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¿Viacrucis o Domingo de Resurrección?

Así, han traicionado a los ciudadanos que confiaron en ellos. ¿Será que, como Judas, algunos han recibido unas monedas para transigir sus principios?

5 de abril de 2023 Por: Gabriel Velasco

Hoy, Jueves Santo, inicia la Semana Santa; la gran mayoría la recibe como un feriado largo y se prepara para tomarse un merecido descanso. Lo más probable es que los que somos un poco más viejos nos acordemos de qué se celebra el Jueves Santo, si hacemos un esfuerzo bien grande.
Los que están un poco más jóvenes tal vez no tengan ni idea.

En esta columna no pretendo realizar una catequesis y mucho menos hacer una reflexión religiosa o espiritual, sino una analogía de lo que simbolizó el Jueves Santo y lo que podría significar hoy en día en nuestra agitada coyuntura nacional y local.

Hoy se conmemora la Última Cena, el lavado de los pies y el inicio de la comunión.

Jesús ya se sabía traicionado, pero se reúne con sus discípulos a cenar, sabiendo que al día siguiente lo van a crucificar. Eso pasó no solo hace 2000 años, “pasa en las películas, pasa en la vida, pasa en TNT”; también pasa en la política. Hemos visto —¿o no?— a varios voltearse para perseguir sus intereses; igualmente, hemos visto a algunos mirar para el otro lado y no gobernar su ciudad, dejándola al garete. Así, han traicionado a los ciudadanos que confiaron en ellos. ¿Será que, como Judas, algunos han recibido unas monedas para transigir sus principios? Dejemos así.

Ese jueves, Jesús, en una muestra de servicio y humildad, les lava los pies a sus discípulos. Se entrega a ellos y sirve a los demás. Un mensaje oportuno, pues no todos los que estaban en la cena lo traicionaron; solo uno. Los otros dedicaron la vida al servicio de los demás, con humildad.
No todos los políticos o trabajadores del Estado son malos. No los podemos juzgar a todos con el mismo rasero. Incluso, necesitamos más que nunca a mejores seres humanos trabajando en el Estado. Así suene raro, pero el sacerdocio como el servicio público hallan su razón de ser en el otro. Los dos surgen desde la vocación por el servicio. Unos desde una convicción de fe, otros desde un Estado laico, pero los dos deberían, con entereza, trabajar para servir a los demás y propender a su bienestar.

Al final de la noche se parte el pan y se comparte, estableciéndose así la comunión. En un país con tanta polarización, la comunión entre diferentes, entre opuestos, es cada vez más necesaria. Esto no significa que todos vamos a pensar igual, es más, lo que seguro sucederá es que las posiciones no cambien, pero sí la manera cómo se aborden las diferencias. Pensamos distinto, pero debemos aproximar estas discusiones bajo el respeto. En verdad, lo más importante es que todos podamos comulgar sin transgredir el marco institucional y la democracia.

Inicia hoy la semana de la pasión de Cristo y es momento de reflexión.
Normalmente esta la centramos en nuestra vida personal y familiar, pero no la extendemos a lo que pueda incidir en nuestro país. Me atreví a realizar estas analogías, que para algunos serán más bien una herejía, con el único objetivo de aproximar de manera diferente la coyuntura nacional.

Sin embargo, no podemos dejar de decir que próximamente iniciará en el Congreso la discusión de las reformas a la salud, la laboral y la pensional. Dependiendo de cómo se aborden y su desenlace futuro, estas reformas podrían ser más un viacrucis que un tan esperado Domingo de Resurrección.

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