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MAURICE ARMITAGE

Debate: ¿han servido los taches y bolardos para mejorar la movilidad de Cali?

Instalación de taches y bolardos todavía genera polémica, pero en virtud de este sistema hubo 43 muertes menos en 2019. 60 % de ellos ya están deteriorados.

23 de febrero de 2020 Por: Alfredo García Sierra - reportero de El País
Estos elementos de pacificación vial están presentes en calles y avenidas del norte, sur y el oeste de Cali. Muchos automovilistas los odian porque acortaron las vías. La Secretaría de Movilidad señala que han permitido regular el tráfico y evitar los excesos de velocidad. | Foto: Foto: Oswaldo Páez / El País

Aunque en Cali el número de muertes se redujo en 43 el año pasado en desarrollo de la llamada Pacificación Vial –mediante la instalación de tachones, bolardos y bordillos en calles y avenidas— todavía se está lejos de alcanzar unos mejores resultados. Todo porque especialmente entre peatones, ciclistas y motociclistas las víctimas fatales superan las 300 cada año, una cifra que alarma a los ciudadanos y a las propias autoridades.

Esa siniestralidad obedece a que algunos conductores circulan por encima de los 80 kilómetros por hora en la zona urbana, lo que refuerza la tesis de que ese tipo de elementos de plástico rígido —criticados por unos y apoyados por otros— deberán continuar ahí para ‘frenar’ a quienes van al volante.

Tanto que en las tres primeras semanas de enero del 2020 los comparendos (multas) por exceso de velocidad aumentaron en 100% frente a igual lapso del 2019, lo que comprueba el actuar irresponsable y agresivo de ciertos automovilistas.

Por eso en el 2018 se presentaron 353 víctimas fatales y en el 2019 hubo 310, mientras los lesionados fueron 5979 el año pasado y 6475 en el 2018, según cifras de la Secretaría de Movilidad y Seguridad Vial.

Para enfrentar este fenómeno, la administración anterior, en su última fase, inició el polémico montaje de los bolardos, tachas, tachones, estoperoles, bordillos traspasables y delineadores flexibles de color amarillo. Se buscó proteger así a los actores más vulnerables en las vías.

En total se colocaron 3482 elementos rígidos en determinados cruces, entre los cuales figuran los bordillos que separan los carriles de los carros y las ciclorrutas, lo mismo que en sitios donde no hay semáforos peatonales para facilitar el paso de niños y personas de la tercera edad.

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Al principio en muchos sectores comerciales y residenciales, los tachones, tachas y bolardos atornillados al pavimento fueron objeto de rechazo bajo el argumento de que acortaron el tamaño de las vías y frenaron la movilidad, e incluso incomodaban para estacionar, pero con el correr de los meses la gente se acostumbró. Sin embargo, en otros sitios de la capital del Valle las personas los destruyeron, retiraron de sus barrios, o los vandalizaron.

Hoy, debido a esas conductas el 60% de esos elementos presentan deterioro, ya que los vehículos los aplastan o tumban, por lo que deberán ser reemplazados para que sigan cumpliendo su función.

El costo de cada bolardo amarillo es de $60.000, mientras un bordillo traspasable cuesta $69.374 y un bordillo tubular $151.405.

Críticas y resultados

Algunas voces consideran que el Plan de Pacificación no tuvo suficiente socialización por parte de la Alcaldía, pues muchos ciudadanos de a pie aún no saben para qué sirven esos elementos en las calles. Y hasta se anunció una tutela por parte del concejal Fernando Tamayo, señalando que un gran número de esos elementos fueron colocados en vías en mal estado, cuando lo que requería la ciudad era un plan de andenes para los peatones.

A pesar de las cuestionamientos, el nuevo gobierno local, en cabeza de Jorge Iván Ospina, defiende este sistema.

El secretario de Movilidad, William Vallejo Caicedo, señala que la Pacificación Vial apoyada en esta clase de dispositivos plásticos sí le ha servido a Cali, porque ahora se puede transitar de manera un poco más ordenada por las calles, evitando que los conductores superen los límites de velocidad, hagan maniobras o giros peligrosos con los cuales ponen en riesgo su propia vida y la de otras personas.

“El resultado de las 43 muertes menos en el 2019 fue el mejor de los últimos seis años, lo que es una demostración de que la instalación de estos elementos, más las campañas de prevención, control y vigilancia permanente han permitido reducir la mortalidad en las vías de Cali”, señala el funcionario.

Pese a dicho escenario, admite que “esas muertes todavía son demasiadas, ya que el factor más letal es el exceso de velocidad en el casco urbano. Ese tipo de cosas no pueden seguir ocurriendo en Cali”.

Más conciencia ciudadana

Yaneth Mosquera, coordinadora del Observatorio del Peatón y el Ciclista de la Univalle, recalca que “es urgente exigir una mayor conciencia y cultura ciudadana para seguir reduciendo los homicidios en accidentes de tránsito en la ciudad”.

Recalca que “los tachones y tachas fueron instalados precisamente para proteger la vida. En efecto, las lesiones en accidentes de tránsito disminuyeron, pero no sabemos con certeza si efectivamente la mortalidad ha bajado debido a esta estrategia”.

En concepto de la experta “aún no tenemos la cultura de hacer las evaluaciones para saber el por qué de los resultados de esas reducciones, si fueron porque la gente mejoró su comportamiento, o la reducción del tráfico ayudó de alguna manera”.

De todos modos, la especialista Mosquera reconoce que “hay una sensación de mayor seguridad por parte de los ciclistas al tener un espacio en la vía que se reclamaba. Ellos sienten ya como propios esos espacios que ahora más gente usa. Adicionalmente, eso reguló también el comportamiento del transporte motorizado”.

Similar visión tiene John Fredy Bustos, experto en movilidad vinculado a la Fundación Integrados, y quien forma parte de otros colectivos similares, al afirmar que “estos elementos han permitido salvar las vidas de los caleños al reducir los conflictos entre los actores de las vías”.

Y resalta que “las víctimas llegaban a casi 400 al año, pero ahora rondan las 320, lo cual es muy positivo, especialmente en vías de alto tráfico como la Autopista Suroriental, la Calle 9a, entre otras, para que no haya un entrecruzamiento entre vehículos y motos, eliminando la doble fila”.

Sin embargo, Bustos pone de presente que en algunos puntos viales existe una solución específica que ha sido el gran limitante para explicarle a la gente para qué sirven esos dispositivos de pacificación, ya que unos son para canalizar flujos y otros para reacomodar la geometría de las calles.

Recordó que esa reconfiguración de las vías (con los tachones y bolardos) era necesaria, ya que no solo en Cali, sino en el resto del país, las calles fueron diseñadas con un manual muy antiguo, que data de 1980, que se basó en uno de Estados Unidos de 1950 que daba prioridad a los vehículos más grandes para radios de giro diferentes, poniendo en riesgo a las personas.

Eso se podría hacer mejor en el futuro a través de esos elementos pacificadores que son de bajo costo y alto impacto, anota Bustos.

Sugiere el experto que en adelante, la Secretaría de Movilidad debería convertir parte de esos elementos en una infraestructura dura, es decir, con el complemento de andenes y pasos peatonales a nivel.

Lo cierto es que ese tipo de elementos plásticos odiados o no, son el primer paso para que los caleños tengan más cultura en las vías.

Ya muchos caleños comienzan a acostumbrarse a la presencia de estos elementos en las vías. La actual geometría de algunas calles cambió para darle más seguridad a las personas.

Lo que viene

Pese a los resultados, hasta el momento el gobierno local no ha definido si continuará o no la intervención de las vías con la instalación de tachones, bolardos y bordillos. Hasta el momento el programa de Pacificación Vial ha cubierto 40 kilómetros y la meta trazada en la época de Armitage fue de 200 kilómetros.

Pero todo dependerá de la construcción del Plan de Desarrollo de la actual administración, que incluye mantenimiento de semáforos, señalización, demarcación de vías al igual que modernización de equipos. 

El Secretario de Movilidad anota que la idea es continuar reforzando las campañas de prevención, “ya que la vida es sagrada y está por encima de cualquier cosa”.

La mortalidad en las vías públicas está catalogada hoy por la Organización Mundial de la Salud, OMS, como una de las diez causas más comunes de decesos trágicos en todo el planeta.

Un contrato polémico

La inversiones para la instalación de los bolardos y otros dispositivos no han estado ajenas a cuestionamientos desde varios sectores.

A ello, el secretario Vallejo Caicedo afirma que “no entiendo la razón porque después de un debate en el Concejo y donde se presentaron datos soportados en un análisis estadístico, seguimos con la hipótesis de que el programa no sirve, y que ha significado un detrimento patrimonial para Cali debido a una suma exorbitante ($33.000 millones), que es un dato erróneo”.

Asegura que las inversiones en los elementos de Pacificación Vial no superaron los $718 millones, una cifra muy pequeña frente a la de los proyectos de infraestructura, que es el rubro más grande.

El concejal Juan Martín Bravo, insiste en que el programa tiene inconsistencias y sobrecostos, dado que la Contraloría estableció varios hallazgos que están en investigación. “Solo Metrocali, dice, se gastó $23.000 millones en los taches, que se hubieran destinado a recuperar el sistema”.

Según Bravo, la cifra de fallecidos no bajó en 43 en 2019, sino en 34.

Vallejo explica que “él utiliza datos de Medicina Legal que son diferentes a los del Observatorio de Movilidad que tiene como se originan en los comparendos, pues Medicina Legal contabiliza las víctimas aquí, así el siniestro haya sucedido en Candelaria”.

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