Cali
Las fundaciones Obeso Mejía y Antoluz trabajan con el alma por la primera infancia en Cali
En este 2025 planean impactar a 300 niños de diferentes comunas de la ciudad. Esta es la historia.
Velar por la primera infancia es un trabajo al que no todos se le miden, y más cuando en Cali hay 176.604 niños y niñas menores de 5 años, de los cuales 33.755 crecen en hogares en pobreza extrema.
A estas cifras, que muestran una radiografía de la primera infancia en la ciudad en el 2024, y que fueron obtenidas por la Universidad Javeriana y diferentes actores del territorio, con evidencia para asegurar el cumplimiento de sus derechos, se suma un 13.4 % que se encuentra con desnutrición crónica.
Pero en Cali hay dos entidades que se han dedicado, en cuerpo y alma, a trabajar por los niños que tienen entre 0 y 6 años de edad: la Fundación Obeso Mejía y la Fundación Antoluz.
Tienen similitudes y diferencias. Fueron creadas por las mismas personas para promover el desarrollo integral de la primera infancia. Lo único que no comparten es su junta directiva.
La Fundación Obeso Mejía se encuentra trabajando en la ciudad desde 1984, cuando Antonio Obeso de Mendiola y su esposa, Luz Mejía de Obeso, empezaron a ocuparse por la niñez.
Inició como una fundación de segundo piso, entregando recursos a otras instituciones para implementar proyectos. Pero hace cuatro años, cuando empezaron a tener proyectos propios que hoy ejecutan con varios aliados, todo cambió.
Lina Saavedra, directora de la Fundación Obeso Mejía, cuenta que, así como Antoluz, tienen claro que el trabajo que realizan es por la niñez.
“Lo que hacemos es apoyar fundaciones, hogares, que son de protección infantil, que trabajan con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Icbf, y que son hogares en los cuales funcionan programas de internado, mientras se restituyen los derechos de los niños”, dijo Lina Saavedra.
Y es allí donde el trabajo de las dos instituciones cobran vida y se convierten en una luz de esperanza para los más pequeños, que han llegado a estos lugares luego de haber sido abandonados, recibir maltratos, pasar momentos de angustia y hasta convertirse, en un abrir y cerrar de ojos, en una víctima más de la violencia sexual.
“Nosotros cofinanciamos el programa de internado. Por ejemplo, en el caso de Casita de Belén, que es otra fundación que creó Luz Mejía de Obeso, lo que se hace es que el Icbf da recursos y nosotros financiamos todos los servicios adicionales para lograr que los niños tengan una atención integral de alta calidad”, contó Saavedra.
Casita de Belén es un hogar de protección infantil que está adscrito a Bienestar Familiar es privado, pero es cofinanciado por el mismo Instituto. Allí permanecen los niños de 0 a 6 años.
En Casita de Belén están internados 125 pequeños que, gracias a la Fundación Obeso Mejía, cuentan con servicios adicionales de atención médica, medicamentos, con un seguimiento exhaustivo en nutrición y acompañamiento cuando deben ser hospitalizados, pues es en esos momentos cuando requieren compañía las 24 horas del día.
Además, la Fundación Antoluz se encarga de financiar el centro docente que tiene Casita de Belén, el cual se convierte en uno de los puntos más trascendentales del lugar, ya que cada niño que llega queda inmediatamente escolarizado, lo que no sucede en otros hogares infantiles.
“Las dos fundaciones apoyamos para que esos niños tengan todos los cuidados necesarios para su desarrollo, salud, nutrición, manutención, cuidado y el tema de educación”, dijo Isabella Salazar, directora de Antoluz.
Y es en Casita de Belén donde, además del cuidado, lo que más reciben todos los niños es amor.
Transformando vidas
Hasta el momento, ninguna de las dos fundaciones logra cuantificar cuantas vidas han impactado, pero sí reconocen que son miles de niños los que han logrado beneficiarse de los programas de salud y educación.
Y lo saben porque muchos de ellos, que fueron adoptados y viajaron a otros países, regresan a Casita de Belén para dar a conocer su testimonio de vida.
Las dos fundaciones cuentan con un componente que ha dado grandes resultados, y es el de Nutrición para el Bienestar. Para ello crearon un proyecto llamado Nutri Futuro.
“Lo comenzamos a implementar a raíz de la pandemia, porque nos dimos cuenta de que había un problema de desnutrición grande en Cali y no estaba siendo atendido. Empezamos a ayudar con mercados, pero vimos que eran muchos los recursos que poníamos, pero poca la gente que lográbamos impactar”, contó Saavedra.
Hoy Nutri Futuro llega a instituciones que no cuentan con el apoyo del Estado, como jardines infantiles que quedan en comunas vulnerables. A estos sitios los abastecen con el 70 % de la dieta diaria que necesita un niño.
“Lo hacemos a través del Banco de Alimentos. A los niños les tomamos las medidas antropométricas y le medimos también la hemoglobina en la sangre, para ver si tienen anemia o no, y, con base en eso, los pequeños que están en situación de desnutrición grave los remitimos a asistencia médica a través de la Fundación Casa de Colombia. Si hay niños que tienen niveles de desnutrición no tan altos, los recuperamos”, mencionó.
Precisamente, a esos niños que tienen problemas de desnutrición, pero no en condiciones graves, les ofrecen Vitalac, alimento hecho por Manitoba. Con esto han logrado que un 60 % de los menores se recuperen en tres meses.
Es necesario resaltar que esas instituciones o guarderías no hacen parte de las Unidades de Transformación Social de la Alcaldía, pues son privadas, y es donde los padres pagan $ 500, $1000 o $ 2000 para la atención de los niños.
“También hacemos capacitaciones para los padres de familia en temas nutricionales y habilidades de crianza, porque para nosotros no solo es importante la nutrición física, sino también la nutrición del alma”, destacó la directora de la Fundación Obeso Mejía.
Eso sí, vale aclarar que la atención también la brindan a los niños extranjeros, a quienes les ayudan incluso a establecer hojas de ruta para legalizar sus documentos, para que les sea más fácil recibir atención médica y sus padres puedan conseguir empleo, ya que en lo que llevan del proyecto han identificado que la situación de los niños no solo se da por una mala nutrición, sino porque las condiciones familiares y el entorno no son favorables.