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¿Qué hay detrás de la crisis diplomática entre Catar y los países árabes?

Arabia Saudí, Baréin y Egipto acusan a Catar de apoyar a grupos armados yihadistas sirios como Ahrar al Sham y el frente Al Nusra, antigua filial del grupo terrorista Al Qaeda en ese país.

6 de junio de 2017 Por: EFE / El País 
Arabia Saudí, Baréin y Egipto acusan a Catar de apoyar a grupos armados yihadistas sirios como Ahrar al Sham y el frente Al Nusra, antigua filial del grupo terrorista Al Qaeda en ese país. | Foto: EFE / El País

El cese de relaciones entre Arabia Saudí Emiratos, Baréin y Egipto con Catar busca neutralizar la política autónoma del incómodo emirato para forzarle a girar en la órbita marcada por Riad, que ha adoptado desde la llegada del rey Salmán una política exterior cada vez más agresiva, especialmente con Irán.

"Todo está relacionado con las posturas políticas de Catar de los últimos 20 años, que han provocado tensiones en numerosas ocasiones, aunque sin llegar al nivel que han alcanzado ahora", asegura el experto egipcio en Oriente Medio, Amr Adly.

Adly se refería a la llegada al poder en 1995 del emir Hamad Ibn al jalifa al Zani, padre del actual jefe de Estado e ingeniero de las líneas políticas que han marcado la trayectoria de Catar, entre el islamismo político y el nacionalismo árabe, y de las que el canal Al Yazira ha sido su principal instrumento y escaparate.

Riad y sus aliados han cerrado el espacio aéreo, terrestre y marítimo a Catar, una pequeña península con unos tres millones de habitantes, que brota de territorio saudí y cuyos vecinos más próximos son Emiratos Árabes Unidos y Baréin.

"Las medidas tomadas por estos países pueden causar un gran daño económico a Catar, que es muy pequeño y muy dependiente de su frontera terrestre con Arabia Saudí y marítima con Emiratos y Baréin", apunta Adly, que subraya que "el objetivo es forzarlo a que cambie su postura completamente o incluso cambiar el régimen catarí".

Esta asfixia contra el actual emir, Tamim ibn Hamad al Zani, pretende "forzarlo a aceptar las exigencias del Golfo", que son poner fin a la línea editorial de Al Yazira, acabar con sus relaciones con los movimientos Hermanos Musulmanes y Hamás, y abandonar cualquier intento de acercamiento a Irán.

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Además, la acusan de apoyar a grupos armados yihadistas sirios como Ahrar al Sham y el frente Al Nusra, antigua filial del grupo terrorista Al Qaeda en ese país.

"No sabemos cuántos países de la zona apoyan al terrorismo pero el apoyo de Catar está claro", opina Adly, que insiste en que el boicot diplomático "pretende dejar a Catar sin los instrumentos que le han permito tener una política influyente e independiente, especialmente los medios de información como el canal Al Yazira".

Sin embargo, para el experto en Oriente Medio de la Universidad de Alicante, Ignacio Álvarez Ossorio, va a ser "muy difícil" desactivar la "política independiente" que Catar ha construido.

"Va a ser muy difícil también que rompa definitivamente con los Hermanos Musulmanes de Siria, de Egipto y de Palestina, y va a ser muy difícil también que renuncie a tener su propio altavoz dentro del mundo árabe a través del control que tiene sobre al Yazira", continúa.

Para Álvarez-Ossorio, será incluso complicado que se aleje de Irán, ya que con él comparte la mayor bolsa de gas del mundo.

"Las demandas de Arabia Saudí para normalizar las relaciones son líneas rojas para Catar, a las que difícilmente puede renunciar, lo que, a su vez, hace muy difícil reconducir la situación", concluye.

Para el experto, se ha llegado a esta situación como consecuencia del agravamiento de la tensión entre Riad y Teherán, principales polos de la región, lo que ha llevado al reino saudí a pedir "lealtad máxima a todos sus satélites y países sobe los que tradicionalmente han ejercido influencia y, en este sentido, Catar es el único que le ha plantado cara y ha querido llevar a la práctica una política más autónoma".

Además, considera que esta actuación saudí sin precedente pueda incluso causar el efecto contrario al deseado y "en lugar de atraer a Catar a las posiciones saudíes, que Catar, acorralado, no vea otra opción que acercarse a Irán buscando protección" o a Rusia o Turquía.

También apunta, que la "apuesta sumamente arriesgada de Arabia Saudí" está íntimamente relacionada con la luchas internas de la casa Al Saud, para suceder al rey Salmán, que han dejado su impronta en la política exterior del reino desde su llegada al poder en enero de 2015.

En este sentido Álvarez-Ossorio destaca "el apetito" del hijo del monarca y ministro de Defensa, Mohamed bin Salman, por presentarse como el principal candidato a suceder a su progenitor en el trono.

Para el experto, frente a la autocrítica, la revisión y el diálogo, Riad se empeña en mantener una agresiva política exterior, que solo ha provocado mas tensión y que "ha convertido la zona en un auténtico polvorín".

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