PERIODISTA
Claudia Morales: las lecciones de una periodista que aprende a ser librera
La periodista cambió el día a día en una sala de redacción para ser "aprendiz de librera". Desde ‘Árbol de libros’ navega contra la corriente con la terquedad que solo un amante de la lectura conoce.
Claudia Morales no podría concebir la vida sin libros, dice. Por eso abandonó el día a día en la sala de redacción para dedicarse a Árbol de Libros, la librería que abrió junto a su familia hace poco más de año y medio en Armenia, ciudad en la que está radicada hace cuatro años, después de considerar a Bogotá “como una ciudad lo suficientemente contaminada, en todo el sentido de la palabra, como para criar a mi pequeña hija allá”.
Morales trabajó por años al lado de los grandes de la radio nacional, pero muchos la recuerdan especial y entrañablemente por las tardes en las que acompañó a Hernán Peláez en los micrófonos de La Luciérnaga y posteriormente a Gustavo Gómez Córdoba cuando este asumió la dirección del programa.
“Bogotá, en cuanto al periodismo, me resultó tremendamente aburridora: toda la información está totalmente centralizada. Hemos sido incapaces de mirar a las regiones de manera permanente. Con ese propósito también me mudé de Bogotá. Un día le dije a Gustavo: “Mira, no solo es por un tema personal, sino porque yo creo que La Luciérnaga tiene que seguir hablando de la región, y desde Armenia puedo hablar no solamente del Quindío, Risaralda, Caldas, sino también del Valle, una región muy rica y amplia, y que normalmente está ausente de los titulares de la prensa nacional”, recuerda Claudia.
Es lectora voraz. Autoras como Simone de Beauvoir, Chimamanda Ngozi Adichie, Margaret Atwood, Laura Restrepo y Piedad Bonnett “la han marcado”, al igual que la literatura de Gabriel García Marquez, Ricardo Silva, Guillermo Arriaga y Philip Roth. “A pesar de leer mucho, no me considero librera, sino una aprendiz ”, dice.
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Toda una vida dedicada al periodismo. La gente la recuerda mucho por su trabajo en La Luciérnaga, pero también estuvo en W Radio, Hoy por Hoy t Hora 20. ¿Extraña la sala de redacción?
La verdad no. Siento que ya pasé una etapa de gozo y de diversión, y también de las angustias con ese día a día, eso no significa que piense que algún día no podría volver a tener una dinámica diaria con algún medio. Pero lo cierto es que me hace muy feliz la independencia que tengo ahora porque me permite seguir siendo periodista mientras saco adelante la librería y me dedico a mi hogar. Claro, esto tiene unas angustias económicas que no están cuando se está contratado por un medio que le asegura a uno un salario fijo, pero con todo eso, prefiero este momento mil veces.
¿Cómo es la historia de Árbol de Libros, su librería?
La librería abrió sus puertas el 3 de julio del 2018. Esta es una librería que tuvo origen en un deseo y luego de mi experiencia como mamá. Tengo una niña de 10 años y medio, Isabela Miranda. Incursioné de forma muy cercana en el mundo de la literatura infantil cuando ella nació porque yo siempre he sido muy buena lectora, pero realmente no había tenido un acercamiento con la literatura infantil y juvenil. Empecé entonces a descubrir el encanto que tiene este tipo de contenidos, y comencé a soñar cómo sería de lindo poder tener algún espacio en el que se pudiera compartir de manera más amplia la literatura infantil. Cuando me mudé a Armenia, y vi que esta podía ser una plaza para este negocio, no lo dudé. En el 2017 renuncié a Caracol, a La Luciérnaga, para meterle toda la fuerza a la librería, que al final no fue únicamente de literatura infantil. También tenemos una curaduría muy especial y linda de libros para adultos, que abarca desde clásicos hasta cocina, temas de salud, crecimiento personal y negocios.
¿Se considera librera?
Yo prefiero considerarme aprendiz de librera, porque desde muy joven leo. No podría entender la vida si no es a través de los libros que he leído a lo largo de los 47 años que ya voy a cumplir. Una cosa es el apego a los libros desde una visión muy personal, y otra es estar al frente de un negocio que exige un aprendizaje distinto. Les pongo mucha atención a los libreros de las librerías a donde voy. Leo libros sobre libreros porque creo que este es un aprendizaje que nunca termina. El universo de los libros es infinito.
‘Una defensa del silencio’, la columna que escribió en el 2018 en la que habla de la violación de la que fue víctima, tuvo gran impacto en la opinión pública y aún hay quienes hoy, dos años después, se atreven a juzgarla por no decir el nombre de su agresor. ¿Qué les dice a ellos?
La experiencia con esa columna puso de frente la condición humana, que se ve reflejada en lo bueno y en lo malo. No tengo mucho más que agregar sobre eso. Hay suficiente ilustración, y frente a las estadísticas que vemos de un 98 % de impunidad respecto a las denuncias, que tienen un subregistro por la ineptitud de la justicia y de la hipocresía de esta sociedad, considero que es allí donde debería estar el foco de la atención, no en mí. El que quiera repetir la columna y seguir diciendo lo que quiera seguir diciendo sobre mi silencio y juzgarlo como quiera, que lo siga haciendo, yo no soy el foco del problema, el problema es mucho más grande que lo que algún día dije yo en una columna, lo vemos todos los días en todos los medios de comunicación.
Usted dice que el problema es mucho más grande que lo que expuso en su columna, que lo vemos en los medios todos los días. ¿Sí se están cubriendo los temas de género como corresponde?
El cubrimiento, contando algunas excepciones, es muy malo. Y sucede una cosa que lo empeora: muchos líderes de opinión anteponen su creencias, especialmente religiosas, a debates como el del aborto, que en ningún caso, si uno fuera respetuoso de la condición humana, debería ser tenido en cuenta. Eso es lo que yo he notado que está ocurriendo sobre este tipo de debates: líderes de opinión irresponsables, pero no son todos, las generalizaciones son antipáticas e injustas.
¿Qué es lo más vendido en Árbol de Libros?
Yo creo que un 60 % es literatura infantil y juvenil y un 40 % es literatura de adultos. En cuanto a los libros más vendidos de adultos, es difícil especificar cuáles son porque depende del mes. Por ejemplo, el año pasado cuando salió el libro que escribió el expresidente Juan Manuel Santos sobre la paz, fue un título muy vendido. Nosotros somos distribuidores de una guía de pájaros que se llama Avifauna de Colombia del experto en pájaros Fernando Ayerbe, y ese es uno de los libros más vendidos también.
¿Cómo fueron los años en La Luciérnaga?
En todos los años que llevo en este oficio, uno de los lugares más gratos y en el que tengo los mejores recuerdos, es La Luciérnaga. Para mí fue muy importante y honroso que una persona como Hernán Peláez pensara en mí para trabajar a su lado. La Luciérnaga tiene un equipo humano que me hace mucha falta. Hay una compenetración de gustos, de buen humor, de buen criterio que me hicieron en su momento realmente muy feliz.
Ella, vista por él
Como una persona honesta, leal, amorosa, “amiga de sus amigos y gran lectora”, define Mauricio Medina a su esposa Claudia Morales.
Se conocieron hace más de doce años en Bogotá y junto a él y su hija Isabela formaron una familia. “Después de tanto años aún me siento enamorado como si fuera la primera vez. Claudia y yo coincidimos en nuestra visión y filosofía de vida, por eso también quisimos mudarnos a Armenia, porque para nosotros era muy importante que nuestra hija creciera en un lugar que pudiera darle calidad de vida”, comenta Mauricio.
“Nuestro acercamiento, el habernos conocido fue como una serendipia”, comenta Mauricio recordando esos primeros encuentros con Claudia.
Mauricio es el encargado de la administración de Árbol de Libros, ese sueño familiar que se volvió realidad. “El concepto Árbol de Libros es como el mismo ejercicio de la naturaleza, es como la semilla que con mucho cuidado va germinando y se convierte en un árbol que se fortalece y convierte en un fruto... Eso alrededor del tema de la cultura, el conocimiento y el compartir alrededor de los libros. Familiarmente es un trabajo en equipo, donde estamos no solamente como familia sino con un gran grupo de trabajo. Es un proyecto que nos ha dado mucha unión y disciplina”.
La vida es otra desde que se mudaron a Armenia. Mauricio califica ese cambio de ciudad como una “experiencia maravillosa”.
“La decisión de mudarnos entra en lo que Claudia y yo consideramos calidad de vida. Afortunadamente compartimos esa visión. Le queremos brindar a nuestra hija unas condiciones de crianza y de compartir con la naturaleza que son posibles aquí”, dice.
Sobre esos defectos que “podrían ser también virtudes”, comenta Mauricio, está que Claudia es “demasiado disciplinada. A veces se frustra porque las cosas no salen como ella desea. Le enervan la incompetencia y la falta de solidaridad”.
Como hermanas
“Claudia pasó de trabajar con grandes maestros del periodismo a ser un referente en ese oficio. Así ya no esté en una sala de redacción su vena periodística investigativa sigue intacta, se evidencia en sus columnas. Su experiencia en periodismo ha estado profundamente atravesada por el dolor propio y el ajeno”, comenta Ana Cristina Restrepo, amiga de Claudia Morales.
‘Clausis’, como le dice de cariño Ana Cristina a Claudia, es esa especie de amiga que “siempre está pendiente de uno, se acuerda siempre de las fechas especiales. Su característica principal es que es muy protectora, siempre te cuida”, dice.
Uno de los miedos más íntimos de Claudia, comenta su amiga, es montarse en aviones: “les tiene pavor, cada vez que se va a montar en uno yo le digo que le voy a mandar a los angelitos para que la cuiden. El hermano de Claudia murió en un avión, no es en vano ese miedo que ella tiene. Yo quisiera que todos los vuelos malos me tocaran a mí, porque Claudia es muy de malas, las peores turbulencias le tocan a ella”, cuenta.
Son amigas de literatura también. Cuenta Ana Cristina que uno de los momentos más especiales que han pasado juntas fue el Hay Festival del 2019: “Sentí la maravillosa sensación de tener una hermana porque nos la pasamos todo el viaje juntas. Yo no tengo hermanas, Claudia tampoco, y eso hizo que pudiéramos disfrutar este viaje como si lo fuéramos”.