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Las cosas buenas

Este 2024 nos deja a compatriotas que obran con valores y son prueba de que es posible, bajo circunstancias adversas, crecer y forjar una vida en bien propio y de la sociedad.

19 de diciembre de 2024 Por: Helena Palacios
Helena Palacios
Helena Palacios | Foto: El País

A días de terminar el 2024 confirmamos que este año bisiesto honró su mala fama con las batallas libradas al mejor estilo bíblico entre ángeles y demonios, por las almas de los hombres y de las naciones. Sin embargo, brillan más que las espadas vengativas, las personas que con esfuerzo y entereza construyen un mejor mundo y país día a día, con respeto a los demás.

A pesar de todo, podemos decir con la canción del compositor Crescencio Salcedo, “yo no olvido el año viejo porque me ha dejado cosas muy buenas”. Nos deja a compatriotas que obran con valores y son prueba de que es posible, bajo circunstancias adversas, crecer y forjar una vida en bien propio y de la sociedad. Nos queda el tejido social que se tensa para resistir los palos de ciego y el espíritu destructor de Petro.

La esperanza llama a considerar lo positivo y a esa inmensa mayoría de ciudadanos anónimos o famosos, fundaciones, empresas, organizaciones, gobernantes locales honestos aplicados en su tarea, tejedores de paz y cultura, jóvenes y niños conscientes de la importancia de la naturaleza y del conocimiento antes que una ideología. Por sus acciones en pequeños o grandes campos del quehacer o profesión, son artífices de la convivencia para el bien común y contrapeso a los violentos y disociadores.

Contamos con defensores de la independencia de los poderes públicos, reclamada categóricamente por la Sala Plena del Consejo de Estado, “en razón a los graves, sistemáticos e irrespetuosos mensajes” de Petro en contra de sus decisiones, por carecer de sustento y confundir a la sociedad. Observó la Sala que, al cuestionar sus sentencias y pronunciamientos “como actos de golpe blando y perfidia, es decir, de deslealtad o traición a los principios democráticos, desconoce la función del poder judicial que actúa libre de todo tipo de presión”.

Caso emblemático de superación e independencia es el magistrado Gerson Chaverra, primer Presidente afro de la Corte Suprema de Justicia, si se observa su educación y trayectoria. Nació en el corregimiento Querá del municipio del Bajo Baudó, Chocó, hijo de una maestra de escuela y un mecánico. Las dificultades y la discriminación no fue obstáculo para seguir adelante, y cuando Petro lo estigmatizó cuestionándole que los negros sean conservadores, expresó su impresión: “Todavía me sorprende que ser negro se utilice para descalificar o criticar”.

Como muchos otros colombianos, hay afrodescendientes conservadores de sus tradiciones, e incluso pertenecientes al partido político conservador, de modo que constreñirlos por ello, es negarles sus libertades. Señalar así al magistrado - que además no ha pertenecido a partido alguno- e imputar al Consejo de Estado conductas irregulares, evidencia un autoritarismo semejante al de un líder de secta que fustiga, si no van a la par con su particular credo.

Otro personaje es la primera mujer Defensora del Pueblo, Iris Marín, por su independencia y reacción ante los extravíos machistas de Petro que escapan de sus labios y entendimiento al aupar alfiles que como él, confunden libertad con el libertinaje que afecta mujeres vulnerables o niñas menores de edad.

Aunque en este tiempo también se agolpan sentimientos por lo que pudo ser y no fue, por los que partieron, por los que cruzaron el arco iris, por “aquellos diciembres que nunca volverán”, resta pasar este umbral hacia el 2025, con paz y esperanza.

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