Hasta dónde va mi responsabilidad con los hijos de mi pareja. Guía para sobrevivir a hijos ajenos

Cuando una pareja se encuentra y hay hijos previos por parte de alguno, según la psicóloga clínica Paula Dávila, debe haber una claridad de que “la relación que yo entablo, nunca va a estar por encima de la relación vincular o de familia que tiene esa mamá o ese papá con esos hijos, pero a su vez, con un compañero de crianza que es la expareja o el exesposo con quien precisamente, se deja de ser pareja, pero se continúa siendo familia”.

Es a partir de esa negociación, que pautamos la crianza. Cuando hay un papá o una mamá que no solo dejó de ser pareja, sino que se distanció de sus hijos o no ejerce el rol maternal o paternal, deberían recaer el control, las decisiones y la responsabilidad sobre el progenitor, mamá o papá.

En ese caso, dice Dávila, la crianza no debería ser compartida, ni la nueva pareja pasar a ser figura sustitutiva, sino que se da más bien, “una maravillosa posibilidad de que ese compañero o esa nueva pareja entable una relación mucho más cercana y e inclusive, que tenga matices de amistad que no puede tener uno como papá o como mamá con sus hijos propios, porque no se puede dejar de ser autoridad, y por mucho que queramos que la relación sea buena y tranquila y que podamos compartir, esa idea de querer aspirar ser el amigo del hijo no está bien, porque hay una cierta autoridad, ciertos límites que no se pueden cruzar”.

Sin embargo, advierte la psicóloga Dávila, la pareja que entra a convivir en una familia ya conformada, “también forma parte de esta, sin tener sobre sí la responsabilidad de la crianza, y puede acercarse y generar vínculos de confianza que pueden inclusive, ser muy útiles en la adolescencia, a la hora de criar los hijos”.

Debe haber, aclara la psicóloga, un respeto muy grande. Eso en el caso donde no participe la contraparte, donde ese papá o esa mamá después de la separación no tenga participación en la crianza de los hijos.

En el caso de la expareja que participa, con mayor razón debe haber un respeto por el lugar que le corresponde a la nueva pareja frente a los hijos del otro, y unos parámetros de convivencia que deben ser pactados desde la pareja y luego aclarados o marcados dentro las reglas de la familia y de la casa con esa nueva o nuevo compañero, porque también se empieza a jugar un rol de familia.

“La pareja de mi mamá o de mi papá va a convertirse en mi familia por convivencia y por la presencia y por las cosas que se van a compartir, pero no va a ejercer nunca ni debería ejercer nunca el reemplazo de una figura paterna o materna. Será una figura más tranquila que puede estar ahí, que puede ayudar a que se cumplan normas, que puede ofrecer orientación, pero definitivamente, donde no debe recaer la usabilidad de la crianza”, argumenta la terapeuta. Y también hay unas ventajas: “Permite que se dé entre los hijos y la nueva pareja del progenitor o progenitora, una relación más de amigos, se puede ser mucho más honesto y claro, como se es con un amigo, más que con tu papá o tu mamá, entonces a esos lugares tiene acceso la nueva pareja, si se maneja bien la relación”, concluye Dávila.

Por su parte, la psicóloga Annie de Acevedo explica en estos casos lo importante es que sea el padre o madre de esos hijos “quien ponga las reglas, los límites. Y que la nueva pareja sea una figura amorosa, que no tiene nada que ver con la disciplina”.

La especialista recomienda que si se quiere armonía en casa, y por el bienestar de los hijos, el padre real es el que va a poner las reglas y la nueva pareja, en caso dado, deberá decir: ‘Mira, dile a los niños que no me dejen la comida botada, por ejemplo, o que recojan la ropa sucia de su cuarto’”.

La otra figura, que no es ni la materna ni la paterna, tiene que ser una figura amable que está ahí, pero no encima de los hijos ajenos, porque no le corresponde, pero sí se puede convertir en un afecto más en la vida de los hijos. “Si esta madrastra o este padrastro pretende imponer la disciplina o poner límites, le va a ir mal porque los niños no la van a querer y generará, de entrada, un rechazo”, concluye Acevedo.

Entonces, sí es importante que esta nueva persona que entra a la familia, esté como una figura que los quiere, que les da buena calidad de tiempo, pero que no tiene la potestad y no está todo el tiempo diciéndoles qué hacer, porque esto hará que genere rechazo en los hijos de la pareja. A mí en consulta, los niños me dicen cosas como: “Esa persona no tiene derecho a decirme nada a mí porque no es ni mi mamá ni mi papá”. Los niños en eso son muy claros y tienen razón.

La tercera figura que entra a la vida de los niños no tiene por qué meterse en su crianza.

La psicóloga Myriam Esquivel Blanco cuenta en su portal Mypsicologa.com que el mejor momento para conocer a los hijos de la pareja es en una situación tranquila. Lo ideal es fuera de casa, en un ambiente en el que el niño/a hagan alguna actividad que les guste, como jugar en un parque, pasear por el bosque, realizar algún taller o disfrutar de una comida.

Los demás encuentros deberán ser graduales. Si ya se convive en pareja, esos encuentros con los hijos del otro, deben darse con respeto. Al niño o niña se le tiene que explicar que usted es la nueva pareja de su papá o mamá, y que vive en esa casa y que duerme en esa habitación con su pareja.

“Lo ideal es que tenga algunas preguntas preparadas sobre las cosas que le gustan para darle un poco de conversación. Pero si ve que no contesta porque es tímido/a y le cuesta, entonces, sonría y dele espacio. No hay que forzar las cosas. Relájese y confíe en que ya habrá otras situaciones en las que podrán hablar y compartir”, explica Esquivel.

Puede parecer obvio, pero los hijos de su pareja son de ella o de él, no son suyos. Su rol no es el de ser su madre o su padre, porque ya tienen. Esto significa que hay muchas decisiones respecto a ciertos aspectos como el colegio al que van, cosas que pueden necesitar, en las que usted no debe intervenir. Serán sus padres los que tendrán que tomar esas decisiones, respecto a sus hijos.

Pueda que se sienta “apartada” o “aislado”, pero si comprende que es importante que sean los padres los que decidan respecto a sus hijos, lo vivirá mucho mejor. Otra cosa es que lo que decidan sus padres, no le parezca bien o adecuado. En ese caso tendrá que hablar con su pareja y darle una opinión, pero respetando su decisión. Usted hace por ellos, lo que haría por sus propios hijos, pero hay ciertas cosas en las que no decide.

La mujer o el hombre con la que su pareja tuvo hijos fue “la primera/o”. Luego vinieron estos, que fueron “los segundos”. Finalmente, llegó usted en “tercer lugar”. En vez de sentir enfado, agradezca tener un lugar en esa nueva familia, sus hijos y los de él también tendrán su lugar, sin competencias.

Consejos para el tercero

Los niños no son tontos, se enteran de todo, aunque no nos lo digan. Por eso, cuanto más honestos y sinceros seamos con ellos, mejor.

Las relaciones necesitan tiempo, pero más tiempo necesitan las relaciones con los niños, pues si por ellos fuera, mantendrían a sus padres juntos toda la vida. Al llegar una nueva pareja, todos necesitan un período de adaptación a la nueva estructura familiar.

No pretenda que la relación fluya desde un primer momento, aunque dependerá del niño. Si genera rechazo, hable con su pareja y exprésele cómo se siente, pero recuerda hablar en primera persona, para que el otro no interprete sus sentimientos como un ataque.