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La edad de jubilación

Es indispensable que el Gobierno actúe con la sensatez que está demostrando el Ministro de Hacienda y no se deje seducir, como ha ocurrido en otros campos, por los clamores populistas.

21 de enero de 2023 Por: Vicky Perea García

El debate sobre la necesidad de aumentar o no la edad de jubilación en Colombia revivió en los últimos días, luego de que el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, en entrevista con este diario dijera que “en la mesa de negociaciones (de la reforma pensional) estará ese tema”.

Las reacciones por las declaraciones del funcionario no se hicieron esperar. El presidente Gustavo Petro afirmó: “Primero renuncio antes de aumentar la edad de pensionarse”. La polémica, además, fue alimentada por diversos analistas, que dividen sus opiniones entre quienes dicen que se puede hacer una reforma pensional sin tocar la edad de jubilación y los que aseguran que aumentarla es vital para el sostenimiento del sistema.

Entre estos últimos está la Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones, Fiap, que recomendó al país incrementar la edad de jubilación de manera gradual para que el sistema pensional subsista, ya que en el futuro podría volverse insostenible ante el envejecimiento poblacional que ocurrirá en las próximas décadas.
Proyecciones de la entidad indican que en 2045 el 18% de la población total de la región estará integrada por personas de 65 años en adelante.

Este punto del envejecimiento de la población es clave en la discusión: según datos del Ministerio de Salud, en Colombia entre 1985 y 2020 la proporción de adultos mayores se duplicó y pasó del 6,9% al 13,8%. Preocupa que para 2020 solo el 23% de la población adulta mayor manifestó tener una pensión. Es decir, la jubilación en el país es un privilegio del cual gozan muy pocos y, si no se aplica una reforma a fondo del sistema pensional, a futuro esa proporción de privilegiados será aún menor.

Para los expertos, hay dos factores decisivos en ese problema: la informalidad laboral y, precisamente, el envejecimiento de la población. En cuanto a la informalidad, casi la mitad de los empleados colombianos están en esa condición, es decir, no cotizan para salud ni para pensión, con lo cual la ‘bolsa’ de aportantes es muy baja.

Por otro lado, quienes defienden la necesidad de aumentar la edad de jubilación señalan que, en la medida en que la gente vive más en el país y se sigue pensionando a la misma edad, el sistema debe asumir pagos por más tiempo, lo que incrementa el déficit que de por sí ya es billonario.
Estos dos problemas parece tenerlos claros el ministro Ocampo, quien asegura que más que el desempleo le preocupa la alta informalidad laboral y cree que el aumento de la edad de jubilación debe estar en la mesa de la discusión de la Reforma Pensional. Eso es lo responsable. No necesariamente se debe aumentar esa edad, pero sí es preciso que el asunto se discuta. Negar tal posibilidad es un acto de demagogia porque es claro que esa no es una medida popular, pero sí puede ser necesaria.

Es indispensable que el Gobierno actúe con la sensatez que está demostrando el Ministro de Hacienda y no se deje seducir, como ha ocurrido en otros campos, por los clamores populistas.

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