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La escritora Andrea Mejía habla de su novela: 'Antes de que el mar cierre los caminos'

La escritora Andrea Mejía continúa cimentando su lugar en la narrativa colombiana al explorar historias complejas con estilo único, como en 'Antes de que el mar cierre los caminos'.

15 de julio de 2022 Por:  Pablo Concha, especial para Gaceta
La escritora Andrea Mejía continúa cimentando su lugar en la narrativa colombiana al explorar historias complejas con estilo único, como en 'Antes de que el mar cierre los caminos'. | Foto: Foto: Especial para Gaceta

“La tierra se había cargado de negrura”, dice en las primeras páginas de 'Antes de que el mar cierre los caminos' (Tusquets, 2022), la nueva novela de la escritora Andrea Mejía. La frase no solo se refiere a un fenómeno atmosférico indicador de lluvias inminentes, habla también del estado emocional de los personajes, en especial de uno de los protagonistas de esta novela, Pablo, quien luego de la inexplicable muerte de su único hijo se ha ido sumiendo cada vez más profundamente en un pozo que parece no tener final. ¿El dolor debe ser experimentado y superado, o debe curarse antes de que crezca demasiado? Es algo que consume por igual al personaje y a su círculo cercano, afectados por las oleadas de tristeza y desamparo que los sacuden cada día. En esta historia, Pablo no puede comprender la muerte de su hijo Gabriel en un pueblo costero y el dolor lo va ahogando sin tregua a medida que transcurre el tiempo.

“Es una novela que está sumergida sobre otra novela que en apariencia cuenta la historia de una pareja, de un duelo, de un territorio y de una violencia particular en una zona extractivista. Pero la otra novela, la que quizás está bajo ese mar que ha cerrado los caminos, es sobre la distancia entre dos sensibilidades, en la mirada de un hombre que ha perdido algo y cree que en esa pérdida se ha cifrado su vida, y en la esperanza y la mirada de una mujer que cree que es posible encontrar la belleza aún en medio del dolor”, dice Juan David Correa, editor de Planeta Colombia. 

No es sencillo escribir sobre ese tipo de dolor, el que en apariencia no tiene cura y no desaparece después de unos días, pero Mejía, con su estilo sobrio y minimalista narra todo en su justa medida; lo que no dice y no muestra el lector puede fácilmente imaginarlo. “Su voz no está inscrita en ninguna tendencia, la suya es una de esas miradas únicas, bellas, imperfectas, llenas de poesía, que hacen mejor a cualquier tradición. Es de las mejores cosas que le han pasado a la literatura colombiana actual”, señala Correa.

Mejía es autora de la novela-de-relatos 'La naturaleza seguía propagándose en la oscuridad' (Tusquets, 2018), 'La carretera será un final terrible' (Tusquets, 2020) y el libro de cuentos 'Quietud' (La navaja suiza, 2022).

A continuación, un diálogo que tuvimos con la escritora acerca de su más reciente obra.

-¿Cuál fue el germen de 'Antes de que el mar cierre los caminos'?

Una imagen me cautivaba: la imagen de un pozo petrolero en el mar. Esas antorchas con grandes fuegos sobre el azul o el gris del mar me sobrecogían y me llenaban de algo incomprensible. Creo que en parte la novela nació ahí, en esa fascinación. Estuve viendo hipnotizada durante un tiempo imágenes y videos de estas perforaciones, de estos fuegos. Pero donde más poder tenían eran en mi imaginación: el sonido del mar, del viento, del fuego. Una novela debe tener muchísimas fuentes, algunas de las que ni siquiera somos conscientes. Tenía otras imágenes, como el pelo del personaje que después se llamaría Pablo, blanco y ondeando, como una especie de Rey Lear enloquecido junto al mar. Tenía también algunos secretos que quería guardar en los personajes. Mientras estas cosas empezaban a trabajar en mí, tuve una intuición muy clara: no podemos comprender la muerte, es demasiado grande para nosotros. Suena muy simple y tonto dicho así, y puede que no sea ninguna revelación, pero fue algo que sentí con mucha fuerza y claridad. Ese sentimiento de desmesura me orientó un poco cuando empecé a escribir.

-El primer capítulo tiene un tono distinto al resto del libro, no se centra en ningún personaje y habla del paso del tiempo, lo infinito del océano y lo imperturbable que es. ¿Por qué decidiste iniciar así 'Antes de que el mar cierre los caminos'?

Fue una sugerencia de mi editor, que pareció adivinar que justamente esa imagen había sido una de las semillas de la novela. La idea me pareció estupenda. Escribí un pasaje lírico, no narrativo, que es exactamente lo que dices: el puro paso del tiempo, el espacio como único personaje. Me pareció que abrir así la novela era una promesa de que algo inmenso viene, algo desmesurado y misterioso. Era como decirle al lector: esto es lo que te espera si entras.

-Esa idea de que el dolor transforma a alguien, de que lo hace más fuerte y “mejor”, no siempre es verdad. No es el caso de Pablo en 'Antes de que el mar cierre los caminos', quien cada vez se hunde más en el dolor y solo quiere morir. Estos sentimientos e ideas que no expresa, que quizá no sabe cómo articular, es lo más duro de la experiencia de lectura. ¿Cómo fue ese proceso de construcción, o deconstrucción, del estado emocional de Pablo? ¿Hubo algún libro o autor que te sirviera de referencia?

Siento y veo a Pablo como tú lo ves. Para mí es un personaje hermoso, aún en su dolor, y tengo la impresión o la esperanza, de que Pablo al final se libera en ese cuarto, junto a ese árbol. Los libros que realmente me inspiraron, a un nivel emocional, fueron las tragedias que leía mientras escribía. Un dolor como el de Pablo solo se puede articular en un lenguaje que está siempre en el límite de lo que puede decirse, y es poético y alto. Eso es lo que pasa con el lenguaje en las tragedias, sobre todo en Esquilo y en Eurípides.

-El título de la novela tiene un significado fuerte y parece seguir una constante con tus libros anteriores, con nombres largos y elaborados. ¿Qué tanto piensas los títulos? ¿Y qué viene primero, el título o la historia? ¿Qué tan importante es el título de un libro?

Los pienso mucho, pero siempre llegan solos, como un regalo. El título de mi primer libro de cuentos, 'La naturaleza seguía propagándose en la oscuridad', es la frase que cierra uno de los cuentos. Ahí le cogí cariño a los títulos largos. Sin embargo, 'Quietud', el título de mi segundo libro de cuentos, es una sola palabra. Empiezo con títulos que son provisionales, que a veces cambio cada día. Me despierto y digo: ¡este es! Al día siguiente me doy cuenta de que es un título malísimo. En el caso de esta novela hice listas enteras con un amigo para encontrar su nombre. Se volvió un juego. Recolectamos una cantidad de títulos hermosos y ahora tendremos que escribir todos esos libros. Pero 'Antes de que el mar cierre los caminos' no estaba en esa lista. A veces se encuentra más cuando no se busca.

-Es poco lo que en realidad sabemos de los personajes: la historia de amor de Irene y Pablo, detalles sobre la vida de Gabriel, la profesión de Irene, etcétera. La novela se centra en el dolor de Pablo y el misterio de la muerte de Gabriel, y da la impresión de que cualquier otro dato o información sobra. Centrarse solo en esas situaciones es algo propio de la brevedad de los cuentos, que deben resolver un solo conflicto por espacio de tiempo. ¿Es 'Antes de que el mar cierre los caminos' una novela con alma de cuento?

¡De cuento o de poema! ¿Por qué asociar la novela con la necesidad de explicarlo todo, de agotarlo todo, de llenar al lector con una cantidad de información inútil, banal, que solo está ahí para llenar páginas? La novela también puede ser un género en el que sugerir sigue siendo más poderoso que explicar, y en el que lo que aparece tiene realmente significado, presencia y brillo, justamente porque hay muchas cosas que no aparecen.

-¿Fue siempre tu intención que lo que le sucede a Gabriel quedara como un misterio para el lector?

Para mí era un misterio, para Irene, que decide emprender el viaje para encontrar los rastros que dejó la vida de Gabriel, también lo era. Para quien lee es un misterio. Ese misterio da movimiento a la novela y a la lectura. Al final no queda completamente en la sombra lo que le ocurre a Gabriel, queda sugerido, y siento que no era necesario decir más.

-En muchas ocasiones se exige una resolución en las historias, sobre todo en la novela, un cierre para los personajes y el lector. En 'Antes de que el mar cierre los caminos' sucede en algún lugar fuera del texto, en la imaginación del que lee. ¿Cuándo supiste o tomaste la decisión de que la historia terminara así?

Lo cierres muy rotundos me parecen artificiales. Así no es la vida, que suele permanecer abierta, por fortuna. ¿Para qué acabar con esa apertura? Tenía en mi mente la idea de que después del último capítulo venían dos capítulos más, pero al llegar a ese punto al que llegué, me di cuenta de que ya no había nada más que decir, de que ese era un final bello, abierto, como el mar.

-¿Cuál es el tipo de lector que esperas que se acerque a esta novela?

No espero nada. ¿Cómo podría? Solo espero que la novela le guste, que signifique algo para ella o para él.

-¿Qué viene ahora para Andrea Mejía? ¿Qué puedes contarnos sobre tus próximos proyectos?

No sé bien lo que viene, pero tengo confianza. Estoy escribiendo algo, me hago muchas preguntas, pienso intensamente. Como suelo repetir: no quiero repetirme. Con cada libro quiero aprender algo nuevo y entregarme a cosas que desconozco.

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