CHILE
¿Cómo enfrentar eficazmente la violencia de género desde la ley?, las lecciones de Chile
Valeria Lazcano, asesora del Ministerio de la Mujer de Chile, habla sobre las leyes contra la violencia de género, como la Ley contra el Acoso Callejero y la tobillera al agresor.
Una mujer se demora entre 7 a 11 años en denunciar la violencia de la que está siendo víctima en su hogar. Y si llega a buscar atención a la comisaría y la atienden mal, se arrepiente, se va y no volverá, porque la hicieron devolverse con más dolor, la hicieron sentirse culpable; le dijeron que volviera a casa a solucionar el problema con su marido. “O que volviera cuando tenga hematomas, porque las otras violencias no son tan graves”.
Valeria Lazcano, asesora del Ministerio de la Mujer de Chile, especialista en género en las gestiones públicas, tiene claro que si no hay una ruta de atención a las violencias contra las mujeres capacitada e integrada, que desde el primer momento brinde apoyo a las denunciantes, no habrá cómo avanzar en la lucha contra esas violencias tan anquilosadas en la sociedad.
Por eso, desde el Ministerio de su país han impulsado acciones específicas como el telematizar la ruta, ponerle una tobillera al agresor y otras medidas que hagan sentir más seguras a las mujeres sobrevivientes. Eso, además de insistir que los asuntos de mujeres son asuntos de país y que hay que trabajar la equidad a todo nivel para combatir la discriminación y estimular la participación de las mujeres en todos los escenarios de la vida, la política y la sociedad.
En su paso por Cali, durante el Primer Foro Internacional Mujer Somos Todos, organizado por la Secretaría de Seguridad, Valeria compartió la experiencia de su país:
¿Cómo surge la figura del Ministerio de la Mujer en Chile?
Existimos desde 2016 y surge durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet, quien desde su primer mandato lo había impulsado. Como antecedente, en 1990 ya habíamos creado el Servicio Nacional de la Mujer, Sernam, que tenía asiento en la reunión de ministros. Con el Ministerio logramos impulsar de verdad políticas que promuevan la igualdad de género. Pero el poder más grande empieza en 2018 con un programa que busca que se reviertan las desventajas que afectan a las mujeres. Que logra que ‘las cosas de mujeres’ se conviertan en asuntos de país.
¿Cómo lograron que en el cambio de gobierno, Sebastián Piñera conservara el compromiso por este tema y no quedara el Ministerio como una figura decorativa?
Para que las políticas de la mujer surtan efecto deben tener continuidad en los gobiernos. Fue en el gobierno de Piñera cuando se empezaron a dar los cambios, con un programa que incluyó en todos sus ámbitos el enfoque de género, vinculando a todos los ministerios del Estado en la Agenda Mujer 2018. Tener un ministerio es importante porque permite trabajar contra las grandes brechas que tenemos y que se repiten en todos los países. En Chile, 2 de cada 5 mujeres han sufrido algún tipo de violencia; 3 de 4 personas sin ingresos propios son mujeres. El 80% de las denuncias las realizan mujeres. El 48,9% de los hogares pobres tienen una jefatura mujer.
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¿Cuáles son los pilares o prioridades de esa Agenda Mujer?
Primero, la igualdad de derechos, deberes y oportunidades. Que no haya algún tipo de discriminación contra la mujer. Existen países donde las leyes siguen discriminando, las obligan a salir cubiertas de pies a cabeza a la calle, solo con un mayor de edad hombre que las acompañe, no pueden ir a la universidad y les prohiben muchas cosas. Eso no puede pasar. Dos, ‘Tolerancia cero a la violencia contra la mujer’: se han hecho grandes cambios en el tratamiento de las violencias, desde la ruta de atención hasta sanciones. Tres, dándole importancia a la autonomía económica para que tengan oportunidades laborales. Y cuatro, las escuelas de liderazgo político, que conduzcan a la paridad. Que a las mujeres se les llame por competitivas y no para rellenas listas o por ‘bonitas’.
Usted explicaba en su conferencia que han adelantado 27 iniciativas, cuéntenos sobre ellas...
Hemos trabajado en leyes para la igualdad. Por ejemplo, sacamos la ley de las segundas nupcias, ya que antes las mujeres no podían contraer matrimonio al otro día de su sentencia de divorcio, pero los hombres sí. Teníamos que esperar 270 días. Nueve meses porque podíamos estar esperando un bebé. Como si no hubiera prueba de ADN. Esa ley la erradicamos y las dejamos en igualdad.
También se modificó la administración de las sociedades conyugales, los regímenes patrimoniales. Tenemos la ley de lactancia libre, la de cuotas en los directorios de empresas, la Ley Gabriela que modifica el Código Penal, la ley que tipifica el femicidio y la ley que tipifica el acoso sexual en los espacios públicos.
¿En qué consiste esa ley del acoso sexual en los espacios públicos?
Esta es una ley que ya lleva un par de años y cuando recién salió los periodistas salían a hacer sus notas preguntándole a los hombres qué pensaban y ellos decían “no, se fueron ‘al chancho’ (al extremo)”. Hubo mucho ruido y discusión sobre que ya no se nos podía decir nada. Pasó el tiempo y ya tenemos un cambio conductual, que es más importante que las multas que generan las denuncias de acoso. Ya les escucha uno murmurar “Oye, oye, no le digas nada, acuérdate que eso da multa”. Y ahora nos sentimos más libres en la calle. El acoso sexual está socialmente castigado, hemos ido generando que la gente empiece a actuar, en el bus, en los espacios públicos, se rechaza.
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Hay mucha discusión en Colombia en torno a este tema porque dicen que las mujeres ya no toleramos los piropos y todo se nos volvió acoso...
Yo me retiré de esa discusión. ¿Todo es acoso? Cuando te produce malestar es acoso, es violencia. No sé quién les dijo que nos sentíamos bien pasando por debajo de la construcción y que nos gritaran cosas. Eso nos hace sentir incómodas. Es distinto si un amigo nos dice algo, desde nuestro consentimiento. ¿A cuántos hombres en la calle alguna mujer les ha agarrado el trasero? Nos hicieron creer que el que nos dijeran cosas en la calle era parte de ser mujer.
Todos los países tienen procesos distintos. Tendremos etapas, unas buscamos aceptación. Yo no necesito que tú me digas que estoy bien para saber que me siento bien, es un trabajo diario. Lo importante es analizarse primero como país. Pero puedo decir que al sacar estas violencias simbólicas que reproducen el acoso se van generando cambios culturales, como el reprochar el acoso callejero y entender que necesitamos sentirnos seguras en las calles.
Otra de las leyes es la del pago de Pensiones Alimenticias, que castiga duramente al papá que no responde con los alimentos de sus hijos. ¿Cómo funciona?
Esta recién aprobada. La Ministra dijo: “atrévete a deberle dinero a tus hijos y no vas a poder vivir en paz”. Existen un sinfín de situaciones que no vas a poder hacer. Como cuando le debemos plata a los bancos.
Este es un tipo de violencia contra la mujer: la manipulación económica. Si estás conmigo no te falta nada, si te vas, arréglatelas. O decido que este mes te mando tal parte, te la paso en cuotas y así. Tenemos un 87% de deudores de alimentos que no cumplen. Ahora, con el Registro Nacional de Deudores, no podrán renovar documentos vehiculares, su cédula de identidad, ni su pasaporte. Si entran a un cargo público, se le descuenta del sueldo lo que le deben a sus hijos. Si van a pedir un crédito al banco, la mitad va al pago de la deuda con sus hijos. Y si no se pone al día no sale del registro. No es voluntario el pago. Los niños comen, se visten.
En cuanto a la tolerancia cero contra la violencia de género, ¿qué otras acciones han implementado?
Estamos trabajando en el fortalecimiento, protección y reparación a mujeres víctimas de la violencia intrafamiliar. En todas las regiones hay centros de la mujer para reparación, tenemos 111 en Chile. Durante la pandemia implementamos el whats App silencioso que se sumaba al apoyo de la línea de orientación 1455. Esta estrategia continuará porque nos dio muy buenos resultados.
Tenemos un convenio con Mindefensa para capacitar en género a las Fuerzas Armadas con unos foros hermosísimos. Hemos visto resultados más rápidos, cuando el hombre está dentro de nuestro plan de trabajo, porque si hablamos de las mujeres solas, los alejamos del problema, y desde la perspectiva masculina también hay un sinfín de expresiones estereotipadas que les afectan a los hombres. Si llora es un marica, si elige una carrera femenina es raro, si no tiene trabajo es un mantenido. Si no trabajamos la perspectiva de género con ellos no vamos a lograr nada. Hemos capacitado a 16000 carabineros en primera acogida para atender bien a las mujeres que llegan a denunciar, para que no se devuelvan y continúen su proceso. Es un gran avance y ellos están orgullosos.
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¿Cómo avanza la sistematización de la ruta de atención a las víctimas?
En la ruta que vive una mujer sobreviviente vimos que los sistemas no se comunicaban entre sí. Estamos en un proyecto de ley que unifica todos los datos en una sola plataforma y también el sistema de alerta. Es ambicioso y costoso y requiere mucha voluntad. La modernización del servicio es indispensable.
Pero además con toda la capacitación de las distintas instancias de la ruta, logramos acercar las instituciones a las mujeres. Un estudio del Banco Mundial reflejaba que les asustaba el sistema. Necesitábamos darles otra respuesta, que en la comisaría las atiendan bien, que está el robo del vehículo y demás que atender pero que en cada lugar haya alguien especializado en atención a las sobrevivientes de violencias, para que se sientan acogidas, respaldadas.
¿Y en qué consiste el proyecto para ponerle una tobillera al agresor?
La tobillera hace parte de la Ley de Monitoreo Telemático recientemente aprobada, que incorpora una medida cautelar en favor de las víctimas de violencia intrafamiliar. Le prohibe al agresor acercarse a la víctima, a su domicilio o lugar de trabajo y estudio. La tobillera tiene geolocalización por la Gendarmería y genera la alerta.
¿Cómo afectó la pandemia a las mujeres chilenas?
La pandemia exacerbó la brecha que existe en el mundo. En 2010 teníamos un 46% de participación laboral femenina y en 2020 llegamos al 53%, una gran cifra. En la pandemia, con los cierres de colegios, jardines infantiles y sitios donde dejaban a sus niños, muchas dejaron sus trabajos. Lo que se consiguió en diez años se perdió completamente. Ahora nos estamos enfocando en esa recuperación de sus trabajos.
En cuanto a la violencia, en la encuesta que realizamos cada 3 años sobre violencia intrafamiliar, entre mujeres de 15 a 65 años, en el 2017 teníamos una cifra del 33% de afectadas y hoy tenemos un 41%. Eso responde no solo a que ha ido en aumento por situaciones como la pandemia, sino porque la percepción de la violencia ha ido cambiando. No sabíamos identificarla, creíamos que era solo física, ahora la reconocemos y la visibilizamos más.
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