DESAPARECIDOS
Más de tres años de incertidumbre en caso de caleña y su hija desaparecidas en EE.UU.
La Policía de Miami-Dade sigue con la investigación para saber qué pasó el 30 de mayo de 2016, último día en que se supo algo de su paradero. El padre de la niña, principal sospechoso.
Tres años, siete meses y 14 días han transcurrido desde la última vez que los familiares de la caleña Liliana Moreno, quien en ese momento tenía 42 años, y su pequeña hija Daniela, de escasos ocho, pudieron hablar con ellas.
"En este momento, nosotros y yo pienso que la Policía también, estamos a la espera de que alguien pueda confesar o decir 'esto fue lo que pasó'. No sé qué es lo que tenga el Departamento de Policía armado con respecto al caso, pero no ha sido lo suficiente como para empezar un juicio", relató a El País Eduardo Moreno, hermano de Liliana y tío de Daniela.
A pesar de que están cerca de cumplirse cuatro años de una incansable búsqueda por parte de familiares, amigos y autoridades, Eduardo admite que hace falta "una pieza clave, un testigo, una evidencia" para poder llegar a la verdad de lo que pasó ese 30 de mayo.
Hasta ahora, solo hay una persona que podría ayudar a conocer el paradero de Liliana y su hija. Se trata de Gustavo Castaño, un palmirano a quien la mujer conoció en Miami y con quien tuvo una relación hasta que resultó en embarazo de Daniela.
Solo hasta ese momento Castaño le reveló que tenía esposa e hijos, por lo que no se podía hacer cargo de la pequeña e incluso, según contaron allegados a la caleña desaparecida, le pidió que abortara. Ella decidió alejarse de él y continuar en solitario con la crianza de su hija.
Años después, los dos se volvieron a encontrar. Según contaron sus familiares a medios nacionales en años anteriores, el amor que ella sentía por el hombre la llevó a reiniciar el contacto con él, una situación que varios de sus allegados no veían con buenos ojos.
Esa 'mala espina' fue lo que llevó a sus hermanas a desconfiar de la llamada que les hizo Castaño en la mañana del martes 31 de mayo de 2016, preguntando por ella pues, según el hombre, no sabía nada de Liliana desde el sábado 28.
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La llamada intranquilizó a los parientes, pues era extraño que Gustavo se comunicara con ellos preguntando por Liliana. Desde ese momento comenzó una larga investigación que aún no ha concluido, con diversos indicios que apuntan a que Castaño —que incluso intentó suicidarse— sabe más de lo que ha dicho.
"La verdad no sabemos si es culpable o no, eso lo determinará la justicia. Pero el hecho que él diga que mi hermana se fue y abandonó todo, no es algo cierto, porque ella no era de ese estilo", asegura Eduardo, quien también resaltó que Gustavo no ha mostrado interés por ayudar en la búsqueda sino que, al contrario, siempre ha estado "a la defensiva".
La investigación
Los investigadores de la Policía solo han revelado el hallazgo de pruebas circunstanciales, como el hecho de que mamá e hija iban en el carro con Castaño por la Avenida Turnpike ese 30 de mayo (luego de que él inicialmente negara que se habían visto).
También revelaron que se robaron solo las cintas del circuito de seguridad de una bodega que alquilaba el hombre precisamente en la noche de ese lunes. De hecho, los investigadores pudieron determinar que el celular de Castaño en esa zona a la hora del hurto.
El hermano de la caleña explicó que el juicio no se ha iniciado porque "aquí (en Estados Unidos) se cuidan mucho en salud de no colocar cargos tan rápido porque aquí no se puede hacer un doble juicio por un mismo delito. Ellos (la Policía) están esperando en estar bien organizados y tener todo para poder llevar esto ante un fiscal y a su determinado momento ante un juez".
Agregó que aunque la familia entiende que las autoridades tienen que hacer el proceso legal, "lo que siempre les pedimos es que queremos saber en dónde está mi hermana y en dónde está mi sobrina".