Cali
Aquí no hay sexo débil, este es el grupo de mujeres ‘superpoderosas’ que tapan los huecos de las calles en Cali
Son 12 mujeres que dejan a un lado las labores de madres y esposas para tapar los huecos de la ciudad.

Cada vez son más los espacios que antes eran dominados por hombres, pero en los que hoy el mal llamado ‘sexo débil’ ha logrado imponerse y apostarle a la inclusión laboral.
El turno en esta ocasión es para la Cuadrilla Rosa, un grupo de mujeres superpoderosas que se encargan de recuperar la malla vial de la ciudad y de la zona rural.
Son doce mujeres de la Ladera y del Distrito, que se han sumado al proyecto de la Secretaría de Infraestructura, de cambiarle la cara a la ciudad.
Estas mujeres realizan las mismas labores que los hombres: nivelan la solución asfáltica, tiran pala, carreta, y trabajan sin descanso.
Pero algo particular que las ha logrado definir, es que nunca pierden su feminidad, pues a diferencia de lo que se podría pensar, por el calor intenso, así como las sofocantes actividades diarias que deben realizar, ellas están siempre bien presentadas, mostrando su belleza, y entregando su mejor sonrisa.
En síntesis, se convierten a diario en el alma de los grupos que conforman junto a otros hombres, al realizar labores de bacheo en diferentes vías de la ciudad.

Millerlany Acuña Castro es un claro ejemplo de ello. Esta mamá de seis hijos, cinco propios y uno que está criando, vive en el corregimiento El Hormiguero y nunca, a pesar del trabajo, ha dejado de ser vanidosa, ni de cumplir con sus labores de ama de casa y esposa.
Su rutina inicia a las 04:00 a.m., cuando sale de la cama directo a cocinar. Su rutina es la misma: preparar el desayuno y dejar listo el almuerzo para toda su familia.
Dos horas después, luego de preparar los alimentos, limpiar y lavar, empieza la rutina con sus hijos.
“Los levanto, los baño, los arreglo y despacho para el colegio. De ahí salgo para mi trabajo a las 7:30 am. Al llegar al taller, conocemos la tarea del día y de inmediato iniciamos. A veces nos toca ir a levantar, trabajar con escombros y otras veces a mezclar. Cuando se termina la jornada, regreso a mi casa para seguir con mi rutina de mamá”, contó Acuña Castro, quien recalcó que escogió este oficio sobre todo por el amor a la comunidad.
“Tapar un hueco puede salvar muchas vidas. Cuando uno hace ese oficio, se siente alegre, feliz, porque son muchas las vidas que se han podido salvar”, detalló Miyerlany.

Versión similar la que cuenta Eniber Cuero, una mujer de 34 años, que hace parte del grupo operativo de la Secretaría de Infraestructura.
“Esta labor me ha permitido muchas cosas como la estabilidad laboral, y como mujer me siento muy bien porque este es un trabajo muy estigmatizado, ya que se cree que es solo de hombres, pero las mujeres también lo podemos hacer, podemos aprender y aquí estamos, dándola toda”, señaló Cuero.
La experiencia de la también madre de familia, de dos niños, es de diez años, tiempo en el cual la responsabilidad y el orden al trabajar han marcado la diferencia.
Durante cada mañana, Eniber llega hasta el taller para organizar las palas, la pica, la carreta, y todo lo que requieren para trabajar.
“Hay vías que las estamos haciendo desde cero, y hay otras que solo realizamos unos tramos. A veces nos toca estabilizar el terreno para poder aplicar la mezcla asfáltica, o pasar el cilindro vibrocompactador para empezar a aplicarle material”, contó.
Esta mujer también decidió trabajar en este oficio para sacar a sus hijos adelante.
“Estaba sin trabajo con una hija, y una chica de Comuneros me hizo la propuesta, Yo estaba haciendo un curso de confecciones y cuando me llegó la propuesta, dije que no porque primero debería terminar el curso, pero aún así llevé la hoja de vida, me hicieron la entrevista, la pasé y ahí empezó todo”, sostuvo.

Sin tapujos
Las dos mujeres aseguran que su oficio lo disfrutan a diario, y que aunque a muchos ciudadanos les causa asombro verlas en trabajos tan fuertes, ellas saben que por el hecho de ser mujeres pueden laborar sin quejas y de la mejor manera.
“Hay mujeres muy guerreras, que se le miden a lo que sea, y yo me considero una de ellas. Yo nunca digo que no, sino que cojo desde una pala, una escoba y empiezo a trabajar. A veces tenemos horarios desde las 7:30 a.m., otras veces desde las 5:00 p.m. hasta que terminemos la tarea”, enfatizó Eniber.
Millerlany por su parte asegura que algo que le llama la atención es sentir la admiración de la gente, al ver el trabajo que ejecutan en las diferentes vías.
“Las mujeres podemos, porque ya ese cuento del sexo débil quedó aparte. Ahora las mujeres podemos hacer el trabajo que hacen los hombres. Es cierto, no tenemos la misma fuerza que ellos, pero sí lo podemos hacer”, puntualizó.
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