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Habla Humberto Rodríguez, el empresario galardonado como 'Emprendedor del año'

Rodríguez es el líder del Grupo Sala que nació de un sueño ambientalista hace dos décadas. Representará a Colombia en el concurso al Mejor Empresario del Mundo.

22 de octubre de 2017 Por: Alfredo García | Reportero de El País
El empresario Humberto Rodríguez, presidente del Grupo Sala. | Foto: Foto: Especial para El País

Se graduó de arquitecto en la Universidad de Rhode Island School of Design (Estados Unidos), y desde niño a Humberto Rodríguez le llamó la atención el tema ambiental tras observar los graves problemas de contaminación de ciénagas y cuerpos de agua en su natal Cartagena.

Trabajó en el Grupo Sanford, pero nunca dejó de pensar en ello. Y con 100.000 dólares que le prestó Gary Neill, CEO de Danner Group, cristalizó en 1996 su sueño de fundar la firma Soluciones Ambientales para Latinoamérica (Grupo Sala), que hoy con 23 empresas es el más importante de ese campo en Colombia.

La lucha por su causa ambiental a partir de un pequeño emprendimiento fue premiada por la reconocida firma internacional de servicios profesionales EY (antes Ernst & Young) al galardonarlo como “Emprendedor del año 2017”.

Humberto Rodríquez representará a Colombia el año próximo en el concurso al Mejor Empresario y Emprendedor del Mundo que se celebrará en Mónaco.

¿Cómo un arquitecto se involucró de lleno en lo ambiental, algo que muchos consideraban hasta hace pocos años algo filosófico?

Nací en Cartagena y hoy allí el tema ambiental es una calamidad. Cuando viajaba me daba cuenta de las diferencias entre Cartagena y otras ciudades. Y me preocupaba sobre todo el mal estado de los cuerpos de agua, y de cómo se convivía con eso.

Lo otro es el tema social. Cartagena es la ciudad con más desigualdad de Colombia, porque uno cuenta con privilegios que los demás no tienen, lo cual ha hecho despertar una gran sensibilidad.

¿Qué tan preparado se sintió para sacar adelante un negocio de soluciones ambientales, un campo tan olvidado en Colombia?

Desde el punto de vista empresarial había acometido varios proyectos. Trabajé con el Grupo Sanford, uno de los más destacados en este país, lo cual fortaleció mi formación.

Pero lo cierto es que el emprendimiento tiene algo de riesgo, aunque siempre he sido una persona que ha asumido riesgos.

Tuve muy arraigada la creencia de que podría ser un buen negocio, y sobre todo por la ola que se estaba formando alrededor del tema ambiental en el exterior. Y segundo, porque había muchas necesidades en el país de que alguien comenzara a reducir el impacto ambiental de los residuos y desechos para proteger las fuentes de agua.

En mi caso el riesgo más grande fue cuando dije que iba a apostarle al negocio ambiental. Todo el mundo se reía de mi, porque ese tema no tenía ninguna importancia en aquel entonces y no había respeto por la naturaleza. Por fortuna, hoy, el cambio climático tiene una gran sensibilidad en el planeta.

A propósito, ¿cómo maneja esos riesgos y la incertidumbre en su vida como empresario ambiental?

Para mí, el riesgo es como la intuición. Uno puede tener la proyección en papel, las ideas claras, pero en el mundo de los negocios llega un momento en que tienes que lanzarte o no, y ahí es donde aparece la disposición al riesgo y cómo lo asumes. En la incertidumbre, que es una sensación diferente, yo veo siempre oportunidades.

A propósito, ¿qué tan difícil es hoy para un emprendedor hacer empresa en Colombia?

Es difícil hacer empresa en Colombia, pero también hay muchas oportunidades porque somos un país emergente (en desarrollo).
El problema que tienen los colombianos en el emprendimiento es el miedo al fracaso. Le tenemos pavor a eso, y hemos convertido el verbo fracasar en una etiqueta.

Hay que dejar de lado eso, hacerle ver a la gente que fracasar es parte del juego y de la vida misma. Hay que saber pasar la página. Por eso yo relaciono mi actividad con el tema del deporte, en este caso el béisbol, y luego el fútbol, lo cual me enseñó a trabajar en equipo y con pasión. Y ante todo, aprender del liderazgo para luego aplicarlo en la gestión de las empresas.

Ese miedo al fracaso por parte de los emprendedores, no tiene acaso otras explicaciones...

Lo primero es que los bancos no son dados a apoyar el emprendimiento. Cuando uno quiere arrancar, el tema financiero ofrece una gran resistencia. Y muchas veces, uno tiene que vencer esos obstáculos con reputación. Arranqué con una reputación por haber trabajado en Sanford y luego con la credibilidad ante un inversionista (Gary Neill) que me facilitó el dinero para iniciar mi proyecto ambiental. No hubiera podido despegar desde cero sin ese apoyo, que no fue bancario.

Siempre se afirma que la cascada de impuestos es otro obstáculo para quienes inician un negocio, así sea pequeño. ¿Piensa igual?

En un estudio de Global Monitor para la Costa Atlántica, que infortunadamente se hizo solo hasta el año 2013, demostró que las iniciativas empresariales, en ciudades como Cartagena en su mayoría son de mujeres. Y muchas a los tres años se desaniman por la falta de apoyo financiero a sus emprendimientos para crecer, no por las ventas.
Por fortuna, a través de Endeavor Caribe, que yo presido, estamos apoyando emprendimientos de alto potencial que están en temprana etapa de crecimiento.

Lo otro es la política pública, que es un obstáculo, ya que en negocios de soluciones ambientales como el mío, uno tiene que liderar esas políticas porque no se puede esperar a que el Gobierno actúe. Y ante todo, porque este es un país muy informal que está acabando con muchos negocios serios, generando a su vez más corrupción e ilegalidad.

¿Qué tan atrasados estamos hoy en el campo ambiental, pese a los aportes tecnológicos de compañías como las que usted lidera?

Frente a los países desarrollados las diferencias son grandes. Si nos comparamos con países emergentes vamos bien, pero igual hay que seguir proponiendo políticas al Ministerio de Ambiente y a Planeación Nacional, para enderezar ciertos caminos, sobre todo en innovación y tecnología para aprovechar, por ejemplo, algunos residuos que en algún momento tendrán que ser convertidos en energía. Hoy, la legislación no lo permite.

Eso significa que Colombia debe dar un revolcón en esas políticas y programas medio-ambientales...

Sí. En eso tenemos que trabajar todos. Es pura política pública, la cual hay que cambiar. Ya estamos trabajando de la mano con el Ministerio de Vivienda para ver cómo se puede hacer ese revolcón en lo que se denomina la economía circular. Es decir, el aprovechamiento de todos los residuos caseros e industriales.

Eso siempre aparece en todos los planes de desarrollo, pero cuando uno se sienta a mirar esa política pública los números no dan. Hay que hacer cambios necesariamente en ese sentido.

¿Cuál cree que podría ser uno de esos cambios?

Por un lado el Ministerio (de Ambiente) está estudiando una sobretasa a la disposición final de residuos, como lo hizo Suiza. Es castigar la disposición de esos residuos, lo cual es importantísimo. El dinero de esa sobretasa podría invertirse, por ejemplo, en proyectos para generar energía. Si eso se utiliza, podríamos entrar rápidamente en la solución de temas como el uso de los residuos orgánicos a través de la biodigestión para generar gas o energía eléctrica.

Es clave que se puedan adoptar tecnologías exitosas de otros países para que sean tenidas en cuenta en la legislación colombiana para aprovechar residuos que permitan obtener aceites a partir de llantas.

La economía no anda bien hoy. ¿Qué lectura tiene de esta coyuntura para el campo de los negocios, más ahora cuando se avecina un cambio de Gobierno?

He sido optimista por naturaleza. Siempre veo el vaso medio lleno. Este año el Grupo está creciendo al 18%, y veo que muchos de mis pares lo están haciendo bien.

Considero que debe separarse la Colombia política de la Colombia económica. Hay que reconocer que existen problemas en el consumo, pero también hemos tenido épocas duras las cuales hemos superado.
Este también es un tema político que nos afecta, pero finalmente todo eso pasará.

Para seguir creciendo es fundamental seguir consolidando una cultura corporativa, de la cual muchos se han olvidado, pese a su importancia. Es el reflejo de la actitud de la gente y del crecimiento de una organización.

¿Cuál es esa apuesta empresarial que le quita el sueño?

Es tratar de ser lo más justo en aprovechar la regulación para abrir mercados nuevos, que son beneficiosos desde el punto de vista ambiental, y que hoy tienen éxito en otros países.

Por ejemplo, el aprovechamiento de los residuos de llantas y neumáticos. Estamos dedicados a reciclar el 17% de los residuos urbanos, pero si el 60% que es material orgánico lo utilizaramos en biodigestores, daríamos un salto enorme. Eso me transnocha porque estamos en el ejercicio de convencer al Ministerio para que nos brinde la oportunidad de hacerlo.

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