Editorial
Las cifras de la economía
Es hora de que por fin el Presidente escuche los reiterados llamados gremiales que insisten en la necesidad de un plan de reactivación en el que confluyan todos los ministerios.
Las recientes cifras sobre el crecimiento de la economía colombiana son contundentes y dicen que no hay más tiempo que perder.
Desde el segundo semestre del año pasado se advertía que la economía no pasaba por un buen momento, en parte por las altas tasas de interés, pero los resultados fueron aún más decepcionantes con ese pírrico crecimiento del 0,6% en el Producto Interno Bruto, PIB.
Uno de los aspectos que más preocupa es el freno que ha tenido la inversión, que en 2023 cayó casi 25%, una cifra que no se veía desde el 2005, ni siquiera en tiempos de pandemia. Y si se frenó la inversión, eso quiere decir que no hay nuevos proyectos ni tampoco la posibilidad de crecer en materia de empleo en el corto y mediano plazo.
Estos resultados deben ser un llamado de atención para el Gobierno Nacional. Es hora de poner en marcha estrategias que lleven a revertir este comportamiento, y no solo esperar que el Banco de la República profundice la baja de las tasas de interés. Como advierten muchos analistas, los altos intereses no son la única razón para el freno de las inversiones. Hay una realidad que se percibe en todas las ciudades: si no hay confianza en el futuro, será difícil que las cosas cambien.
La incertidumbre que se cierne sobre el país desde el año pasado es grande y ello obedece a las reformas que el Gobierno tramita en el Legislativo. La falta de consenso en torno a las reformas a la salud, la de pensiones y la laboral, han llevado a muchos inversionistas a ‘congelar’ sus proyectos mientras se define la suerte de las mismas.
A ello se suma que todos los días el Gobierno hace anuncios y toma decisiones que dejan perplejos a los colombianos. Por ejemplo, el reciente caso del decreto de presupuesto que no tenía especificados los proyectos de inversión, lo cual generó alarma nacional porque muchas obras podían quedar desfinanciadas.
Aunque la norma fue corregida, quedó en el ambiente la idea de que todo puede cambiar sin previo aviso, según los caprichos del presidente Gustavo Petro. De ahí la necesidad imperativa de que se imponga la coherencia entre lo que el Gobierno dice querer para Colombia y las decisiones que toma. Por supuesto que el país necesita cambios, pero los mismos requieren concertación, no imposición caprichosa.
Es hora de que por fin el Presidente escuche los reiterados llamados gremiales que insisten en la necesidad de un plan de reactivación en el que confluyan todos los ministerios. No es momento para seguir tomando decisiones de manera aislada y sin sustento técnico.
La clave, para que ese plan sea exitoso, es la ejecución presupuestal. El año pasado, de acuerdo con datos del Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana, la ejecución del presupuesto de inversión llegó al 71%, el resultado más bajo en 15 años.
Es decir, sí hay recursos para hacer que la economía se reactive, pero se requiere que Petro le quite el sesgo ideológico a su gestión, les dé cabida a todos los sectores productivos y se enfoque en ejecutar. Crecer 0,6% o 1,3%, como se prevé para este año, no es bueno para nadie.