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Cuatro miradas a 'las caras lindas de mi gente negra'

Casi 700.000 personas afrodescendientes viven en Cali, según recientes cifras entregadas por la Administración Municipal, lo que convierte a la capital del Valle en la primera de Colombia con mayor población de comunidades negras y la segunda en América Latina, después de Salvador Bahía, en Brasil.

En el marco de la Semana de la Afrocolombianidad, El País presenta cuatro miradas de cómo la cultura afro se niega a desaparecer en Cali y, por el contrario, han potenciado el legado ancestral de ‘Mamá África’.

Bunde, Juga y Currulao son algunos de los ritmos que las comunidades negras conservan como parte de su legado. En Cali se agrupan todos. La sucursal del cielo los alberga y hace las veces de protectora de esta parte de su historia.

Folclor: “Una cultura milenaria que nos acompaña desde África”

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El cuerpo es el principal elemento de visibilización de la cultura afro, dicen historiadores. En el Distrito de Aguablanca, la academia Generación Ragga es solo una de las agrupaciones que a través del baile se manifiesta y promueve la resistencia pacífica.

Baile: “Es nuestra forma de derribar el racismo”

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Para las mujeres negras el pelo es un tesoro: una forma de honrar sus raíces, exaltar su belleza y dejar ser su espíritu. Durante la esclavitud era casi una ofensa dejar ver su cabello suelto; hoy, ese gesto es la mayor muestra de resistencia.

Pelo: “Cargo los saberes del pueblo negro”

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La comida del Pacífico Colombiano no necesita presentación. Es uno de los canales más poderosos para visibilizar la tradición de las comunidades negras en el país, una conexión directa a la historia y el pasado, una puerta de entrada a los orígenes que se mantiene al alcance de la mano.

Gastronomía: “Cocinando mantenemos vivos a nuestros antepasados”

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