Colombia
¿Cómo prepararse? El 2024 apunta a que no será un año fácil económicamente para los colombianos
Cambios tributarios, ajustes en los subsidios y la inflación, son, entre otros, algunos de los factores que golpearía el bolsillo de las personas.
La desaceleración económica que vive el país ha terminado por afectar el bolsillo de los colombianos que por estos días ven aumentado sus gastos por cuenta de la temporada decembrina. La preocupación ahora es qué les deparará el 2024 en medio de cambios tributarios, ajustes en los subsidios y la inflación.
Si bien esta última viene cayendo desde el mes de marzo, lo ha hecho lentamente. Esto incide en diversos precios y tarifas para el año siguiente.
Según el más reciente dato, a noviembre la inflación llegó a 10,15 por ciento anual y se estima que cerrará entre 9,5 y 10 por ciento.
A esto se suma que el costo de vida en el país sigue amenazado por factores como el fenómeno de El Niño, aumentará su intensidad entre diciembre y enero y se espera se prolongue hasta mayo.
La inflación también será la base para fijar el salario mínimo de 2024, que, a su vez, dará la pauta para que las empresas determinen en gran parte el costo de sus productos. Además, el salario mínimo determina cada año el precio de las Viviendas de Interés Social (VIS), el cual se ha disparado.
Este año entra en plenitud el impacto de la reforma tributaria del Gobierno Petro para las personas naturales, en las que los beneficios por deducciones se reducen drásticamente, al mismo tiempo que se depurarán las bases de datos para la entrega de subsidios, lo que dejaría sin esta ayuda estatal a familias que ya no serían consideradas tan pobres.
Costo de vida
La encuesta de Ipsos en América Latina reveló que la mayor preocupación de los colombianos, después de la inseguridad, es el costo de vida, ya que persisten las amenazas de brotes inflacionarios.
“El escenario que tenemos es que el comienzo de 2024 puede ser complicado porque la inflación va a ceder a un ritmo muy gradual y buena parte de la reducción de tasas de interés no se va a sentir sino hasta final del año. Entonces, hay que arrancar 2024 con prudencia, volver a revisar los presupuestos y cuidar el endeudamiento”, señala José Ignacio López, director de estudios económicos de Corficolombiana y presidente designado de Anif.
Preocupa en ese orden el tema de los arriendos que puede llegar a pesar casi la cuarta parte del presupuesto de los hogares. Estos pueden subir máximo la inflación causada del año inmediatamente anterior, que para 2024 podría ser cercana al 10 por ciento, que es el nivel con el que se espera termine este indicador en 2023.
“Para responder a estos ajustes, este año muchos hogares cambiaron de vivienda en arriendo. Se fueron a áreas más pequeñas con alquileres más bajos para no tener que pagar incrementos tan altos”, comenta explica Andrés Langebaek, director de estudios económicos del Grupo Bolívar.
Por su parte, Camilo Herrera, fundador de la consultora Raddar, aclara que si bien los arriendos pueden aumentar hasta el tope de la inflación causada, no se ha llegado a ese techo. “La inflación de arriendos para noviembre de este año es del 7,43 por ciento, por debajo del total de la inflación de 2022, que fue de más del 13 por ciento”.
Otro golpe muy fuerte, vía indexación, que sentirán los colombianos es en la educación. Primero por los aumentos que autorizó el Ministerio de Educación en octubre para las instituciones privadas de preescolar, básica y media, que se aplicarán en 2024. La base del incremento se fija con el Índice de Precios al Consumidor con corte a agosto de 2023, emitido por el Dane, el cual se ubicó en 11,43 por ciento.
A partir de allí, cada establecimiento educativo podrá acceder a puntos porcentuales adicionales, de acuerdo con diferentes criterios. Y segundo, la llamada temporada escolar –especialmente para el calendario A– que, según Herrera, representa 5 por ciento del crecimiento del gasto de los hogares entre enero y febrero, en promedio, teniendo en cuenta que no todos tienen hijos.
Pero, los costos de la temporada escolar no solo incluyen libros, útiles, uniformes y ropa, también productos de tecnología y acceso a internet.
Igualmente, se indexan por inflación los precios de los peajes, que este año no subieron por decisión del Gobierno. Ahora, para cubrir ese rezago en 2024 tendrán dos incrementos: uno arrancando el año y otro a mediados de año. Adicionalmente, hay expectativas frente al alza en los precios de los combustibles.
Este panorama lo empezó a despejar el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, quien aseguró que ya no faltarían tres aumentos, sino uno solo. En diciembre no hubo incremento, lo que le quitó presión a la inflación. Posiblemente el alza se dé en enero.
Según los cálculos de Herrera, el aumento en el precio de la gasolina afecta a cerca del 30 por ciento de los hogares que tienen carro o moto y, en algo, a la operación logística.
“Pero cuando entra el diésel, este incluye a camiones y tractomulas que mueven la papa que llega a las ciudades y la mercancía que llega de los puertos. Esto sí, metería un golpe fuerte en los costos, haciendo que la inflación baje más lento y con implicaciones importantes porque el tema no es que la inflación ceda rápido o despacio, sino que al estar alta, inevitablemente, lleva a unas tasas de interés altas y esto hace que el mercado se mueva a una velocidad mucho menor a la esperada”.
A todo lo anterior, se suma la discusión del salario mínimo. Los dos últimos años los incrementos han sido históricos, precisamente por los aumentos en la inflación.
La decisión para 2024 aún sigue en negociaciones entre empleadores, trabajadores y Gobierno. El salario mínimo es clave en la definición de precios como los de la vivienda VIS. “Esta ha subido más del 35 por ciento en tres años. ¿Quién aguanta eso? Hay muchos que aspiran a ella y ganan menos del mínimo. Es otro factor que ha tumbado las ventas de VIS”, dice Langebaek.
Como si fuera poco, el salario mínimo también afecta la estructura de costos de las empresas, a las que no les queda otra opción que subir los precios más de lo que estaban esperando y eso, al final, lo que hace es comerse el aumento de los salarios.
“Hay que encontrar un justo equilibrio”, advierte Herrera, de Raddar, y agrega: “Antes de 2023 las estructuras de costos en Colombia para las compañías crecieron cerca del 20 por ciento y la inflación no llegó a transmitirse a más del 13 por ciento; es decir, las empresas se comieron una gran cantidad de aumento de sus costos, lo cual reduce los márgenes de las compañías y eso no es una buena noticia porque pone en riesgo la sostenibilidad de las empresas e incluso afecta el recaudo tributario”.
Entre tanto, los próximos días serán de definiciones. Por una parte, la junta directiva del Banco de la República mandará una señal clave: si ya es el momento de empezar la senda de rebajar las tasas o todavía la inflación persiste y los brotes son amenazantes. Y, por otra, la decisión en torno a la fijación del salario mínimo.
Ajustes con la reforma
Tal vez uno de los mayores golpes que recibirán en el 2024 los 5 millones de colombianos que declaran renta obedecerá a la reforma tributaria de 2022, la cual tenía el objetivo de buscar que más personas naturales paguen impuestos.
Más que un cambio de tarifas, lo que estableció la reforma fueron modificaciones en las gabelas que permiten reducir el impuesto a cargo, que se conocen como deducciones. Carolina Munar, socia y líder del área de derecho corporativo y negocios internacionales de Scola Abogados, explica que, aunque la reforma entró en vigencia este año, en realidad se sentirá el entrante, porque será en 2024 cuando se pague renta por los ingresos recibidos en 2023.
“Para las personas naturales hay un mecanismo anticipado de recaudo del impuesto que es la retención en la fuente, cuyas normas cambiaron este año, pues se redujo el valor máximo que se puede deducir por diferentes conceptos”, explica Munar.
Algunos trabajadores de altos ingresos ya sobrepasaron el nuevo límite este año y, por eso, en sus desprendibles de nómina mensuales evidencian aumentos en la retención en la fuente que les hacen sus empleadores.
Igualmente, se redujo el límite general de rentas exentas y deducciones, el cual no puede superar el 40 por ciento de los ingresos anuales del contribuyente. Ese 40 por ciento exento antes no podía ser mayor a 5.000 UVT y ahora bajó a 1.340 UVT (212 a 56 millones de pesos de hoy). Entre las rentas exentas están los pagos por dependientes, por intereses de crédito hipotecario y la medicina prepagada.
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