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María Cristina Lesmes, secretaria de Salud del Valle. | Foto: Foto: José Luis Guzmán - El País

SECRETARÍA DE SALUD DEL VALLE

¿Qué tan duro está el panorama contra el covid-19 en el Valle en fin de año?

María Cristina Lesmes, Secretaria de Salud del Valle, asegura que es urgente que en el departamento baje el número de contagios diarios, o de lo contrario el fin de año y enero “serán dramáticos”.

20 de diciembre de 2020 Por: &nbsp;Santiago Cruz Hoyos, editor de Crónicas&nbsp;<br>

María Cristina Lesmes, la secretaria de Salud del Valle, se protege del Covid-19 gracias a las matemáticas. Cada que debe entrar a un recinto, a una reunión, mira de lado a lado y se toma el tiempo de contar a las personas. Si hay 49, no entra. Si cuando entró había 30 personas, pero después 50, se retira.

– Llego a contar en todas partes, y no permaneceré donde estén más de 50 personas reunidas, como lo estipula el Ministerio de Salud – dice sentada bajo una ventana abierta de par en par en el piso 11 de la Gobernación, donde se encuentra su oficina.

Las ventanas abiertas son otra de sus medidas para disminuir el riesgo de contagio del nuevo coronavirus. En la entrada de su despacho hay un ‘arsenal’ compuesto por siete botellas llenas de gel antibacterial, alcohol, amonio cuaternario, incluso limpiavidrios. Antes de sentarse a almorzar, desinfectar la mesa es un ritual imprescindible. Este miércoles 16 de diciembre de 2020 el almuerzo de la Secretaria de Salud del Valle fue un sándwich. Desde marzo, explica, cuando llegó el coronavirus a Colombia, no para.

– Yo he sido coherente con el discurso del autocuidado en la pandemia. Por eso procuro no salir a ninguna parte, a no ser por trabajo. Tampoco permito que nadie esté cerca sin tapaboca. Y no tengo ningún problema en decirle a quien corresponda: ‘lo lamento, pero las medidas de bioseguridad no se están cumpliendo’. Hasta el momento solo he tenido una preocupación: una persona que estuvo aquí resultó positiva de covid, pero no se quitó el tapaboca. Ese día me hice la prueba y salió negativa. Y me hecho dos pruebas rápidas para medir la respuesta de mi cuerpo al virus. Pero no más, no he tenido otros sustos.

El de cuidarse aún más en las fiestas de fin de año es algo en lo que María Cristina Lesmes insiste en cada entrevista o alocución, sobre todo cuando las UCI permanecen con un nivel de ocupación del 90% y todos los días en el Valle muere gente debido al covid. Desde que comenzó la pandemia, en el departamento no se ha registrado un solo día sin defunciones por el coronavirus.

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– Quisiera que todas las personas tuvieran la esperanza de un año mejor. Y se dieran la oportunidad de llegar vivas al 2021.

¿Cuál es la realidad hoy de la pandemia del coronavirus en el Valle?

El Valle tiene el crecimiento de contagios más acelerado que ha tenido durante la pandemia. Con un trabajo juicioso de los municipios, de los alcaldes y de la comunidad, habíamos logrado tener una transmisión controlada hasta la segunda semana de noviembre. Desde entonces hay un aceleramiento permanente. Hemos pasado de 450 casos diarios en promedio, a 750. Esto se debe a que hay más movilidad, más personas en la calle. Los fines de semana la gente se está yendo a pasear para los pueblos, y por eso nos han llevado la enfermedad a municipios muy chiquitos donde no había covid, como El Águila o El Cairo.

Entonces, en la medida en que más circulamos, en esa misma medida el virus se acelera. Un ejemplo es Alemania. Había abierto fronteras y acaba de cerrarlas. Porque les está pasando lo mismo. Todos somos susceptibles a la enfermedad y donde llegue el virus, le pega a los que están desprotegidos.

Además, para comer con otra persona uno se quita el tapaboca. Para beber uno se quita el tapaboca. Cuando uno está en su casa con su familia y sus amigos cree que no hay peligro, y también nos quitamos el tapaboca. Y ahí ocurre el contagio.

¿Cuáles son los municipios del Valle más críticos con respecto al Covid, además de Cali?

El Cerrito tiene un crecimiento grande. Cartago también tiene un crecimiento grande. Pero no podría descartar ninguno. Todos los municipios están teniendo casos.

¿Con respecto a otros departamentos cómo es la situación de la región?

En el Valle estamos viviendo una situación por la que ya pasaron otros departamentos. Estamos pasando por lo que vivió Atlántico, lo que vivió Amazonas, hasta lo que vivió Antioquia hace tres meses, que empezó a subir, a subir, a subir. Hubo un día en el que registramos 1400 nuevos casos positivos de covid. Hicimos una meseta, subimos, y ahora estamos subiendo muy rápido. En el gráfico de la pandemia vamos a hacer una joroba de dos picos.

¿Quiénes se están muriendo en el Valle por covid?

El 95% de nuestros difuntos por covid son mayores de 50 años. No son ancianos. Son mayores de 50, muchos llenos de vida. El promedio de muertes en el Valle es de entre 15 y 19 por día. Y los jóvenes siguen siendo los principales transmisores. Salen, se reúnen, se quitan el tapaboca, se abrazan, algunos son asintomáticos. La mayoría son asintomáticos. Entonces se sienten sanos, se juntan, se contagian y llevan el virus a sus casas.

¿Es cierto que en el Valle ya hay mutaciones del virus que causa el covid?

Sí. Todavía no sabemos mucho, pero lo lógico es que el virus mute. El nuestro no es el mismo que hubo en China. Es muy parecido. Aunque el efecto en este instante es el mismo y la recomendación se mantiene: cuidarse.

¿Cuál es el estado de las UCI en el Valle?

Estamos llenos. Llevamos varios días llenos. Con una ocupación del 88 -90%. Bajamos un poquitico, volvemos a subir. En este instante tenemos 1145 camas UCI. Había unas cerradas porque se dañaron los ventiladores, o porque no tienen personal. Estamos esperando que se abran otras 19 y volver a subir un poquito. Pero sucede que hay días que se cierran camas de UCI porque se acaban los medicamentos. Es que una cama UCI no es un catre. Implica una cama especial, un ventilador, dos bombas de infusión, un monitor, pero además todo lo de terapia respiratoria, todo lo de terapia física, el neumólogo, el intensivista, el médico general, la enfermera, la auxiliar, la terapista respiratoria, la terapista física, un tomógrafo, muchos exámenes de laboratorio. Entonces es un conjunto de cosas que a veces no se completa y si eso no está completo, no puede funcionar.

¿Se tiene proyectado ampliar la capacidad de UCI en el Valle?

Más de las que ya tenemos, no. No hay con qué. No tenemos recurso humano, ni físico. 1148 camas UCI fue lo máximo que abrimos.

Por cierto, ¿el alcalde de Buenaventura cómo sigue?

Está estable. No ha mejorado, pero está estable. Se encuentra en una UCI, sin respirador.

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Usted ha denunciado que se están haciendo pruebas PCR falsas en laboratorios de garaje. ¿En qué va esa investigación?

Como se hizo la denuncia, cerraron el chuzo donde estaban funcionando. Probablemente sigan haciendo eso, pero en otro lado. Estamos buscando. Eran pruebas PCR falsificadas, que ya están en Fiscalía. A un centro médico le falsificaron sus logos y están entregando pruebas como si ese centro médico las hiciera y es falso. Uno se muere del pánico porque, ¿para qué quieres una prueba negativa si estás positivo? Algunas razones pueden ser para viajar, porque hay muchos países que piden la prueba. O para hacer una cirugía programada, también la piden. Pero en realidad uno no entiende para qué. No sé qué tiene en la cabeza alguien que haga algo así en plena pandemia.

Con sinceridad, ¿usted cómo vislumbra enero de 2021 con respecto a la pandemia, tras las fiestas de diciembre? Y el fin de año. ¿Qué se proyecta?

Pues muy dramático. Yo creo que el número de casos va a seguir subiendo y que vamos a tener días muy agitados buscando dónde atender a las personas, cerrando cirugías, buscando cómo abrir camas. El día a día es complicado. Nosotros hacemos un balance a las 7:00 de la mañana y miramos qué pasa, identificamos cuántas personas están en urgencias esperando a ser acomodadas, y según eso empiezan a moverse. Todos los días a primera hora se revisa dónde hay camas, para dónde llevamos a la gente, quién está mejor ya, a quién sacamos, es un trabajo muy complejo. Eso es lo que nos va a tocar. Vamos a tener unas fiestas de diciembre y un enero muy complejos. Esperamos que no lleguemos al punto de no tener cómo atender a las personas. Es mi principal temor.

Una curiosidad, por cierto: ¿cómo es ser Secretaria de Salud en pandemia?

Le puedo decir que desde marzo no paro. El fin de semana pasado salí a todos los municipios. No hay descanso porque siempre hay una fluctuación adicional, algo por resolver. Y hago control todos los días. No importa si es sábado, domingo, yo sé cuántas camas hay, cuántos pacientes requieren una, para dónde van. Al despertarme lo primero que veo es el balance del estado de las camas. En estos meses aprendí eso, manejar una pandemia, una cosa muy difícil. Aprendí también que en esto nadie sabe nada, que entre todos construimos en pequeño el conocimiento y que el trabajo intersectorial en la salud es fundamental. Eso lo reafirmamos, no era que no lo supiéramos. El discurso estaba dado, pero no se había tenido la necesidad de trabajar en equipo como hasta ahora.

¿Cómo se está preparando el Valle para recibir la vacuna?

Tenemos una historia de muchos años de vacunar, tenemos una red de frío, pero no sabemos oficialmente qué vacuna va a llegar al Valle, no sabemos cuál es la población priorizada, no sabemos cuándo va a llegar, entonces para nosotros es un biológico más de lo que ya tenemos. No sabemos tampoco cuántas dosis vamos a tener, lo único cierto es que la vacuna no va a llegar para toda la población, tiene que haber una población priorizada. El Estado debe decir para quiénes son las primeras vacunas, no sé si es una o dos dosis, no sabemos cuál es la cadena de frío. En general el proceso lo tenemos armado desde que la vacuna sale desde Bogotá, llega al aeropuerto, la almacenamos en nuestros cuartos fríos, la distribuimos en el municipio, le hacemos seguimiento. Entonces para nosotros es un biológico más en lo que ya hacemos. Lo que no sé es cuál será la dimensión de la vacuna que llegue.

La vacuna de Pfizer requiere permanecer a menos 70 grados…

En el Valle no tenemos cómo almacenar una vacuna a menos 70 grados centígrados. Entonces esa vacuna a nosotros no nos sirve. No tenemos red de frío de menos 70 grados. Y comprar una red de frío no es tan fácil.

Con este panorama, ¿cuándo cree que superaremos el covid en el Valle? ¿Qué se proyecta?

El cálculo es abril de 2022. El año entrante tendremos tapaboca. La vacuna no llega para toda la población. Lo que necesitamos es que el covid se transmita lentamente. La gente se tiene que cuidar un año más.

¿Cuál es su percepción del cumplimiento de las normas de bioseguridad por parte de los vallecuacanos, del día a día en la calle, a propósito?

Cali no sé, porque no salgo. Veo lo que veo en el carro de mi casa al trabajo. No he ido a ninguna parte, entonces no puedo decir cómo está la ciudad. Pero en el departamento sí he viajado y lo que vi son calles comerciales llenas, centros comerciales llenos, mucha actividad nocturna de música y de licor. Me impresiona la cantidad de motos con dos pasajeros. Yo pienso que otra medida que se debe tomar frente al covid es restringir el pasajero de las motos. El contacto es inevitable.

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Sigue la preocupación por la Feria Virtual en Cali, sobre todo por la exposición en la que están los bailarines del salsódromo y los artistas del Cali Viejo. ¿Qué se decidió finalmente frente a estos certámenes?

Yo le pedí al alcalde Jorge Iván Ospina que hicieran pequeñas tomas. Que los eventos los pregrabaran, teniendo en cuenta que no pueden tener a más de 50 personas reunidas en un espacio. Él me dijo que iban a hacer pruebas de PCR, entonces espero que sean extremas las medidas para que puedan hacer la Feria sin exponer a la población.

Desde Corfecali se estaba pidiendo permiso para que en el salsódromo estuvieran en el escenario 180 bailarines al tiempo. ¿Qué pasó?

Son 50 personas máximo.

Otro de los temas que preocupan son los niños con covid. Usted hizo un llamado hace unos días para cuidarlos de la pandemia. Hay niños en UCI…

Siempre hemos sabido que los niños podrían trasmitir el covid. Pero inicialmente lo que nos vendieron es que a los niños y adolescentes nos les daba la enfermedad y eso afectó la idea en la gente de que ellos no debían cuidarse. Pero en el Valle tenemos la certeza de que los jóvenes transmiten y que a algunos también les afecta muy fuerte el covid. Tengo el reporte de dos personas muertas menores de 19 años, y dos niños muertos menores de 9 años. Y la semana pasada había 24 niños hospitalizados en el HUV, entre ellos 5 estaban en UCI con covid. Es decir: también los afecta la enfermedad y hay que cuidarlos. La teoría era que no les daba y que lo transmitían; lo transmiten y les da.

Pasemos al tema de la pólvora. ¿Por qué hay tanta en Cali y los municipios cercanos? ¿Qué pasa con los controles?

Lo que pasa es que ningún Estado, nosotros tampoco, puede poner un policía detrás de cada ciudadano. Hay una generación de la pólvora en la economía informal muy complicada. Hay municipios donde una actividad económica es la fabricación de pólvora artesanal. Hay fábricas de pólvora. Y definitivamente hay fuegos pirotécnicos bonitos. Lo que no sé es con qué los están comprando. Yo no he podido entender eso. Un año tan difícil, tan complejo, donde tanta gente perdió el trabajo, y se redujeron los salarios, ¿de dónde sale plata para comprar tanta pólvora? Me dicen que hay unas luces que valen un millón de pesos y se acaban en segundos. ¿Cómo hacen para gastar eso? No entiendo. Si se hacen colectas, deberían hacerlo para preparar natilla para todo el mundo, o para los niños que no pueden ir al colegio. Pero es un asunto de egoísmo. Eso también lo aprendí en la pandemia. Sigue el egoísmo absoluto, la individualidad total y en el caso de la pólvora, por encima de ese gusto de algunos está el derecho de lo colectivo. Y me parece que contra la pólvora no hay una reglamentación suficiente.

¿Si Cali restringe la pólvora, por qué municipios cercanos como Candelaria no?

Porque Candelaria tiene una fábrica de pólvora. Es un asunto difícil: el interés individual sobre el interés general. Es una fuente de trabajo para muchas personas, una fuente de riqueza para otras tantas, y eso se sobrepone a los intereses colectivos. Y de otro lado el gusto o satisfacción que produce ni siquiera se compadece con el sufrimiento de los animales. A los que nos gustan los perros nos parece terrible que nuestros perritos se mueran del susto con el sonido de la pólvora, pero a los que les gusta la pólvora les importa un comino. Los perros se pierden, los pajaritos se mueren, y no les importa porque es su gusto personal, la satisfacción personal, lo demás no importa.

Cali, Jamundí, Candelaria, Yumbo, debería verse como una zona metropolitana para tomar decisiones en conjunto…

Son área metropolitana de facto. Cada vez es más evidente. Ya no hay una frontera tan clara entre estos municipios. Usted va para Jamundí y no sabe dónde esta el río Jamundí, que es el límite. Además, no lo ve. Pero debería haber una zona metropolitana de hecho, una regulación. Con las discotecas nos ocurre mucho. Se cierran las de Cali pero las de Yumbo, a una cuadra de Cali, están abiertas, o en Rozo, o en Juanchito. Entonces el control no se da. Aunque debo reconocer que los alcaldes han tratado de ponerse de acuerdo.

De otro lado, hoy se juega el primer partido de la final del fútbol colombiano entre América y Santa Fe. ¿Cómo evitar aglomeraciones?

Es lo que más me preocupa, y espero que, sobre todo, la gente tenga la conciencia de cuidarse y no aglomerarse. Lo de la semana pasada fue terrible en El Cerrito, cuando América pasó a la final. Fue una locura. No sé qué le pasa a la gente. Yo recuerdo la primera estrella del América. Lo recuerdo muy bien porque vivía al norte de la ciudad, y mi hermano y mi mamá casi se enloquecen ese día de la felicidad, pero además tuvimos muertos cercanos. El papá de una amiga estaba en un sitio en la Sexta y lo mató una bala perdida. Entonces tengo grabado eso en la cabeza. Me da temor de lo que pueda ocurrir hoy con las aglomeraciones.

¿A propósito, qué tan futbolera es usted?

Me gustaba el Deportivo Cali, cuando ganaba. Era la época de Zape, cuando uno podía ir al estadio tranquilo. Ahora me produce tanto estrés que no voy.

La última, y volviendo a la pandemia: usted, que ha sabido cuidarse tanto del covid, ¿qué recomendación les hace a los ciudadanos, ¿cuál es el ‘manual’ para vivir sin covid?

No me haga reír. No vamos a dejar de tener covid por lo menos un año más. Lo que queremos es que la cantidad de casos en el Valle sea de 300 al día, manejables, y ojalá tengamos días sin muertos. No hemos tenido un solo día sin defunciones. Entonces necesitamos que baje. Pero para tener un enero más tranquilo cada familia debería tener un 24 de diciembre con los suyos, un 31 de diciembre con los suyos. No salir, no centros comerciales, no aglomeraciones. Aunque sé que es muy difícil lo que estoy pidiendo, no visitas a los municipios. Porque la gente quiere regresar en esta época, y es muy complejo pero no debería hacerse. Quisiera que la gente tuviera la esperanza de un año mejor. Y que las personas se dieran la oportunidad de llegar vivas al 2021.

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