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David Grossman, un escritor entre el cielo y el infierno

¿Quién es este hombre que, a pesar de haber perdido un hijo en la guerra, o acaso por ello, es un abanderado de la paz en Israel? Anotaciones sobre una charla del prestigioso escritor David Grossman, un autor imprescindible.

12 de febrero de 2013 Por: Por Aura Lucía Mera? Especial GACETA

¿Quién es este hombre que, a pesar de haber perdido un hijo en la guerra, o acaso por ello, es un abanderado de la paz en Israel? Anotaciones sobre una charla del prestigioso escritor David Grossman, un autor imprescindible.

Quizás porque nació dentro del conflicto, porque creció dentro del conflicto y, lo más perturbador de todo, porque perdió a uno de sus hijos en medio de ese conflicto, David Grossman es uno de esos pocos abanderados de la paz en la compleja Isareal, un abanderado de la cesación de ese conflicto de una buena vez. Grossman, el hombre del alma de acero Grossman descubrió el poder de las palabras a sus ocho años cuando su padre le regaló el primer libro. Su imaginación se desbordó: quedó hechizado por la magia de la palabra escrita y desde entonces se aferró a ella. Actualmente es uno de los escritores mas contemporáneos más reconocidos internacionalmente, no solo por el impecable estilo de sus novelas y cuentos, sino porque desde que empezó su vocación literaria ha sigo un transgresor de esas fronteras ideológicas que son las que provocan las guerras, las muertes, y las mayores atrocidades.Para mí, fue una de las gratas sopresas del Hay Festival. De aspecto frágil, de voz dulce, a cada pregunta se recogía en una introspección total. Un hombre de alma de acero, que no grita, no gesticula, no agrede. Sin embargo, con sus frases inundadas de sentido, de dolor, de convicción, demuestra por qué está del lado de la paz. Del lado de terminar, por fin, de una buena vez, el conflicto entre Israel y Palestina. “Desde hace miles de años los judíos hemos aprendido a sobrevivir, pero todavía no hemos aprendido a vivir”. Recuerda que en su infancia escuchaba hablar del holocausto: que habían matado a millones de judíos. Fue tan terrible esa imagen que llegó a pensar que algo tendría de malo ser judío desde que habían matado a tantos. Todavía no puede entender cómo un gobierno, y su ejército, llegara a exterminar seis millones de personas sin la menor conciencia de que, en realidad, estaban exterminando a seis millones de Seres Humanos, así, en altas, cada uno único, irrepetible y diferente. Su hogar...David Grossman nació en Jerusalén, el único lugar que considera su hogar. Sin embargo, sabe que Israel no es un hogar para ningún judío, no, al menos, en ese lugar en donde sus compatriotas, los israelitas, le tienen un miedo visceral a hacer la paz. “Israel está atrapada en una situación traumática desde su creación como Estado. Una situación de miedo y sigue creyendo que la única opción es combatir. Por otra parte, los palestinos se sienten agredidos y condenados a la confrontación y el combate. Muchísimos, miles de israelitas y palestinos creen firmemente que la posibilidad de que ambos pueblos se reconcilien es una ilusión peligrosa”, le dijo a Lorenzo Morales en Cartagena. A pesar de que su hijo murió en combate, en la guerra que libra Israel contra el Líbano, Grossman supo seguir caminando de la mano de las palabras, aferrado a ellas como única salvación. ‘Toda una vida’ es el libro con el que decidió exorcizar la posibilidad de que su hijo muriera en combate (cuando aún tenía vida y se enroló en el ejército). En él relata cómo una mujer se dedica a recorrer pueblos enteros para intentar librar de la muerte a su hijo que está en la guerra. Cuando iba por la mitad de la novela, Grossman recibió la terrible noticia: la muerte de su hijo. “Si no seguía escribiendo, yo también moriría. Es cierto que el tono de la novela cambió un poco, porque yo ya estaba tocado personalmente de la tragedia. Recorrí cientos de kilómetros, caminando sobre la alfombra en la sala de mi casa, hasta deshilacharla. Recorrí todo el camino mientras ponía en orden los pensamientos. Entonces se fueron formando de nuevo las palabras. Escogí un personaje femenino como columna vertebral de la novela, porque estoy seguro de que la mujer de Abraham jamás le hubiera obedecido a Dios la orden de sacrificar su propio hijo”, dijo. Pese a todo, Grossman ama su ciudad Jerusalén. O mejor, la ama y la odia. A veces. Ya esos sentimientos encontrados los había compartido con el escritor Diego Gomez Pickering en una entrevista en México: “Tres mil años de civilización, tradiciones y cultura que tiene Jerusalén no han hecho que su gente sea más inteligente, sino más demente, odiosa y superficial. Jerusalén a veces es el cielo, pero también puede ser el infierno. Muchas veces se convierte en un lugar insoportable, extremo, fanático... No se considera a sí mismo creyente, pero sí “muy espiritual y muy judío”. Las convicciones de David GrossmanGrossman no se arrepiente de sus convicciones ni de su forma de pensar, ni expresarse. Lleva sus pensamientos impresos en sus novelas -traducidas a muchísimos idiomas- y con ellos el mensaje de la reconciliación y la paz. No comulga con el fanatismo y la polarización de que “los enemigos son los palestinos”. Su voz es, pues, la misma de Amoz Oz y A.B. Yehoshua , que creen firmemente que ambos estados pueden no solamente coexistir, sino apoyarse mutuamente. “Tenemos tantas cosas en común. Somos tan parecidos. Iguales de creativos, trabajadores. Podríamos tener las mejores relaciones. No podemos tratarlos con la misma vara que nos han tratado a nosotros durante tantos años”, dijo en Cartagena. Sabe que todavía el poder de sus palabras, como las de otros escritores, no cala mucho en la conciencia de la gente. “Este será un proceso largo. Israel está paralizada por el miedo; se encuentra situado geográficamente en una de las regiones mas hostiles del mundo. Está inmerso en una situación impredecible y violenta”. Ama a su mujer. Su único amor desde que la conoció en la universidad. Han compartido juntos alegrías y lágrimas. Siempre como un nudo, atados por el afecto, el respeto y la comunicación. Contó que fue uno de sus hijos el que lo convenció de aceptar la invitación de ir a Cartagena, él ya había estado y quedó fascinado.Al comienzo del conversatorio, cuando le preguntaron qué opinión tenía sobre Colombia y Cartagena, su respuesta fue absolutamente genial: “Acabo de llegar. Solo sé que esta ciudad amurallada es una burbuja dentro de la ciudad y el resto del país y que el Hay Festival es una burbuja dentro de la burbuja ..."En estos momentos cruciales que vivimos en Colombia, estoy convencida de que sería sensacional si nos leyéramos todos los libros de David Grossman. Él, como nosotros, lleva viviendo más de sesenta años de conflicto armado, de enfrentamientos, de ver correr sangre... y de estar convencido que la Paz en una solución política. Pero sobre todo, de que cada ser humano es único, irrepetible, individual. Esto me estremece.Y es que cuando oigo en los noticieros “Dados de baja treinta o cinco o doscientos”... como si se tratara de bultos, de mercancía, de objetos, siento un escalofrío. ¿Acaso no caemos en la cuenta de que estamos hablando de vidas, de seres humanos, de individuos? David Grossman, un hombre vertical en sus principios. Apasionado de la vida. Del respeto. Tocado por la tragedia, pero jamás por el odio, jamás por la venganza, jamás por el rencor.

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