Economía
Solo 8 % de las mujeres rurales del Valle tiene una tarjeta de crédito, según Índice de inclusión Financiera
Las brechas de género en materia financiera se acrecientan en las zonas rurales. Hay dificultades para que las mujeres accedan al crédito.
Las mujeres rurales siguen enfrentando barreras para acceder a diversos productos financieros en la región. De acuerdo con la cuarta edición del Índice de Inclusión Financiera, desarrollado por Credicorp en 2024, en ocho países de Latinoamérica existe una mayor proporción de hombres (32 %) en el nivel alcanzado de inclusión financiera comparado con las mujeres (24 %).
La desconfianza, complejidad de procesos, estereotipos e ingresos insuficientes obstaculizan el acceso de las mujeres a los servicios bancarizados.
Las brechas que se presentan en los centros urbanos son más profundas en el campo, hecho que quedó evidenciado una vez más en un reciente informe de la Fundación WWB Colombia denominado la ‘Inclusión financiera de las mujeres en la ruralidad del Valle del Cauca’, el cual se basó en 258 encuestas realizadas en diversos municipios como Palmira, Buenaventura, Tuluá, Buga, Sevilla y Florida.
Según los resultados, entre los factores que disminuyen la probabilidad de tener un producto financiero, se encuentran ser mujer (14 %), pobreza extrema (24 %), y ser afrocolombiano (11 %). Al no acceder fácilmente a productos financieros, las mujeres tienen preferencia por mecanismos informales de ahorro, como alcancías (55 %) y cadenas de ahorro (45 %).
Igualmente, las mujeres tienden a tener cuentas a nombre de terceros, lo que les dificulta tener un historial crediticio y acceder a productos financieros formales.
Un participante entrevistado en Buenaventura, señaló: “nosotros hemos confundido la palabra ahorrar. Ahorrar es cuando tienes cómo suplir otras necesidades, porque nadie puede ahorrar con hambre. Acá es duro ahorrar porque la gente vive de lo que gana a diario”.
Por ejemplo, el informe encontró la disparidad en la tendencia de productos financieros; mientras el 65 % de los hombres en el sector rural del Valle tienen una cuenta de ahorro, solo el 42% de las mujeres la poseen.
Asimismo, solo el 8 % de las mujeres tienen tarjeta de crédito, mientras el 19% de los hombres cuentan con este plástico; lo mismo sucede con el acceso a préstamos, el 28% de ellas han tenido créditos formales, mientras que el 38% de ellos lo habían logrado.
El 100 % de las personas entrevistadas obtuvo estas cuentas por motivos laborales, principalmente para recibir sus salarios . Sin embargo, las mujeres no las perciben como instrumentos de ahorro, sino meramente como medios transaccionales
Para Soraya Husain, directora de Investigación de la Fundación WWB Colombia, “este tipo de investigaciones son fundamentales para reducir las brechas de desigualdad que afectan a las mujeres y promover su participación en el desarrollo económico, pues permiten establecer la relación que existe entre el acceso y uso de productos y servicios financieros en la ruralidad, con la participación en el trabajo productivo y reproductivo. Además, permiten evidenciar también la diversidad de realidades que existen, al tener una visión interseccional y hablar desde las realidades de las personas”.
¿Qué pasa en Colombia?
Aunque en los años recientes en Colombia se ha incrementado el número de personas con acceso a cuentas de ahorro y créditos, existen aún brechas significativas en términos de acceso y uso.
En zonas rurales, solo el 55,6 % de la población tiene cuenta de ahorro y el 8 % tarjetas de crédito, mientras que en las zonas urbanas del país, la tarjeta de crédito y el crédito de consumo fueron los productos de mayor adquisición con un crecimiento de 1 y 1.8 puntos porcentuales.
El acceso a este tipo de productos se reduce cuando se habla de mujeres, con brechas de hasta 6,7 puntos porcentuales en relación con los hombres (Banca de las Oportunidades, 2023). “Es muy importante hablar de las mujeres en la ruralidad, ya que son ellas en los territorios quienes están cuidando y sosteniendo la vida. Las mujeres en las zonas rurales han tejido redes de apoyo y de conocimiento ancestral, que han permitido que las demás personas en el territorio seamos capaces de sobrevivir. Solo con el trabajo de las mujeres y los hombres en la ruralidad, es que las ciudades pueden sostener sus ritmos de vida. Queremos hacer un gran llamado a todas las organizaciones para que dentro de nuestros planes, investigaciones y proyectos, incorporemos a las mujeres rurales para que ellas también puedan vivir una ciudadanía libre”, afirmó Natalia Escobar, directora de Proyectos del Observatorio para la Equidad de las Mujeres (OEM).
El informe de la Fundación arrojó que el 63 % de los hogares analizados tienen ganancias entre $500.000 y $2.000.000, donde las actividades económicas rurales en su mayoría son inestables; un 23 % se encuentran debajo de la línea de pobreza monetaria; y un 15 % en pobreza monetaria extrema, asumiendo los hombres la jefatura del hogar en un mayor porcentaje (67 %) en comparación con las mujeres (44 %).
Una mujer entrevistada en Sevilla, indicó: “en el caso nuestro, uno lo piensa mucho para sacar un crédito, porque usted tiene que pagar mensualmente, y si se tiene alguna dificultad y no puede pagar esa cuota, de una vez lo van a reportar en Datacrédito y va a quedar usted con esa sanción ahí. Muchas veces uno no tiene los recursos suficientes para cumplir con ese pago”.
Para Claudia del Pilar Rodríguez, coordinadora del Programa Familias Cafeteras con Equidad de Género y Empalme Generacional de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia: “en este informe llama la atención cómo las mujeres, la población en pobreza extrema y los afrocolombianos tienen menos probabilidades de acceder a productos financieros, frente a lo que ocurre con los hombres. Hay un camino largo por recorrer en la manera como se logra la inclusión de este tipo de poblaciones, especialmente de las mujeres, a los productos financieros, ya que sabemos que si logran acceder a estos, ellas puedan superar las líneas de pobreza, acceder a recursos y desarrollar sus proyectos productivos y emprendimientos. Es relevante la inclusión financiera de las mujeres, ya que es una forma de llevarle bienestar a sus familias, así como de llevar el desarrollo a las comunidades rurales”.
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