Un ‘secuestro’ para salvar al mundo
Uno de los gremios que más emiten gases de efecto invernadero es el ganadero. Se calcula que el 14,5% de las emisiones vienen de las flatulencias de las vacas; los pedos.
Jacobo Arango nació en Manizales. Desde pequeño, dice, lo cautivó la vida: poder comprender cómo funcionan los seres vivos, las plantas, los microorganismos, hasta los animales más grandes. Entonces, se hizo biólogo.
Estudió en la Javeriana de Bogotá, cursó un doctorado en Alemania, trabajó en Estados Unidos y regresó a Colombia para formar parte del programa de Forrajes de la Alianza Bioversity International y el Ciat, en Palmira.
Hace unos días, Jacobo publicó un reporte en el Ipcc, el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, donde contó el caso de un ‘secuestro’. Uno que podría ayudar a salvar al mundo. La historia es así.
El planeta, lo han advertido los expertos, enfrenta un desafío sin precedentes para detener el calentamiento global. Según las cuentas del reloj del fin del mundo, instalado por científicos en ciudades como Nueva York, Seúl y Berlín, al planeta le quedan seis años para reducir las emisiones, y capturar las que ya están en la atmósfera, o de lo contrario las consecuencias serán catastróficas.
Uno de los gremios que más emiten gases de efecto invernadero es el ganadero. Se calcula que el 14,5% de las emisiones vienen de las flatulencias de las vacas; los pedos. En Colombia son las principales emisoras. No solo por ser un país ganadero, sino porque no es una nación industrializada como el primer mundo.
“Todo se debe a cómo funciona la digestión de los rumiantes. Ellos, a diferencia de nosotros, pueden extraer nutrientes de los pastos. Así extraen energía. Pero en ese proceso se genera el metano entérico, un gas potente, con un poder de calentamiento global fuerte. Es uno de los principales problemas de la ganadería, inevitablemente va a estar emitiendo gases de efecto invernadero”, cuenta Jacobo.
Se calcula que una vaca emite 200 gramos de metano al día. En el mundo hay 1500 millones cabezas de ganado, que generan 1000 millones de toneladas de metano anuales. Lo que descubrió Jacobo y un equipo de investigadores del Ciat es una alternativa para solucionarlo.
Para detener el calentamiento global, entonces, se requiere reducir las emisiones y capturar el carbono que está en la atmósfera. Ya hay tecnología que lo hace, máquinas que capturan el carbono y lo inyectan en las rocas.
En el caso de la ganadería es posible hacer algo parecido. Todo depende
del método de producción. En países como EE.UU, las vacas permanecen encerradas, por lo que solo emiten metano. En los sistemas de libre pastoreo, como el de Colombia, se absorben las emisiones a través de los pastos que, por fotosíntesis, capturan el carbono. Una parte de ese carbono lo utilizan para crear nuevas hojas. Otra queda en el suelo, pero en capas superficiales, y vuelve a la atmósfera.
Jacobo y su equipo en el Ciat estudian en cambio pastos de raíces profundas, de uno a dos metros, que cuando capturan el carbono, lo almacenan en esa profundidad, evitando que salga a la atmósfera. Parte de ese carbono hace que el suelo sea más fértil; el resto queda en arcillas. Científicamente a ese proceso se le llama ‘secuestro’ de carbono. Es mucho más deseable que el metano esté secuestrado en el suelo.
La Hacienda San José, en el Vichada, utiliza este pasto llamado Urochloa humidicola. Es una hacienda de 5000 cabezas de ganado. Cuando Jacobo llegó a hacer las mediciones de la huella de carbono, es decir la suma de las emisiones y la resta de lo que se captura, el resultado lo sorprendió: la huella de carbono dio negativa. Es decir que eran más los gases de efecto invernadero que captura la finca con estos pastos, que lo que emiten las 5.000 vacas.
Ahora el reto de Jacobo y los investigadores del Ciat es identificar otros pastos que puedan hacer lo mismo, es decir tener raíces profundas y que conserven la calidad y abundancia de sus hojas para el ganado en distintos terrenos, y extender la captura de carbono de la ganadería en todo el país.
“El mensaje detrás es que es importante que todos los sectores productivos que emiten gases de efecto invernadero sean más eficientes para reducir y capturar esas emisiones, pero sobre todo la ganadería. Porque en Colombia la ganadería es ineficiente, no es profesional, no se utiliza el mejor pasto que se puede utilizar en un determinado lugar, no se utiliza la raza de ganado ideal, no se tiene un pastoreo planificado. Si eso se hace, es posible reducir la huella de carbono del ganado para ayudarle al mundo en la carrera contra el cambio climático”.
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