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Por el desacato a la orden de la Corte Constitucional de ajustar el valor de la UPC y cubrir los presupuestos máximos, los recursos no alcanzan para pagar IPS y proveedores...

27 de marzo de 2025 Por: Helena Palacios
Helena Palacios
Helena Palacios | Foto: El País

Cuántas cosas han pasado a lo largo de nuestra historia y cómo se dan los cambios en Colombia es siempre un interrogante, porque ellos se producen de manera diferente dependiendo de los orígenes y condiciones de la población. Se espera que no afecten derechos fundamentales, sin embargo, ello ocurre.

Es el caso de medidas de gobierno para asfixiar el Sistema General de Seguridad en Salud (Sgsss) con tal de acabar con las EPS, que perjudicó al universo de afiliados, cuya mayoría no puede acudir a servicios médicos particulares y adquirir medicinas. Por el desacato a la orden de la Corte Constitucional de ajustar el valor de la UPC y cubrir los presupuestos máximos, los recursos no alcanzan para pagar IPS y proveedores, necesarios para la atención de los pacientes.

El estudio del economista Eduardo Lora, ‘Los colombianos somos así’, sobre nuestra identidad a partir de la estadística, en cuanto a la calidad de vida destaca la salud en un nivel relativamente alto, “esto -agrega el autor- es algo notable, en vista de la insistencia del gobierno en cambiar radicalmente el sistema de salud con el argumento de que es ‘uno de los peores del mundo’” (p. 147). Argumento falaz desvirtuado con cifras, pues con sus imperfecciones, sirvió y alcanzó una cobertura superior al 98 %.

Ahora que el gobierno intervino varias EPS y tiene a cargo más del 50 % de afiliados, ese factor vital descenderá en la escala, como consecuencia de su comprobada pésima gestión de los asuntos de la nación y de la crítica situación del aseguramiento en salud, evidente en el notable incremento de reclamos por fallas en el servicio, en el déficit financiero y en las tutelas incumplidas.

La citada obra es una radiografía a través de las generaciones en torno a dimensiones tales como, familia, uso del tiempo, educación, política, calidad de vida, vejez, grupos, élites económicas y técnicas, con base en datos y encuestas de fuentes serias. Anota que la generación de la posguerra (nacidos entre 1946 y 1964) son ya mayores de 60 años, y la generación X (nacidos entre 1965 y 1980) está envejeciendo.

Se dice que la expectativa de vida (de los que estén vivos en 2025) es, para la generación X; hombres 80 años y mujeres 84; para la generación de la posguerra, hombres 83 años y mujeres 86; para la generación del silencio (antes de 1946), hombres 92 y mujeres 93 (cuadro 10.1 del libro). En el 2025, la generación X asciende a 8,8 millones, la generación de la posguerra a 6,5 millones, y la generación anterior a 1,1 millones (16,5; 12,2; y 2,1 % de población, respectivamente). En total, 16,4 millones de personas entre los más de 50 millones de usuarios.

Ese gran número de ciudadanos y el transcurso natural de la vida supone que día a día se incrementan las necesidades en servicios de salud y medicinas. Del restablecimiento del Sgsss dependerá que pueda darse la atención debida a mayores y jóvenes de nuevas generaciones, tal como la generación Z (nacidos entre 1997 y 2004), millennials (nacidos entre 1981 y 1996) o los ‘bon- bril’ que viven con sus padres. Es curioso que en el ranking mundial de la felicidad, según el estudio, juzgan su vida en forma menos benigna, los menores de 30 años y los mayores de 60.

En este camino de los años resta recordar que, como dice el poema de Pablo Neruda: “La misma noche que hace blanquear los mismos árboles, nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.

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