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La capital del Valle del Cauca ha sido una de las más golpeadas por los bloqueos en vías intermunicipales y vías internas en la ciudad. El tejido empresarial se vio duramente golpeado en sus ingresos. | Foto: Archivo de El País

LINA MARTINEZ

​¿Cómo sacar adelante a una Cali desigual y muy dividida?, responde la directora de Polis

Lina Martínez, directora del observatorio Polis del Icesi, dice que Cali es una ciudad muy desigual, pero que hay esperanza de que el rumbo cambie con nuevos liderazgos.

14 de noviembre de 2021 Por: Francy E. Chagüendo A./ Editora de Cali

Llegó a la capital del Valle hace nueve años y ya se siente caleñísima. Por eso dice que le duelen los problemas de la ciudad, de los cuales conoce bien, pues su trabajo ha sido analizar lo que pasa en Cali.

Lina Martínez es la directora del Observatorio de Políticas Públicas, Polis, de la Universidad Icesi, espacio desde el cual ha liderado investigaciones socio económicas y sobre la satisfacción de los caleños con la vida y cómo ésta se relaciona con la provisión de bienes públicos y servicios del gobierno.

Y aunque hace un diagnóstico bastante crudo sobre la que pasa en Cali en términos de inequidad, informalidad y desconexión del sector público con la realidad, asegura que tiene gran optimismo de que el rumbo de la ciudad cambie para mejorar.

Así analiza esta académica, Ph.D, en Políticas Públicas de la Universidad de Maryland y Magíster en Educación de la Universidad de Manizales, de donde es oriunda, los principales problemas de Cali.

¿Desde las investigaciones que ustedes realizan qué diagnóstico pueden hacer de lo que pasa en Cali?

Desde que empecé en el Observatorio en el 2013 iniciamos un proyecto de recolectar información con la encuesta Calibrando, que tiene alcances importantes sobre la calidad de vida de la ciudad y la satisfacción con la vida. Esta nos dice cómo se sienten los caleños, cómo está la salud mental.

Tenemos datos desde 2014 y lo que estos nos muestran es una ciudad muy inequitativa, esto nunca ha sido un secreto para nosotros, por ejemplo, las personas en los estratos 1 y 2 tienen en promedio 8 años de escolaridad y las personas de los estratos 4, 5 y 6 tienen en promedio 15 años de escolaridad. Este es un indicador fuerte que muestra esa inequidad porque es con educación que se permite la movilidad social.

¿En qué otros aspectos se ve esa inequidad?

Solo por dar un ejemplo, si miramos el conteo de universidades de la ciudad, la mayoría están ubicadas en los estratos más altos y en la comuna más rica. Eso se ve también con los mejores colegios, centros de salud, estaciones de servicio del MÍO, con un montón de cosas.

Un indicador para ilustrar esto es el número de canchas, polideportivos y centros recreativos de Cali; el mayor número están en los estratos más altos, donde las personas viven en unidades cerradas, que tienen esas funciones de generar algún tipo de espacio público. Mientras que no hay este tipo de espacios en los estratos 1, 2 y 3, donde vive el 56% de la población. No tienen espacios verdes, accesibilidad ni a parques, ni polideportivos, ni a canchas, de manera suficiente.

Otro punto es la informalidad que es muy alta en Cali. Cuando uno escucha a los políticos o a los empresarios, siempre hablan de jalonar la empleabilidad en el sector formal, pero el sector informal es el que mueve la economía en esta ciudad.

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Es decir, ¿cree que la administración pública ha estado, por años, desligada de los problemas de la ciudad?

Si, los datos existen y dan cuenta de las brechas sociales tan grandes. Tenemos un sector público con muy poca capacidad técnica, toman decisiones sin rigurosidad, no basado en la evidencia, hay pocos recursos de evaluación, el presupuesto se gasta y no se sabe a qué condujo eso, la política se convierte en un juego político y no en un juego de bienestar para la sociedad. o hay un norte claro hacia dónde quiere ir la ciudad y no hay proyectos de vanguardia.

Si se habla con la Secretaría de Desarrollo Económico, los procesos que de ahí surgen son pocos para el tamaño de esta ciudad que paga impuestos.

Un ejemplo odioso es Medellín, que hace rato generó una área metropolitana que funciona, tiene transporte público que se mueve en esa área. Aquí no hemos podido viajar de Cali a Yumbo o a Jamundí en un solo transporte público, debes pasar por una terminal que se construyó hace muchos años y no está a la vanguardia del tamaño de la población.

Entonces uno se pregunta ¿qué se ha hecho todos estos años?, ¿para qué ha servido el gobierno y cuáles han sido sus apuestas y proyectos de largo plazo?

¿Uno de los problemas puede ser que los sectores público y privado estuvieron desligados por muchos años?

Yo siento que no hay nadie que le haga control al sector público. Los empresarios de la ciudad han estado muy desligados de la administración pública, no tanto con Armitage, pero no hay una asociación, una entidad, que tengan la suficiente conexión con el sector público.

Cuando llega una administración que no es cercana al resorte empresarial, es una administración al garete. Por ejemplo, a Jorge Iván quién lo llama a rendir cuentas, o ni siquiera a eso, quién lo llama a decir venga trabajemos en conjunto, de forma articulada, pensemos esto de una manera cohesiva, eso no se ve, lo que sí se pasa en otras regiones del país.

Por eso tenemos una ciudad que venía con muchos retrasos, estancada en muchas cosas, sin generar los recursos suficientes que la población demanda. Cali es hoy una ciudad pobre, informal e inequitativa que no tiene un transporte público de calidad y decente para la población y uno no ve en las campañas electorales y en la función pública que se esté pensando en estos problemas.

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Según las investigaciones que han realizado, ¿qué impacto dejó la pandemia en esta ciudad?

No creo que hubiera una administración o un país preparado para la pandemia, ni los países ricos ni otros. La pandemia agravó y evidenció los problemas que ya teníamos, no generó problemas nuevos sino que puso una lupa de expansión en los problemas que teníamos, muy serios y que poníamos debajo del tapete.

La informalidad alcanzó unas dimensiones enormes, no se sabe cuál es el tamaño en estos momentos, pero si perdimos el 13% del trabajo formal, este tuvo que pasar a la informalidad porque la gente tiene que ganar su dinero.

El problema es que hacer de nuevo el tránsito del sector informal al formal es muy difícil, y el discurso de los políticos de que tenemos que formalizar a los informales, eso no aplica, hay muchos factores que no permiten esto.

Realmente las inversiones públicas en temas neurálgicos para la ciudad no han sido sustanciales. El alcalde Armitage hizo una inversión importante en educación, pero no sabemos qué pasó con eso porque no hay una cultura de evaluar lo que se hace. La ciudad sigue teniendo deudas históricas de muchas cosas.

Entre las ciudades principales del país Cali fue la que terminó en peores condiciones, más gente entró en pobreza, se redujeron más los ingresos, casi la mitad de la población vive con recursos por debajo del salario mínimo, siendo responsables de un hogar en promedio de 4 personas.

¿Cree que después del paro se pueda proyectar otra ciudad?

El paro lo que hizo fue mostrarle a la gente en qué ciudad vive, el sector empresarial quedó con un mensaje preocupante y no se había dado cuenta de la dimensión del problema que ha sido documentado hace muchos años.

Hay una sociedad descontenta, la percepción de inequidad que se ha ido agrandando. Para mí el paro fue la olla pitadora que explotó, lo que la sociedad está recibiendo no corresponde a lo que el empresariado y el sector público pueden dar.

¿Es posible que veamos un cambio o seguirá la desconexión de la sociedad con la realidad?

Si se evidencian cambios. La respuesta del sector empresarial es positiva y aunque hay mucho por trabajar, se ha permitido articular mejor al sector público y privado.

No puedo hablar por los intereses de esta administración, pero creo que debe ser el interés de esta y de cualquier administración apoyar el trabajo que se haga en pro de la sociedad.

Siento que se están sentando bases sólidas de lo que será la alianza pública y el sector privado. Las veedurías, los trabajos colaborativos, los proyectos que están en proceso de construcción. Esto no se consolida en 6 meses, se consolida a través de trabajo sostenido que siento que hoy en la región ya se está pensando de manera más seria.

Por ejemplo, avanzar en la consolidación del área metropolitana, eso no estaba en la agenda; pensar en una sociedad más igualitaria y en la formación política de la población, eso no estaba en la agenda, y ahora hay ‘boom’ con todos los jóvenes que se están preparando sobre temas de cómo funciona el Estado. Acercar a la población joven a los empresarios, eso no hubiera pasado sino hubiera sucedido la pandemia y el paro.

Todo este tipo de transformaciones se demoran para consolidarse, pero creo que las bases que se están sentando son sólidas.

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¿Es decir que después de todo hay esperanza que Cali sea una verdadera ciudad de oportunidades?

Veo esto con mucho optimismo, espero que den frutos y que las siguientes administraciones sean más cuidadosas en cómo gastan los recursos y cómo comunican por qué los invierten en esos proyectos. Como ciudadana, como residente, que pago impuestos, quiero saber cuáles es la razón por la que se invierte en x o y programa, quiero que me digan esas razones y los resultados.

Todas estas cosas se están gestando, también hay mayor interés en cuál es el capital humano que estamos formando. La calidad educativa en Cali es de las más bajas y son temas que se están mirando con más detenimiento.

La división nos hace mucho daño, desde el punto de vista de la política ¿cree que esto puede cambiar?

Veo una ciudad muy dividida, muy preocupante los señalamientos de ricos y pobres. He tenido la oportunidad de estar en capacitaciones con los chicos de primera línea y uno de los problemas estructurales es esa diferencia de clase y la lectura que se ha construido en la ciudad de que los ricos consiguen las cosas por los medios que quieran y no tienen en cuenta a los demás que sienten que no hacen parte activa del proceso social.

Aún así soy optimista y claro que hay esperanza, tenemos capital humano, gente de empuje, alegre, que quiere salir adelante y mejorar condiciones. La administración pública y las personas que están en condiciones de facilitar estas dinámicas no pueden ser ni ciegas ni sordas frente a eso.

¿Es posible el cambio?

Según Lina Martínez, directora del Polis de Icesi, las inequidades económicas y de acceso a salud se pueden resolver con plata, pero considera que la brecha social no solo necesita recursos, sino que requiere de otras iniciativas para conectar a la comunidad de otra forma. “Necesitamos comunicarnos, encontrarnos en escenarios en los que podamos conocer el otro, ser empáticos, conscientes de las necesidades de los demás”.

“Cali es una ciudad insegura y con alto nivel de criminalidad y hay una asociación más alta entre crimen y desigualdad que entre crimen y pobreza. Es posible que el crimen no necesariamente esté explicado por pobreza, la sevicia eso puede representar más las diferencias de clases que hay en la ciudad y la falta de compasión. Eso no se soluciona solo con recursos públicos, se soluciona con inversión de capital humano, con un gobierno que ponga en eso en la agenda pública”.

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