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La difícil tarea de los verdaderos líderes
Las instituciones suelen tener varios niveles de funcionamiento.
El de los grandes jefes donde están los que verdaderamente detentan el poder. Ellos determinan las directrices fundamentales, aseguran el control y en el caso de las organizaciones comerciales, fijan las metas de rentabilidad y eficiencia. A este nivel, las consideraciones especiales con las personas no suelen ser una prioridad.
El siguiente nivel está determinado por los encargados de dirigir la operación para cada sección a su cargo. Esos son los verdaderos líderes a los que se refiere este escrito. Son personas que sin estar a los niveles más altos del funcionamiento de la institución tienen funciones gerenciales. Sus obligaciones se van haciendo más exigentes en la medida en que asumen mayores responsabilidades. Los de arriba los eligen cuidadosamente por su comprobada inteligencia, buen juicio, firmeza y eficiencia y su capacidad para asignar acertadamente funciones, supervisar su ejecución y exigir resultados. Pero también porque se espera de ellos (de manera implícita la mayoría de las veces) la frialdad necesaria para poner límites a las demandas de los trabajadores del nivel operativo. Conjugar eficiencia y corazón duro son el gran reto de los asignados a este nivel.
El siguiente nivel es el operativo que representa el volumen mayor de personas en la institución. Son los encargados del trabajo rutinario y son evaluados estrictamente. Se trata de un heterogéneo grupo humano con sus propias ambiciones, particularidades y necesidades de reconocimiento, económicas, familiares y personales que exigen de su jefe inmediato con quien mantienen un contacto directo, un trato justo y considerado. Prescindir de ellos, en caso necesario, es una situación amarga pero bastante común que tienen que enfrentar los líderes. Éstos están atrapados entre la exigencia de resultados de sus superiores y las necesidades humanas de los encargados del día-día de la operación y deben tener unas condiciones difícilmente encontradas en una misma persona:
*Inteligencia superior.
*Sensibilidad terapéutica.
*Eficiencia para lidiar con todos los problemas.
*Gran capacidad de trabajo.
*Resiliencia y diplomacia a prueba de provocaciones.
*Paciencia para recibir quejas sin irritarse.
*Capacidad para tranquilizar al más ofendido transmitiéndole que se lo escuchó, se lo entendió y, sin prometer nada, trasmitir honestamente que se hará todo lo posible por solucionarle el problema.
*Gran introspección al respecto de necesidades propias y ajenas.
*Entereza y ecuanimidad para poner límites tanto a los de arriba como a los de abajo y salir intactos, todos los días, sin echarse enemigos.
*Carácter para entender que es imposible complacer a todo el mundo.
*Saber que la institución no es una fundación benéfica, y en consecuencia no va a tener consideraciones con el miembro que no rinda.
*Equilibrio emocional que les permita cerrar la puerta de su oficina al final de cada día y no llevarse los problemas laborales a su casa.