La de Londres, una revolución 'fashion'
Los pandilleros londinenses de cuello blanco. Detrás de los disturbios están los chavs, jóvenes blancos y de clase media. Una sociedad en crisis.
Los pandilleros londinenses de cuello blanco. Detrás de los disturbios están los chavs, jóvenes blancos y de clase media. Una sociedad en crisis.
Ted tiene 11 años. Vive en un barrio de clase media de Londres, va a un buen colegio privado. Su madre dice que no pertenece a ninguna banda ni a los chavs -jóvenes ingleses que van vestidos con joggings, gorras de Burberry y tenis Nike o Adidas-, un grupo que aprovechó los disturbios para generar una ola de robos y asaltos. También asegura que él nunca ha robado, porque no tiene necesidad.Pero la noche del miércoles, agentes de Scotland Yard llegaron hasta el portal de su casa preguntando por Ted. Llevaban unas fotos que habían encontrado en Flickr, y en una de ellas se veía a Ted saliendo de un almacén en Londres con varios objetos en la mano. El contraataque anunciado por el primer ministro David Cameron estaba funcionando: además a la autorización a la Policía para utilizar los cañones de agua y balas de goma, se sumaban el imponente despliegue en Londres con 16.000 agentes, redadas, detenciones masivas y juzgados abiertos las 24 horas para agilizar los procesos. En definitiva mano dura sin pausa.De la misma manera como los manifestantes habían logrado reunirse para iniciar las protestas y desmanes en Londres y otras cuatro ciudades inglesas a través de las redes sociales, la Policía también las estaba utilizando para identificar a los participantes en los disturbios, saqueos y robos.Y Ted era uno de ellos. Su perfil encaja en los chavs: jóvenes blancos de clase media, que van a buenos colegios, que beben alcohol los fines de semana y que por lema de vida tienen el de vivir el momento, porque no hay futuro para ellos. Se consideran una generación perdida por la crisis social, el capitalismo desmedido y las políticas neoliberales que han conducido a las clases medias al abismo.En Inglaterra hay mucha violencia entre los jóvenes -dice el periodista español Antonio Ribau, que ha vivido ocho años en Londres- se nota mucho en los estadios, con las barras bravas, son muy jóvenes, pero muy violentos, de hecho donde quiera que vayan fuera de Inglaterra, causan problemas. Detrás de los circuitos turísticos de la capital, hay otra Londres, una serie de casas de gente de clase media, por lo general en las afueras, edificios de protección oficial, algunos muy cuidados, pero en los que el problema social es muy grave, por la falta de oportunidades, por la falta de trabajo y con una juventud cada día más desesperanzada, con menos educación y menos paciencia, que ya es común en toda Europa. Ha sido una generación educada en el consumo y son consumistas extremos, agrega.Los chavs de Londres o los callies, sus similares de Manchester, suelen ir armados, son intolerantes y cualquier discusión acaba en agresiones. Están furiosos contra el sistema y como son chicos con bastantes habilidades tecnológicas y grandes navegantes en la red, a través de ella se organizan. En eso quizá, se parecen a los miles de jóvenes de la llamada primavera árabe que salieron a las calles de Egipto, Túnez y otros países, para pedir un cambio en sus países. Pero es justo allí donde está la diferencia y es que en Oriente Medio pensaban generar un cambio positivo mientras que en Reino Unido lo que ha buscado es destrucción, fuego, la violencia por la violencia, robos y saqueos, un minuto de publicidad y el poder, que sienten que se les niega desde hace mucho tiempo.Ted no ha sido el único identificado por las fotos. La Policía ha visto niños de 7 años robando los almacenes, universitarios y hasta un maestro de primaria: Alexis Bailey, un hombre negro de 31 años que tiene un salario de 1.418 dólares al mes, que vive en un buen sector, aparece en las fotos robando en un negocio de artículos electrónicos en el barrio de Croydon. El filósofo y profesor francés Alain de Botton, uno de los más seguidos en Reino Unido, quien considera que no se trata de un problema político y ni siquiera racial, sino de desigualdad. La gente se pregunta -dice De Botton- por qué estos chicos están saqueando las tiendas si viven relativamente cómodos. Se sienten humillados al estar en lo más bajo de una sociedad cuya cúspide es muy exitosa.Estas manifestaciones casi espontáneas organizadas por Internet se asemejan a las de los suburbios de París en 2005 y mucho más, cuando otros de los protagonistas en este verano ardiente de Inglaterra son los inmigrantes y el racismo. También se parecen en que en ambas ocasiones, la Policía se vio superada por los hechos y no supo cómo responder de primera.Aunque las medidas de austeridad, los recortes a las prestaciones sociales, la baja en los salarios y el desempleo afectan a todos por igual, para aquellos grupos a los cuáles les ha costado más conseguir un estado de bienestar para perderlo luego, también les va a costar más recuperarlo. Si a eso se le suma el ingrediente de una sociedad clasista y en ocasiones intolerante con los extranjeros, cualquier hecho iba a encender la mecha. La violencia en Londres estalló el pasado sábado 6 de agosto, aniversario del lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima en 1945, y fue, como lo recuerdan algunos, igual que los bombardeos alemanes a Londres durante la guerra. La muerte de un hombre negro, Mark Duggan, en extrañas circunstancias, en las que tuvo que ver la Policía, fue el detonante que generó una batalla campal. La revuelta se extendió desde Tottenham a 25 barrios de la capital inglesa. Y de allí a otras ciudades.Esta experiencia de Reino Unido ha llamado la atención de los expertos por dos cosas nuevas, bueno, una no muy nueva que fue la convocatoria por las redes sociales y en especial a través del BBM, el Messenger de Blackberry, y la otra, la organización, también por la redes sociales de patrullas de defensa contra los saqueos y de limpieza de las calles tras las noches violentas.De hecho, los muertos en Birmhingham, los tres de origen árabe, fueron atropellados cuando trataban de proteger sus negocios de los saqueadores, muchos de ellos jóvenes blancos ingleses.Si bien los mensajes en las redes sociales se multiplicaron durante los disturbios en Tottenham y otros puntos de la capital británica -iniciados tras la muerte de Mark Duggan,- esta vez, la revuelta no se propagó en la Red. Lo hizo a través del BBM. Este chat que comparten los usuarios de BlackBerry es gratis, rápido y tiene un sistema de codificación que no deja rastro y dificulta así el trabajo de la policía. Es decir, sólo los contactos del BBM conocen el contenido de los mensajes. Esto no sucede en Facebook o en Twitter. Una de las acciones organizadas fue una brigada de limpieza ciudadana, coordinada a través de un grupo de Facebook con más de 10.000 seguidores. Los vecinos se reunieron, escobas en alto, en Clapham Juction, una de las zonas más afectadas por los disturbios.También la rápida convocatoria por las redes salvó varios negocios. El lunes en Dalston, al este de Londres, viendo lo que estaba sucediendo los comerciantes turcos convocaron a sus compatriotas y en pocos minutos llegaron cientos para defender las tiendas. Los hindúes, pakistaníes y inmigrantes de Bangladesh en 10 minutos lograron juntar 1.500 personas que se encargaron de hacer huir a los saqueadores. En Sothhalla, la comunidad sij convocó a cientos de hombres a la calle para proteger sus templos, armados con palos machetes, tras saber que otros comercios y templos habían sido saqueados sin que la Policía interviniera.Cuando el primer ministro David Cameron hace un balance de lo ocurrido, atina al decir que hay sectores de la sociedad que no sólo están quebrados, sino que francamente están enfermos".
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