CALI
"Nos trataron como animales": el duro relato del policía que fue secuestrado por supuestos campesinos en el Caguán
Desgarrador testimonio del Patrullero Albeiro Carvajal, uno de los 78 policías secuestrados por supuestos campesinos en el Caguán.
El patrullero Albeiro Carvajal lleva nueve años al servicio de la Policía y lo que vivió el pasado jueves, cuando fue secuestrado por 36 horas por supuestos campesinos en San Vicente del Caguán, fue uno de los episodios más duros de su carrera: “Pensé que iba a morir”, dice.
Siempre ha hecho parte de la Unidad Nacional de Diálogo y Mantenimiento del Orden, anteriormente conocida como el Esmad. Allí trabaja 25 días seguidos al mes y solo descansa cinco.
Desde que tiene esposa y una hija, pidió ser trasladado a una unidad diferente de la Policía, en la que su vida no esté tan expuesta, pues “nadie quiere dejar solos a sus padres, esposa e hijos”.
En diálogo con El País, este patrullero de 31 años contó cómo fueron secuestrados, qué trato recibieron durante el cautiverio y le hizo un llamado al Gobierno Nacional para que no dejen solas a las Fuerzas Militares.
¿Cómo se produjo el secuestro?
Nosotros habíamos llegado días antes y estábamos pernoctando dentro de la base petrolera. Allí fuimos invadidos y hasta ese lugar, en horas de la madrugada, ingresaron los manifestantes. Ellos irrumpieron en la base sin ninguna necesidad porque antes no se había presentado ningún altercado.
Cuando invadieron la base lo hicieron quemando, destruyendo todo y agrediéndonos. Es claro que ellos no iban con el objetivo de dialogar o mediar porque ingresaron de forma violenta y atentando contra nuestras vidas.
Inicialmente nosotros logramos repeler el ataque y los sacamos de la base con gases lacrimógenos, pero ellos secuestraron a uno de los nuestros. Luego, logramos restablecer el orden aproximadamente a las 6:00 a.m. pero a esa hora ya había aumentado el número de personas y nos duplicaban. Fue en ese momento cuando los comandantes solicitaron apoyo pero nunca nos llegó. Nunca llegaron nuestros compañeros.
¿Los campesinos que los secuestraron se encontraban armados?
Todos tenían machetes, palos, armas contundentes y se escuchaban disparos, por lo que creería que también había armas de fuego.
Cuando nosotros ya no teníamos con qué defendernos y cuando estábamos prácticamente rendidos, nos empezaron a ultrajar, nos quitaron todo, nos robaron los celulares y a algunos los despojaron de las billeteras y relojes. Nos trataban como si fuéramos animales y no tenían compasión. Nos decían que nos iban a matar. A mí me quitaron el celular y perdí otros objetos personales porque ellos nos quemaron todo, hasta una cámara corporal que llevaba me la hurtaron.
Inclusive, pretendían que nos desnudáramos y nos decían que nos quitáramos la ropa, pero gracias al Ministerio Público que llegó, mediaron y calmaron la situación. Lo que sí hicieron fue quitarnos las botas y dejarnos descalzos.
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¿Qué pasó en la noche que los tuvieron secuestrados? ¿Cómo fue?
Fue muy difícil porque en la tarde habíamos tenido un susto, pues nos habían subido a un camión y nos pretendían llevar a otro punto. Sin embargo, teníamos información de que el Ejército había acordonado la zona en la parte alta y por eso no nos pudieron llevar hasta donde ellos querían y nos dejaron allí.
Nos encerraron con cadenas y nos pasaban baldes para hacer nuestras necesidades. No nos dejaban salir al baño y solo nos daban agua. Aproximadamente a las 11:00 p.m. nos dieron comida y no podíamos hacer nada, solo permanecer acostados. Nadie dormía porque todos pensábamos en nuestras familias.
¿Qué se le pasaba por la cabeza durante las 36 horas de secuestro?
No dejaba de pensar en mi familia, en mis padres, mi hija y mi esposa.
Me daba mucho miedo no volverlos a ver y saber que quizás me iban a matar y no iba a volver a verlos.
Yo soy campesino, mi papá también lo es y los verdaderos campesinos no hacen eso. Colombia es un país que depende del campo y los campesinos no matan gente. Toda mi familia es campesina y nunca han tenido necesidad de matar ni secuestrar a una persona.
Cuatro días después de la tormenta, ¿qué reflexión hace de todo lo que pasó?
Son momentos duros que muchos de mis compañeros no han tenido la valentía de contar. Yo lo hago porque me nace, pero no he podido tener tranquilidad. Fue una situación dura que ya quiero olvidar pero sé que será difícil porque se van a venir varias investigaciones.
También quiero hacer un llamado para que Colombia no le cambie el nombre a los delitos y que no se oculten las cosas. Algunas veces siento que a la Fuerza Pública la han dejado sola y eso es lo que se ha notado al interior de las filas, tanto de la Policía como del Ejército. Muchas veces nos sentimos solos por parte del Gobierno. Al Estado hay que decirle que no deje solas a nuestras instituciones legalmente constituidas porque lo único que hacemos es cumplir con un deber y respetar la Constitución.
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¿Qué piensa de que a lo que ustedes les ocurrió no lo llamen secuestro, sino retención?
Con cambiarle a algo una palabra no deja de ser delito. No tapemos las cosas como para pretender ocultarlas. Ellos cometieron sus delitos y los encargados de las investigaciones deben determinarlo.
Su compañero, el subintendente Ricardo Monroy, estaba con ustedes y fue asesinado producto de varias heridas con arma blanca. ¿Cómo ocurrió?
Como ese era un lugar muy grande para cubrir, entonces nos dividimos. Sin embargo, por todos los puntos cardinales nos estaban atacando y éramos muy pocos, por lo que se solicitó apoyo. Para poder cubrir toda la zona nos dividimos en varios grupos y debíamos estar visibles, pero a mi compañero lo atraparon y le fueron quitando los elementos de protección.
Me cuentan que mientras lo iban despojando del casco, la pechera y demás, también lo iban atacando con puñaladas. No sé por qué hicieron eso.
A él lo recuerdo como una persona muy tímida y decía que le daba pena muchas cosas, pero cuando entraba en confianza molestaba conmigo. Sé que tenía esposa, un niño de tres meses de nacido y una niña de ocho años.
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