Masacre
Las víctimas entraban engañadas y salían en bolsas: así funcionaba un bar de pique en Bogotá
Estos son los escalofriantes detalles de una investigación que reveló la carnicería humana del grupo criminal Tren de Aragua en una casa de pique y en un bar de Chapinero.
En un bar, de aquellos que llaman amanecederos, y a los que llegan ladrones, jíbaros, prostitutas y empleados del mundo de la fiesta nocturna, que al bajar las rejas de los negocios en los que trabajan pasan de atender mesas a prender su propia rumba, se dio una carnicería humana que se desconocía hasta ahora.
Cuatro personas fueron asesinadas con cuchillos y picadas en pedazos. El aterrador crimen tiene a unos autores conocidos por su brutalidad, y no lo ocultan, porque cada crimen atroz se convierte en un mensaje para quien pretenda atravesarse en su propósito de adueñarse del negocio de microtráfico: se trata de la banda criminal el Tren de Aragua.
La masacre ocurrió en el bar La Legión, que diferentes testigos contaron a la Fiscalía, y describieron la escena aterradora: “Vimos cómo los metieron al baño, se escuchaban gritos y golpes secos, después sacaron unas bolsas negras que escurrían sangre”.
Declaraciones estremecedoras, pero no tanto como los videos que grabaron los sádicos hombres del Tren de Aragua, que, como de costumbre, dejaron a una de sus víctimas con vida para que contara la carnicería y pusieron a rodar los videos. Lo que se sabe es que el 4 de septiembre de 2022, cuatro hombres fueron citados en este bar, ubicado en una casucha de Chapinero, en la avenida Caracas, que terminó convertida en varios locales comerciales y que en el segundo piso aloja el amanecedero.
Las víctimas llegaron convencidas de ajustar cuentas con un desertor, pero en realidad los estaban esperando. En el lugar, más de diez integrantes de la organización criminal de origen venezolano, que a sangre y fuego se apoderaron de este bar para convertirlo en su centro de operaciones, tenían lista la masacre.
“Nos dijeron que nos quedáramos, que había algo grande por hacer”, reveló un testigo que, bajo amenaza, tuvo que escuchar cómo asesinaron a las cuatro personas, una tras otra, con hachas y cuchillos. Sobre las 7:30 p.m. llegaron las víctimas, no alcanzaron a pedir una cerveza cuando fueron arrastradas a un baño. Ordenaron cerrar el bar y quienes se quedaron adentro, empleados y clientes, se convirtieron en testigos.
“Escuchaba los golpes, los quejidos y lo que decían: ‘No, no, no’, y luego otro golpe”, dijo uno de los que asistieron al lugar, quien después tuvo que cargar una bolsa con los restos de las personas que, dos horas antes, entraron caminando. Lo que pasó en ese baño quedó en un video conocido por la revista Semana.
Allí se puede observar la espantosa secuencia de ataques con cuchillos a las víctimas que estaban amordazadas y reducidas en el piso, tiradas en un enorme orinal pegado a la pared.
“Ahí tiene, mamagüevo, te voy a dar en el corazón”, decía uno de los sádicos mientras clavaba el cuchillo en repetidas ocasiones en la parte izquierda del pecho, para luego terminar con otra secuencia de puñaladas de uno y otro lado del cuello. Todas estas perturbadoras imágenes son una representación clara de la maldad y el sadismo que puede alcanzar un ser humano. No es posible ver los videos sin estremecerse, la escena obliga a retirar la mirada para quedarse solo con el sonido, que resulta aún más aterrador.
“Jajajaja, toma… este ya está muerto, pero dale, jajajajaja, dale duro”, se escucha en los videos de esta masacre en Chapinero, ocurrida junto a universidades y ferreterías. Se sabe que con hacha de cocina de cabo de maderadaban golpes secos en las cabezas. Luego pasaban por cada una de las articulaciones, hombros, codos, rodillas, y hasta los cuellos para poder dejar los cuerpos en pedazos y embolsarlos.
Al cabo de dos horas, los asesinos salen del baño, con las manos bañadas de sangre y cargando unas bolsas negras. Nadie cuestiona o pregunta, la vida, la música y la rumba siguen igual en La Legión. Por tandas sacaban las bolsas que dejaban un rastro de sangre por el pasillo, el salón y las empinadas escaleras.
Los criminales ubicaron un carro en la calle. Las cámaras de seguridad que identificaron los investigadores del CTI y la Sijín en Bogotá marcaban las 10:30 p. m. Las bolsas tenían, de acuerdo con la Fiscalía, los restos de las cuatro víctimas torturadas, asesinadas y desmembradas en el baño.
“En una maleta de domiciliario se llevaban otras bolsas, era donde estaban los pies y las manos, lo que menos pesa. No pude decir nada porque estaba amenazado, pero se logra evidenciar que desde esas bolsas, que chorreaban sangre, efectivamente se encontraban partes de un cuerpo”, señaló un testigo a la Fiscalía.
Distribuidas entre el carro y la maleta de domiciliario, las bolsas fueron abandonadas en las localidades de Suba y Engativá. Terminaron en contenedores y en esquinas llenas de basura. En el bar La Legión, el resto de la banda se esforzó en borrar las evidencias. Con agua y detergente creyeron eliminar las pruebas de la masacre, pero una huella los delató.
Investigación de la barbarie
Ubicados por recicladores se encontraron los cuerpos desmembrados, así arrancó la investigación. Los peritos de la Fiscalía en la seccional de Bogotá, junto con los investigadores de la Sijín, al mando del general Carlos Fernando Triana, identificaron a las víctimas: Duván Amaya Cueto, Arley Hurtado, Jair Alfredo Serna y Maikol Javier Cervantes, presuntos integrantes de una banda rival al Tren de Aragua.
Con ayuda de los testigos, los investigadores llegaron hasta el bar, y aunque todo parecía normal para un tugurio de esas características, se ordenaron las inspecciones judiciales y con luces forenses se reveló la verdad. Las marcas estaban en el baño, y confirmaban la macabra escena. Las huellas de sangre y de las manos asesinas quedaron estampadas en las paredes. Era la escena del crimen, no hubo duda. Ahora el objetivo era ubicar a los responsables.
Con videos de seguridad y la cuidadosa labor de seguimiento, los investigadores identificaron que en Colombia estaba un cabecilla criminal buscado en Venezuela: alias Mayeya. Este presunto asesino fue, de acuerdo con la Fiscalía, el responsable de ordenar la masacre en La Legión. Era el discípulo del Tren de Aragua para el norte de Bogotá, recibía instrucciones desde una cárcel en Venezuela y estaba dispuesto a secuestrar, torturar y asesinar, con tal de quedarse con el negocio criminal de tráfico de estupefacientes, en Chapinero.
Los investigadores reconstruyeron la escena y todo lo que hicieron los sádicos por ocultar la evidencia. Ubicaron el carro, los sitios donde se escondían Mayeya y sus secuaces. Con las pruebas en las manos, ordenaron la captura de los asesinos, que, como cobardes, trataron de escapar, al final todos fueron sometidos. Siete asesinos fueron capturados, entre ellos Mayeya. La Fiscalía les imputó cargos y mientras se presentaban las pruebas, los perturbadores videos de la masacre, los sádicos se reían en la audiencia. Cada detalle de la diligencia parecía el párrafo de un libreto de película aterradora. La investigación fue magistral y los asesinos, por ahora, estarán en prisión.
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