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Lula Da Silva, presidente de Brasil, le dio con todo a Jair Bolsonaro y sus simpatizantes; esta fue la razón
El mandatario de los brasileños expresó que no habrá “perdón” para los responsables.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo este lunes que no habrá “perdón” para los responsables de la asonada hace un año en Brasilia, por la que señala a su predecesor Jair Bolsonaro, investigado como posible instigador.
Durante un acto en la recepción principal del Congreso, uno de los edificios invadido el 8 de enero de 2023 por manifestantes bolsonaristas, Lula afirmó que “quienes financiaron, planificaron y ejecutaron la tentativa de golpe deben ser ejemplarmente castigados”.
“No hay perdón para quien atenta contra la democracia (...). El perdón sonaría como impunidad e impunidad como salvoconducto para nuevos actos terroristas en nuestro país”, añadió el veterano izquierdista en la ceremonia, que reunió a los líderes de todos los poderes.
Hace un año, miles de simpatizantes del ultraderechista Bolsonaro, disconformes con la victoria electoral de Lula, irrumpieron en el palacio presidencial, el Congreso y la Corte Suprema, destrozando a su paso mobiliario y obras.
Clamaron por una intervención de las fuerzas armadas para deponer a Lula, una semana después de que asumiera el poder por tercera vez.
El mandatario dibujó un escenario siniestro si la asonada hubiese tenido éxito, con autoridades “fusiladas o ahorcadas en plazas públicas”, siguiendo las prédicas “del expresidente golpista”.
Un Brasil “nuevamente aislado del mundo” estaría “sumergido en el caos económico y social” y la Amazonía quedaría “reducida a cenizas”, afirmó Lula, quien el viernes volvió a responsabilizar a Bolsonaro por los ataques.
De los 2.170 detenidos por la asonada, hasta ahora una treintena fue condenada a penas de hasta 17 años de cárcel por delitos como intento de golpe de Estado.
La policía informó que este lunes realizó una nueva fase de la operación contra responsables de la asonada para identificar a financiadores e instigadores.
“Artimaña de la izquierda”
Bolsonaro es investigado por la justicia como posible instigador y autor intelectual de los ataques.
El exmandatario niega toda responsabilidad y rechaza que haya habido un intento de golpe de Estado. El sábado afirmó a CNN Brasil que el asalto del 8 de enero fue una “artimaña por parte de la izquierda”. “Ese nunca fue el comportamiento de personas de derecha”, dijo.
La asonada de enero de 2023 fue el colofón de un periodo de tensión en Brasil, fracturado entre dos visiones de sociedad opuestas.
En el primer año de Lula, no obstante, se instaló un clima de apaciguamiento aparente, en especial después de que Bolsonaro fuera inhabilitado políticamente durante ocho años, por desacreditar sin pruebas el sistema electoral.
Pero las autoridades advirtieron que la propagación de informaciones falsas y discursos de odio, considerados por muchos como combustible de los ataques, amenazan aún la democracia brasileña.
“Necesitamos reglamentar el mayor instrumento de poder y de corrosión de la democracia, que es la desinformación a través de las redes sociales”, dijo el presidente del Tribunal Supremo Electoral, Alexandre de Moraes.
Un 89% de los brasileños rechaza el asalto, cinco puntos menos que hace un año, según un sondeo de la consultora Quaest.
Sin embargo, el 51% considera que los ataques fueron perpetrados por “radicales que no representan” a los electores de Bolsonaro.
Obras restauradas
Al acto asistió el pleno de las autoridades brasileñas, incluyendo el presidente del Congreso, magistrados de la corte suprema, gobernadores, comandantes militares y embajadores, bajo custodia de unos 2.000 policías en el centro de poder de Brasilia.
Pero hubo ausencias relevantes entre la derecha, como el gobernador de Sao Paulo, Tarcisio Freitas, exministro de Bolsonaro, quien adujo que está de vacaciones.
Tampoco estuvo el presidente de la Cámara de Diputados y exaliado de Bolsonaro, Arthur Lira, por motivos familiares, indicó su asesoría a la AFP. La ceremonia, bautizada como “Democracia intacta”, estuvo cargada de simbolismos, especialmente con la exhibición de obras de arte que pertenecen a las sedes de poder y que fueron restauradas.
Entre ellas, un tapiz del artista y paisajista brasileño Roberto Burle Marx, que había sido arrancado de una pared del Senado y vandalizado durante los disturbios.
Una réplica de la Constitución de 1988, robada de la corte suprema, también fue devuelta. Miles de personas se manifestaron en Rio de Janeiro y Sao Paulo para repudiar los hechos en Brasilia del año pasado.
“La extrema derecha no puede avanzar, si avanza aquí, avanza en el mundo”, dijo Jorge Luis Viera de Souza, jubilado de 72 años, que se manifestaba en Rio. “Estamos al borde del precipicio. Gracias a Dios nos salvamos, pero el peligro continúa”, advirtió.
*Con información de la AFP.