Todos contra Cali
Cada vez que hable de Cali evalúe qué tan cierto es lo que dice. Porque Cali es usted, Cali soy yo.
Pareciera que la idea es destruirla, aniquilarla. Hay una tendencia colectiva manifestada en foros o redes, para señalar ‘solo’ lo negativo, lo que es feo, lo que es censurable. Claro, los hechos reprochables existen, la inseguridad está en las calles, pero esa ‘solo’ es una parte de la verdad. Hay atracos, muertes, violencia. Pero también existen campañas de solidaridad, eventos culturales, deportivos, la brisa de la 5, el pandebono… puede que sean pendejadas, pero la ciudad, el ente imaginario Cali, se construye también de percepciones, sutilezas, simbolismos.
Mostrar una sola cara de la moneda es deformar la realidad. Sorprende, repito, cómo hay una necesidad compulsiva de hundir, denigrar, desconocer. ¿La rabia contra el alcalde llevó a confundir las cosas y a creer que si se critica a Cali, se denigra de él? ¿Para algunos Ospina y Cali son lo mismo? ¿Entre más se hunda Cali (a cualquier precio) más se hunde el Alcalde?
Cali existe, independiente de lo que haya hecho Ospina. Estamos pagando un precio muy alto por una pésima alcaldía, pero él y la ciudad no son lo mismo. Cali es una ciudad con tal capacidad de resiliencia que a pesar de la mala administración, ‘sobrevive’ en otros escenarios, es agradable para los turistas y muchos muchísimos de sus ciudadanos, terminamos el día disfrutando de su encanto.
Sin embargo, la mala vibra de mirar solo lo negativo, contribuye con creces a generar un clima de desesperanza y desconfianza que enreda el panorama. Si no creo, no vale la pena ni cuidar, ni colaborar, ni mejorar. La famosa teoría de la ventana rota llevada a su máxima expresión.
Hace varios años desde la Universidad Autónoma, el Dr. Luis H Pérez lideró una campaña ‘por una comunicación equilibrada’ que buscaba precisamente, equilibrar la información. Ni positiva, ni negativa: equilibrada. Esa campaña se gestó para los medios cuando todavía no existían las redes. Hoy, cualquiera ‘hace’ noticia. Por ello es tan importante señalar cómo en el corazón de muchos caleños y caleñas solo existe el animo de cuestionar, criticar, enlodar.
Personas jóvenes, en puestos políticos hurgando en las alcantarillas como si esta actitud mejorara el futuro de la ciudad. La filosofía de denigrar como si así se lograra cambiar. Viejos patrones educativos herederos de la teoría ‘la letra con sangre entra’. Algunos de esos dirigentes dizque están preocupados por la seguridad y el futuro de la ciudad, pero desconocen que la salud mental comunitaria se afecta con el constante mensaje de tragedia, inseguridad e incertidumbre. Nada positivo porque pareciera que lo positivo significara alabar a Ospina. ¡Entonces, que se hunda Cali!
No sea iluso o ilusa esperando que el nuevo alcalde o alcaldesa va a cambiar la ciudad. La responsabilidad es de todos porque entre todos la levantamos o la hundimos. Cada vez que hable de Cali evalúe qué tan cierto es lo que dice. Porque Cali es usted, Cali soy yo. Al final, no solo fue el Alcalde el que nos hundió. La cuota personal también contribuye. La necesidad de que cada quien se comprometa, desde su trinchera, a ‘sanar’ el ambiente colectivo, a participar en una mejor calidad de vida, a colaborar para que Cali siga siendo el mejor vividero del mundo, es la tarea que tenemos frente a nosotros. ¿Usted quiere a Cali? ¡Demuéstrelo!