Columnistas
BlackRock y geopolítica
La estrategia de Trump en Panamá se centra en el uso de herramientas geoeconómicas para frenar la influencia china, no solo en el istmo, sino en toda la región.

El pasado 4 de marzo, la compañía de gestión estadounidense BlackRock compró dos puertos en los extremos del Canal de Panamá a la empresa CK Hutchinson, con sede en Hong Kong, como parte de una jugada geopolítica afín al gobierno Trump. Durante la campaña y en sus primeros meses como presidente, Donald Trump acusó al gobierno panameño de favorecer a China en el manejo del Canal y afirmó que su prioridad sería ‘recuperar’ esta arteria clave del comercio mundial. En su discurso de investidura, declaró: “China está gestionando el Canal de Panamá. Y nosotros no se lo dimos a China. Se lo dimos a Panamá y vamos a recuperarlo”. Incluso, insinuó el uso de la fuerza militar o coerción económica para retomar el control.
Estas declaraciones deben entenderse en el marco de la geoeconomía, concepto desarrollado por Robert Blackwill y Jennifer Harris en War by Other Means. La geoeconomía se define como el uso de herramientas económicas con fines geopolíticos. A diferencia de la geopolítica tradicional, basada en la diplomacia y el poder militar, la geoeconomía emplea sanciones, inversiones estratégicas, comercio y control de tecnologías clave para influir en otros Estados y moldear el orden global en beneficio propio. Es un campo de batalla silencioso, donde los países buscan imponerse a través de la dependencia económica y el acceso a recursos estratégicos. En este contexto, la compra de BlackRock forma parte de la estrategia geoeconómica del gobierno Trump para contrarrestar la influencia china en América Latina.
El consorcio liderado por BlackRock adquirió por USD$22,8 billones los puertos de Balboa y Cristóbal, en ambos extremos del canal, a CK Hutchinson. La compra incluye otros 43 puertos en 23 países, pero ninguno en China o Hong Kong. El gobierno de Xi Jinping calificó el acuerdo como un acto de ‘servilismo sin agallas’ y de ‘traición a los intereses nacionales’. Cabe destacar que por el Canal de Panamá transita el 4 % del comercio marítimo mundial y más del 40 % del tráfico de contenedores de EE. UU., lo que lo convierte en una arteria económica global.
Adicionalmente, el gobierno panameño ha decidido no renovar su membresía en la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, el megaproyecto global de infraestructura lanzado en 2013 para mejorar la conectividad comercial y financiera entre Asia, Europa, África y América Latina mediante inversiones en carreteras, puertos y telecomunicaciones. Este retiro, sumado al refuerzo del control migratorio en el tapón del Darién y la aceptación de 299 deportados de EE. UU. provenientes de Irán, China y Afganistán, muestra una alineación con Washington sin recibir concesiones claras a cambio.
En consecuencia, la estrategia de Trump en Panamá se centra en el uso de herramientas geoeconómicas para frenar la influencia china, no solo en el istmo, sino en toda la región. BlackRock se ha convertido en un actor clave en este combate económico, asegurando la participación de EE. UU. en la administración de uno de los principales puertos del mundo. En otras palabras, la empresa ha pasado a formar parte del arsenal económico estadounidense en su rivalidad con China. Solo el tiempo dirá si la estrategia de Trump fortalecerá su influencia en América Latina, pero lo que es innegable es que la compra de BlackRock fue una jugada geoeconómica maestra.
Regístrate gratis al boletín de noticias El País
Te puede gustar