El duro relato del conductor del MÍO que perdió dos dedos cuando, en medio de un hurto, fue atacado por ladrones con un machete

Por Anderson Zapata Reyes / Editor de Orden

“Yo solo espero que llegue la noche para que mi esposa y mi hija se duerman y yo hacerme el dormido, pues me acuesto y me levanto dos horas después porque no puedo dormir. No sé qué me pasa”, contó Jonathan Stiven López, quien fue noticia hace dos semanas en Cali por ser el conductor de una ruta alimentadora del MÍO que, en medio de un atraco, fue atacado con un machete y perdió dos dedos de su mano izquierda y uno más no lo puede mover.

La ruta en la que ocurrieron los hechos durante la noche del jueves 8 de febrero es la A12D, que parte desde la estación Meléndez y recorre barrios como Altos de Santa Elena y Bajo Jordán. Luego de que ocurriera el hurto, la Policía debió escoltar esta y otras rutas que circulan por barrios aledaños, pues los conductores que las operan se negaron a seguir haciendo los recorridos sin la compañía de las autoridades.}

“Cada viernes cuando nos llaman a decirnos que ya salieron las cartillas y vemos que nos fueron asignadas las rutas A12B o A12D, todo el mundo se coge la cabeza y se preocupa por la inseguridad que hay en la zona”, recordó Jonathan Stiven, quien desde hace un poco más de un año trabaja en el Sistema de Transporte Masivo de la ciudad y siempre ha operado rutas alimentadoras que llegan hasta los lugares más remotos de Cali y dice: “Hay que parar a recoger usuarios así esté de noche y la zona sea oscura. Ese es nuestro trabajo”.

Precisamente, el hurto del que fue víctima inició así, recogiendo a una mujer que le hizo la señal de pare en medio de la oscuridad: “Entré a las 3:55 de la tarde a operar la ruta A12D y todo iba bien hasta más o menos las 8 de la noche cuando llego a Altos de Santa Elena, espero que sea el tiempo para salir nuevamente e inicio mi recorrido. Sin embargo, cuando voy pasando por un sector aledaño a unos edificios invadidos, que no es pavimentado y que es oscuro, me llamaron del Centro de Control y me dijeron que por favor fuera a la estación Meléndez para que entregara mi bus y recogiera otro que habían acabado de vandalizar, a lo que respondí que afirmativo”.

“Termino la llamada y en la parada que queda más adelante una mujer me pone la mano, abro las puertas, se subió y yo estaba esperando que sonara el validador de la tarjeta, pero no escuché nada y tampoco que el torniquete se soltara. Cuando voy a mirar qué pasó, siento que me abrazan y me presionan contra la silla. No me hablaron, solo me metieron la mano al bolsillo, sacaron mi celular, la libreta y un dinero sencillo que llevaba allí. Cuando eso pasa yo me paro, pero inmediatamente veo que una persona lanza el golpe con un machete hacia mi cara por lo que yo pongo mi mano. Cuando la joven, que iba con dos hombres más que aparecieron de un momento a otro, ve la sangre dice: ‘Vámonos, vámonos. Se bajaron con dirección al río’”.

El dramático relato continúa: “No cerré las puertas del bus ni nada, solo arranqué y más adelante, donde hay gente, me detuve y una señora que me vio me preguntó qué me había pasado. Me prestó los primeros auxilios, destapó el botiquín del carro y me amarró la mano. Mientras eso pasaba yo mandé un código a la empresa reportando que había una situación urgente, a lo que ellos respondieron que debía desplazarme hasta la estación Meléndez, pues la ambulancia ya iba para ese lugar. No fueron capaces de ir hasta donde yo estaba herido”.

Cuando Jonathan llegó a la estación se enteró que el vehículo que iba a recoger y que acababan de vandalizar era uno que estaba haciendo su misma ruta. “Me hubiesen podido decir baje sin atender a nadie porque por esa línea atacaron un carro y no me hubiese pasado esto que me ocurrió. Todo se hubiera podido prevenir. Con una sola frase de ellos, todo esto se hubiese podido evitar”, reclamó.

“Una vez en la estación tocó esperar la ambulancia que se demoró bastante y primero llegó una de los Bomberos. Ellos buscaron los dedos pero solo encontraron uno, pues no sé si en medio de la multitud alguien vio el otro y se lo quedó. El dedo que encontraron lo echaron en suero, pero cuando llegamos al hospital el doctor me dijo que no era posible recuperarlo porque no había sido un corte limpio”, aseguró el joven de 31 años.

No han sido días fáciles

A raíz de este hecho Jonathan se encuentra incapacitado por 30 días y, a pesar de que él dice sentirse normal, su familia opina lo contrario.

“La doctora se dio cuenta que para recuperar uno de mis dedos será un proceso muy largo porque está cortado prácticamente de lado a lado. La doctora me dijo que era un proceso demasiado extenso el que debía llevar, sumado a la afectación psicológica por la pérdida de los otros dos dedos. Yo me siento normal y hago mis cosas, pero mi mamá, mi hermana y mi esposa me dicen que no estoy normal porque ellos me ven muy acelerado e impaciente”.

“Con el vendaje que tenía en la mano yo era uno, ahora sin el vendaje soy otro. En estos días fui a la tienda y me coloqué la plata en la mano, pero cuando llegué me di cuenta que había botado la mitad del dinero. Todo eso me pone a pensar y me baja mucho el ánimo el no poder apretar mis manos bien, es muy duro”, confesó este padre de tres hijos, quien también contó que hace pocos días la angustia se apoderó de él cuando debió abordar, como pasajero, un bus del MÍO: “Hace unos días estuve en el centro dando una entrevista, me fui en taxi, pero al regreso me vine en el MÍO, me subí y no aguanté. No pude ser un usuario y sentí una presión horrible y lo que hice fue coger a mi hija y decirle que nos fuéramos. Me tocó bajarme”.

¿Qué dice el abogado?

Andrés Hurtado, abogado de Jonathan Stiven López, habló con El País y explicó que lo que buscan en primera medida es la reubicación del joven en un puesto en la parte administrativa. “Si él no está preparado para esta labor, mi interés es que lo preparen idóneamente para ocupar este cargo”, dijo Hurtado.

El abogado añadió que “con la amputación de los dos dedos (falange y meñique) y la imposible utilización del dedo medio buscamos el lucro cesante. Quiero que la empresa no nos dé una consolación ya que mi cliente mentalmente no está apto para seguir conduciendo y ha sufrido afectaciones tanto él como su familia, lo que ha deteriorado su integridad física y mental”.

Actualmente, según el letrado, están en el proceso de conciliación con Metrocali y GIT Masivo para así agotar esta instancia y poder llegar a un acuerdo.