CALI
La mitad de los caleños que trabajan, lo hacen en la informalidad
Este grupo de la población de la ciudad, que representa el 48,6% de los ocupados, según el Dane, ha sido el más afectado por las restricciones que generó la pandemia. Panorama.
En los barrios de Cali hay calles llamadas comerciales en las que pululan los negocios, la mayoría de ellos informales. Eso es evidente, por ejemplo, en la calle 52 entre carreras quince y doce. Allí se combinan los almacenes, de todo tipo, con las ventas callejeras, sobre todo de alimentos.
O en la carrera 23 en el barrio Vallegrande, donde se consigue todo lo que normalmente se puede encontrar en el centro de Cali, o en el sector de Tres Esquinas en el Distrito de Aguablanca o los que venden frutas y jugos en parques como El Ingenio. Como estos son muchos los ejemplos de cómo los caleños, en todos los sectores de la ciudad, enfrentan la falta de empleo, saliendo a la calles a lo que popularmente se le llama el rebusque.
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De acuerdo con las cifras del Dane, el 48,6% de los caleños ocupados lo hace de manera informal con datos del periodo marzo-mayo del 2021. Sin embargo, para algunos analistas esa cifra se queda corta.
Lina Martínez, directora del Observatorio de Políticas Públicas (Polis) de la Universidad Icesi, explicó que no hay estadísticas que cubran toda la variedad de informalidad, pues el Dane se basa sobre todo en los que no cotizan a salud y pensión.
“La informalidad es muy amplia, cubre desde un reciclador hasta un profesional free lance. Lo mismo la persona que vende por catálogo, una panadería que puede ser formal, pero que contrata informalmente a sus trabajadores, el que vende helados o agua en el semáforo, el espectro es muy grande”, comentó.
Aunque a veces se mira con desdén el trabajo informal, esta actividad hace un gran aporte a la economía y en especial a la generación de ingresos de los hogares y se considera un aliado para la reactivación.
Estudios del Polis evidencian, por ejemplo, que los vendedores ambulantes del centro de Cali, en diciembre de 2019, obtenían ventas y ganancias mensuales, en promedio, de $2.100.000 y $ 650.000, respectivamente. Según un conteo del Municipio para esa fecha había 10.200 vendedores ambulantes en ese sector.
Pero la economía informal no solo genera empleo para los estratos socioeconómicos 1 y 2, el 45% de la clase media caleña – estratos 3 y 4 desarrolla alguna actividad informal, de acuerdo con las investigaciones del Observatorio de Políticas Públicas.
Son muy vulnerables
Hay algunos aspectos positivos de la informalidad, según académicos consultados: les permite generar ingresos a las personas que por diferentes razones están por fuera del mercado laboral, sobre todo en ciudades que no tienen la capacidad de generar empleos para todos.
Asimismo, es un sistema flexible que le facilita a los ciudadanos ocuparse algunas horas de su tiempo o a las empresas combinar tipos de contrataciones, genera cierta independencia.
Pero uno de los aspectos negativos es que los informales son muy vulnerables ante los choques externos, por ejemplo, la pandemia que aún se vive en la ciudad y el mundo, o lo que ocurrió en Cali durante el paro nacional, que impidió que muchas de estas personas salieran a trabajar.
Se estima que antes de la pandemia un vendedor informal en Cali podía ganar $1,2 millones al mes, ese monto bajó hasta los $500.000 en pandemia.
La Fundación WWB Colombia realizó un muestreo con 372 negocios de la ciudad. De estos el 65% vendía menos de un salario mínimo para el mes de marzo de 2021 y para mayo esta proporción se incrementó a un 78%.
“La economía informal se da por la falta de oportunidades en el mercado laboral, la desventaja de este sistema es que en momentos como la actual pandemia estas personas pasaron hambre, están desamparadas, no tienen acceso a seguridad social ni al sistema financiero. Se cree que más de la mitad del comercio es informal, algo que habla mal del país que no es capaz de generar el empleo para estas personas”, dijo el consultor Memphis Viveros.
Según cálculos que Anif, la economía subterránea, en la que se cuenta la informal, equivale entre el 33% al 35% del PIB colombiano, lo que es pesos serían unos $300 billones.
Salir de la informalidad
Las estrategias gubernamentales dirigidas a reducir la informalidad en Cali han sido escasas o prácticamente nulas a través de los años, según lo considera el Observatorio de Políticas Públicas de la Icesi, entidad que asegura que la pandemia no solo evidenció la fragilidad del empleo informal sino también el desconocimiento que hay sobre este sector por parte de las administraciones.
De ahí que se requieren verdaderas políticas de mediano y largo plazo para cambiar este panorama.
Desde el lado empresarial, Yitcy Becerra, directora de Acopi, planteó varias iniciativas que pasan por decisiones nacionales: un cambio en la legislación laboral, la cual se debe adaptar a las nuevas demandas, a la forma en la que se están relacionando empleado y empleador, gracias a la tecnología; una plataforma de creación de empresas, que sea fácil, sencillo, pero sobre todo que mantenga el contacto con los empresarios y que se generen incentivos a la formalidad.
“En este país no existen incentivos para hacer formal las unidades productivas, sobre todo para los costos de operación, capital de trabajo, costos laborales entre otros”, dijo la ejecutiva.
En este mismo sentido el economista Jaime Collazos considera que para reducir la informalidad el Gobierno debería de disminuir los impuestos a la creación de nuevas empresas para incentivar la formalización de emprendimientos que son los llamados a generar empleo formal.
“Si uno no crea formalmente una empresa, es muy difícil que el sistema financiero le preste dinero. Pero muchos emprendedores no lo hacen porque formalizarse sale muy costoso”, dice.
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