'Hijas del Agua': así es la impactante muestra visual que se exhibe en La Tertulia
El nuevo proyecto del fotógrafo Ruvén Afanador se toma las salas del Museo la Tertulia en un recorrido visual por la cultura indígena.

Hijas del Agua es el proyecto más reciente del reconocido fotógrafo bumangués radicado en Nueva York, Ruvén Afanador y la arquitecta y artista bogotana Ana González, quienes trabajaron en colaboración durante tres años, visitando 26 comunidades indígenas por todo Colombia.
Una impactante muestra que es toda una investigación visual de las culturas indígenas colombianas como: Wayúu, Kogui, Yagua, Tucano, Gunadule, Uitoto, Misak, Yucuna, Arhuaco, Pachacuarí, Nukak, Kamëntsá, Koreguaje, Embera Chami, Inga, Nasa y Wounaan.
En ella, Afanador, con su lente aguda, capta la esencia de las personas, sus miradas y actitudes propias de su cultura, sus costumbres, sus rituales, sus vestidos, su paisaje y su manera armoniosa de convivir con la naturaleza. Y todas sus fotografías fueron intervenidas por González, quien se entrevistaba con las personas, hacía preguntas e indagaba sobre sus creencias, sus formas de hacer y sus tradiciones para luego plasmarlas en cada imagen con dibujos en diferentes técnicas, bordados, pinturas y devastados de la tela.
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El resultado es una serie de obras que atrapan al espectador por su belleza y rareza; 50 fotografías actuales y objetos que remiten a tiempos ancestrales y que se pueden apreciar en los pisos 1 y 2 del Museo La Tertulia en esta exposición que hace parte del Programa de Exposiciones Itinerantes del Museo Nacional de Colombia.
Fotografías en las que aparecen delicados dibujos de flores, animales como el colibrí, el búho, el leopardo, la serpiente y diferentes aves, es la exuberancia de la selva puesta en relación con las personas, exaltando su significado mítico y denotando lo que Wade Davis señala en el libro ‘Hijas del Agua’: “Todo está relacionado, todo está conectado, todo hace parte de una gran totalidad integrada”.
Cabe decir que, algunos de estos retratos son de paisajes, de grupos de personas habitando el espacio. En ellos, Ana exalta el follaje, las plumas, los vestidos, tejidos y pinturas corporales. Muchas tienen textos que se incorporan a la imagen buscando revelar la totalidad mítica que guardan estas culturas, llenas de valores como el respeto, la humildad y la convivencia.
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“Esta exposición tiene un gran significado en mi trayectoria. Es de las cosas más especiales que he hecho”, dice el afamado fotógrafo que en entrevista con El País confesó que antes de emprender este proceso, poco sabía de comunidades como la Misak, “pero me encantaba su vestuario y el sentido de color que tienen en todos los elementos de su cultura”. y añade que cuando está trabajando un personaje, “entre menos sepa previamente, mejor”.
En cuanto al proceso de inmersión en las comunidades, Afanador asegura que “fue un acercamiento igual al de mis otros trabajos, siempre desde un gran respeto” y su pretensión no es distinta a quedar feliz con lo que hace. Cuenta que durante el proyecto los acompañaron muchísimas personas, “duramos más de tres años haciéndolo, para cada región recurrimos a diferentes empresas y entidades del gobierno, personas de las distintas comunidades y líderes nos apoyaron”.
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Para él no hay diferencia alguna entre fotografiar a una gran estrella o a un miembro de una comunidad indígena en Silvia, Cauca, pero considera que el ser humano en Nueva York es quizás más sensible que el de Silvia, y que el proceso previo de planificación suele ser más largo que el momento mismo de tomar las fotografías, y eso se notó más en este proyecto. “Como no vivo en Colombia, ‘Las Hijas del Agua’ tuvo un proceso previo de mucha organización, pues teníamos solo un día para estar y valorar un lugar. Es de destacar que quedé muy impactado con los Nukak, una comunidad en extinción, quienes han perdido muchos de sus saberes ancestrales. Fue muy hermoso poder, por medio de lo que queríamos lograr visualmente, ayudarlos a reencontrarse con su cultura, la manera en la que se visten, la forma en la usan el maquillaje o se cortan el pelo, y ver lo felices que estaban al reencontrarse con ellos mismos”, concluye.
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