De las alianzas políticas
Si Petro y su mariscal de campo no hubiesen hecho ese acercamiento, no pasarían ni la reforma tributaria, ni la política, ni la electoral, ni la de salud, ni la agraria, ni siquiera una ley de honores.
Desde 1821, cuando a Simón Bolívar y sus compañeros de gesta les dio por hacer de Colombia una república, se instituyó el sistema presidencial de Gobierno, ratificado en la Carta de 1991, ésta a mi juicio con más defectos que virtudes.
Con la Constitución actual se atomizaron los partidos y el ancestral bipartidismo liberal-conservador desapareció para dar cabida a infinidad de grupos que no obedecen a una ideología definida sino al interés particular de los dirigentes sectoriales.
Por eso, cuando se dice que el Partido Liberal obtuvo más de dos millones de votos en la última elección de Cámara y Senado, se incurre en falsedad, porque esos sufragios no son del partido sino la sumatoria de las capillas departamentales y municipales que manejan una cauda electoral que les permite acceder a las corporaciones sin compromiso con los postulados de la colectividad.
El Pacto Histórico logró 20 curules en el Senado, pero ese número no le garantizaba que los proyectos del luego elegido presidente, Gustavo Petro, tuviesen éxito en su tránsito congresional, porque para aprobar cualquier proyecto de ley se requieren 55 votos de esa Cámara. De allí que Roy Barreras, experto en conseguir acuerdos parlamentarios, pudo recoger liberales, conservadores, miembros de La U y de Alianza Verde, que con los del Pacto más los 5 Comunes, conforman la mayoría necesaria.
Sostengo que lo que hay ahora en el país se asemeja más al sistema parlamentario de varios países europeos que al presidencial de Estados Unidos o al nuestro. Si Petro y su mariscal de campo no hubiesen hecho ese acercamiento, no pasarían ni la reforma tributaria, ni la política, ni la electoral, ni la de salud, ni la agraria, ni siquiera una ley de honores.
Lo que no acabo de comprender es que haya tanto crujir de huesos y rechinar de dientes por esta alianza de fuerzas políticas, y que se afirme que los que se declararon partidos de Gobierno son una banda de traidores. Tengo amigos conservadores que manifiestan que el viejo partido de Caro y Ospina desdice de sus principios al apoyar un presidente de izquierda.
No veo que hayan incurrido en incongruencia alguna. Pienso que ante la convocatoria del presidente Petro de consolidar la unidad nacional y conseguir la paz total, los partidos que adhirieron a estas tesis no son desleales con sus credos sino que desean que Colombia alcance pronto la paz y la convivencia para terminar con esta polarización que sólo genera violencia.
El Partido Liberal apoyó a Federico Gutiérrez y luego a Rodolfo Hernández. Ahora es parte de la coalición de Gobierno y veo que ese es el sendero lógico que tomaron el expresidente Gaviria y las bancadas que le obedecen.
Los conservadores seguirán siendo los mismos godos de siempre. Los parciales de doña Dilian no se desteñirán, y Angélica seguirá fiel a Claudia.
Es posible que con el paso del tiempo la alianza forjada por Petro y Barreras colapse, pero mientras eso no ocurra, el Gobierno tendrá aprobadas sus importantes iniciativas.
Espero que pase pronto la reforma política que disponga las listas cerradas para todas las corporaciones de elección popular, porque las abiertas son funestas para los partidos y por ahí mismo, para la democracia.
Y el voto obligatorio también es necesario, tal como sucede en muchos países, en los cuales para acceder a algunas gabelas oficiales se requiere comprobar el cumplimiento de ese deber electoral.