con billeteras y cédulas, mientras ‘El Asesino de Guarne’ conservaba pertenencias de las personas que iba asesinando.
En cuanto a sus orígenes, gran parte de los asesinos seriales en el mundo fueron criados en familias disfuncionales y con una niñez marcada por el abuso y la violencia, por lo que no sienten ninguna afinidad con el resto de su entorno.
Bermúdez se crió sin sus padres y con una mujer de la calle que intentó matarlo cuando era un niño; Garavito era víctima de violencia y torturas en su casas y a la edad de 13 años fue abusado sexualmente por un conocido de su familia y Pedro Alfonso López fue expulsado de su casa a los 9 años de edad luego de su madre lo sorprendiera tratando de mantener relaciones sexuales con su hermanita menor.
De acuerdo con Esteban Cruz Niño, antropólogo y autor del libro ‘Los monstruos en Colombia sí existen’, en nuestro país están los asesinos en serie más prolíficos del mundo. Porque en Estados Unidos, por ejemplo, uno de estos criminales tiene un promedio de 5 víctimas o máximo 18 o 20, en nuestro país uno solo puede llegar a tener 200.
“El 90 % de estos asesinos en serie son violadores y delincuentes sexuales. Violan a las víctimas antes o después del crimen porque hace parte del placer que sienten. Asesinar es una forma de sentir poder, de sentirse casi dioses y esos les causa sensaciones placenteras que siempre quieren repetir, como una adicción”, señala el antropólogo.
¿Volverán a las calles?
A excepción de Daniel Camargo, quien fue asesinado en una cárcel de Quito por el familiar de una de sus víctimas, todos ellos podrían recobrar su libertad en los próximos años, como estuvo a punto de hacerlo Garavito recientemente.
La razón, según la exjuez y abogada penalista Carolina Becerra, es que la decisión se basa en derecho y no en voluntades. “Lo cierto es que cuando cumpla los años de su condena tiene que salir porque no habría argumento para dejarlo privado de la libertad”.
“Si existe otro proceso y otra condena puede ser que se deba quedar pagando otra pena, pero si está condenado a 40 años y ya pagó esa condena, el señor tiene que salir porque no existe ninguna otra razón para tenerlo encerrado. Que a Garavito le hayan negado la libertad tampoco es por voluntad del juez, que sencillamente se limitó a lo que dice la norma y se trata de una libertad condicional donde se tienen que cumplir unos requisitos”, explica la doctora Becerra.
Esos requisitos es que haya cumplido parte de la pena como dice la ley y que haya reparado a las víctimas, que es la razón por la que le niegan la libertad condicional. Es decir, que el tiempo que le falta de la pena no la puede pasar en libertad y debe culminar su periodo en establecimiento carcelario.
El también abogado penalista Darío Encinales Arana explica que la Constitución colombiana ha establecido los parámetros para que las personas paguen lo que deben a la sociedad cuando han sido vencidas en juicio y se fija una condena previamente estipulada y unos subrogados penales que deben respetarse. “Por eso se cayó la cadena perpetua a violadores; porque iba en contra de la Constitución”.
De acuerdo con los especialistas, no han sido muy exitosos los tratamientos médicos realizados a personas consideradas asesinos seriales; por lo tanto es probable que en algún momento estén ahí, junto a nosotros, y tal vez no será posible advertirlos.
Para cada asesino serial es necesario establecer un perfil psicológico porque todos tienen motivaciones distintas. También cada uno de ellos tiene una impronta que deja en sus víctimas.
Tipos de motivación
Conducta de poder: son comportamientos que están destinados a restaurar la autoconfianza o autoestima del delincuente a través de la utilización de medios de baja agresión. También puede manifestarse la creencia de que el delito es consensuado y que la víctima es de alguna manera un participante dispuesto o culpable.
Conducta de poder asertivo: el agresor utiliza medios moderados o altamente agresivos. Las conductas sugieren una falta de confianza subyacente y un sentido de inadecuación personal que se expresa a través del control, el dominio y la humillación de la víctima.
Conducta de ira vengativa: indican una gran cantidad de ira ya sea hacia personas individuales, grupos, instituciones o hacia cualquier elemento que pueda simbolizarlos o representarlos. La rabia acumulada se evidencia por la presencia de: lesiones múltiples más allá de las necesarias para causar la muerte.
Conducta administrativa: son aquellas que dan servicio a la ganancia financiera, material o personal. Son las excepciones que confirman el imperio de los aspectos de la firma, ya que no cumplen necesariamente las necesidades psicológicas o necesidades emocionales.
Adicionalmente, se puede dividir en la conducta orientada hacia el lucro o a una meta.
Conducta orientada al lucro: resulta en un beneficio material o financiero. Ejemplos de estos comportamientos incluyen la tortura por dinero o información, hurto de objetos de valor y conductas de adicción dirigida a la búsqueda de drogas, como el hurto o la prostitución de los niños.