La justicia bajo presión

La juez que maneja el juicio al expresidente Uribe por denuncias de ‘manipular pruebas’ tiene una tarea difícil. Su fallo puede traer tormentas en la paz política y, algo peor, una división antipática que puede ser violenta. Radialmente, han dicho reconocidos penalistas que el juicio a Uribe ha sido lamentable y su fallo será discutido, atacado y manoseado por ignorantes del derecho penal.

Recuerden que por 34 días estuvo interceptado el celular del expresidente y eso dejó muchos rumores y desacreditó el juicio, dando hasta para burlas.

Los cuatro testigos estrella de los acusadores derrocharon mala memoria y apelaron muchas veces a este estribillo: “No me acuerdo, no recuerdo, no recuerdo, no recuerdo”, y tuvieron muchas confusiones en sus respuestas.

Monsalve hace un papel ‘patriótico’ porque, estando preso, condenado a 30 años, le consiguieron privilegios de VIP y le prometieron pasarlo a la JEP, o en el futuro ser ‘consejero de paz’.

No culpen a Monsalve, él es un campesino casi analfabeto pagando por extorsión y secuestros. Un equipo máster en antiuribismo con poderosa artillería jurídica lo protegió y seguirá protegiéndolo a cambio de seguir atacando a la familia Uribe Vélez, en eso llevan 12 años.

Ese señor Monsalve fue entrenado por unos personajes conocidos por su antiuribismo. Lo contrataron para que dijera que el expresidente le ofreció una propina y para que colaborara en todo para ensuciar a Álvaro Uribe Vélez y a su familia.

Lo siento por la juez Mariana Rocha y la señora fiscal Marlene Orjuela. Ellas dos, muy estudiosas juristas, están nerviosas y es humano. Lo escuché a un colega muy entendido en este juicio quien me dijo: “Huele feo que a un preso su abogado le entre a la cárcel un reloj-grabadora-espía engañando a un abogado de la defensa de Uribe Vélez”. Añadió: “Le hace daño al país ese juicio, no hay pruebas serias contra Uribe”.

La persecución al expresidente es un ganancial en votos para unos políticos.

Ciertísimo: condenar al expresidente Uribe traerá divisiones poco pacifistas, en un momento en que hay amenazas de ‘tomarse las calles’ y no se las tomarán para fiestones y bailar bambucos, joropos y merengues, como dice la canción.